l jueves por la tarde te enteras de lo de Mikel Oyarzabal El viernes escuchas a Imanol en rueda de prensa y, aún habiendo superado el duelo inicial, sigues desconfiando: "La procesión irá por dentro. Lo del míster solo es una pose". El sábado preparas la previa de la visita al Sevilla y te vas viniendo arriba según introduces la alineación txuri-urdin en el campito del periódico: "Muchos pagarían por poder disfrutar de este once". Finalmente, el domingo asistes a los 90 minutos del Sánchez-Pizjuán y te dan ganas de acudir al confesionario: "He dudado de este equipo. Perdóneme, señor del fútbol. No volverá a ocurrir". Hay circunstancias modernas del juego que a Jorge Valdano le cuesta ya detectar. Por eso va perdiendo algo de peso en las retransmisiones televisivas. Pero durante ellas sigue dejando frases atinadas y certeras. Tenía y tiene muchísima razón con aquello de que este deporte "es un estado de ánimo".

siempre compite

Sí, nuestro 10 es humano. Esta vez se ha lesionado de verdad, para meses enteros. La reacción de sus compañeros, en cualquier caso, ha resultado la de siempre: competir con todas las de la ley en un escenario de primer nivel europeo. En diciembre de 2020, Oyarzabal acumulaba cinco años ya en el primer equipo de la Real y apenas le habían visto el pelo por la enfermería de Zubieta. Su cuerpo dijo basta durante un encuentro continental contra el Rijeka. Rotura fibrilar. Solo siete días después vino el partidazo de Nápoles. Y ocurrió algo parecido este pasado octubre, mediando únicamente una semana entre una lesión muscular del eibartarra y el más que meritorio 2-2 liguero cosechado en el Wanda Metropolitano contra el Atlético. Se empató en Italia y se empató en Madrid, pero ambas citas pudieron haberse ganado perfectamente. Más de lo mismo para lo de anteayer en Nervión, donde el equipo de Imanol lanzó un aviso a navegantes. El barco ha perdido a uno de sus capitanes, pero sigue a flote y avanzando a buen ritmo.

en sevilla

Fue un partido bien jugado por parte de la Real, tanto en ataque como en defensa. Los txuri-urdin supieron, de inicio, tapar los pases interiores a la espalda de Zubimendi y Merino, envíos que con tanta mala leche buscó Lopetegui gracias a los movimientos interiores de sus extremos, dentro de un sorprendente 4-4-2. Fue clave, en este sentido, el descomunal trabajo de Portu, quien, sin embargo, continúa gafado en el área rival. Porque el equipo guipuzcoano también inquietó a Dmitrovic. Salió a través de un libre Zaldua, aprovechando este las dudas que el murciano generaba en Augustinsson a la hora de saltar. Y disfrutó así nuestra escuadra de fases de control que se tradujeron en ocasiones como la desbaratada involuntariamente por el propio Portu. Lástima. Tras el descanso, el Sevilla fue más atrevido a la hora de presionar, y le fue bien cuando la energía acompañó, pero mereció perder cuando, a partir del minuto 60, el desgaste europeo apareció en sus futbolistas. En clave blanquiazul, dolió el empate en el campo del segundo clasificado, un buen síntoma al fin y al cabo. El equipo concluye indemne una jornada de la que, sobre el papel, los rivales directos podían salir ganando. Ni tan mal.

final de copa

Porque estamos dentro de los diez últimos partidos, y los fines de semana ya no se analizan solo con base en el resultado de la Real. También hay que mirar alrededor. Las reglas del juego no quedarán definitivamente claras hasta que el Betis y el Valencia se enfrenten el 23 de abril por el título de la Copa del Rey. El torneo del KO reparte un billete para la Europa League al que nuestro equipo ya no tendrá acceso, obvio. Pero el perdedor de la final se convertirá automáticamente en adversario para obtener la plaza restante. Y ahora mismo, con siete puntos separando a ambos en la tabla, resulta preferible terminar pegándonos con el cuadro che que con el verdiblanco. Parece evidente.

La conference

Mientras empezamos a mirar al calendario de unos y otros y a desempolvar cuadernos para ejecutar las famosas cuentas de la lechera, seguro que en Zubieta trabajan pensando en el manido partido a partido. Quedan 27 puntos en juego y se trata de sumar el mayor número posible para competir, si toca, en la mejor competición. Ojalá la Champions antes que la antigua UEFA. Ojalá esta antes que la Conference. Ojalá la Conference antes que nada. El patito feo de los torneos continentales ha resultado a menudo menospreciado por estos lares. Pero, ahora que le podemos poner cara y ojos, vemos en sus cuartos de final a Roma, PSV, Feyenoord, Slavia de Praga, Leicester y Olympique de Marsella (también a Bodo Glimt y PAOK de Salónica). Si miramos a este elenco de clubes con aires de superioridad, es que hemos perdido definitivamente el oremus. Europa es Europa. Yo siempre la quiero.