Proyecto de vida sin Mikel Oyarzabal. Capítulo 1. Baile al Sevilla sin gol en una nueva exhibición de la incomprensible sequía de goles del equipo. Algo paranormal. No se puede entender cómo es posible que a la Real Sociedad se le escapara vivo el segundo de la Liga, al que le hizo once ocasiones de gol, dos postes incluidos, y al que no le permitió disparar a su portería en los 90 minutos. Fue algo tan ilusionante, por lo bien que jugó y compitió el equipo, como frustrante, porque el triunfo era dar un paso de gigante en la lucha por regresar a Europa.

La Real lo debe tener muy claro: si no aprovecha este tipo de oportunidades, se puede quedar sin el deseado objetivo. No entendemos cómo no marca a pesar del arsenal ofensivo del que dispone y cómo continúa sin ganar a los equipos que le preceden en la tabla. Son tantos los partidos sin derrotar a uno de los gallos que, una vez más, se puso de manifiesto que la explicación anida en un cómputo de cuestiones. Unas veces es porque ataca mal, otras porque no defiende bien o baja los brazos o porque no es contundente en las áreas y, por último, como ayer, porque se podría pasar cinco horas atacando que, visto lo visto, seguro no hubiese anotado. Y da rabia, ya que el equipo recordó por momentos al del inicio del curso cuando lideró la tabla. Fuerte, bien plantado, concentrado, con una inquebrantable convicción en lo que tenía que hacer para dar la sorpresa y con un plan dividido en dos partes de su magnífico entrenador que no salió por una dramática falta de puntería. Imanol sabía que se iban a enfrentar a un adversario con poca gasolina y que tenía que imprimir un alto ritmo para que no pudiera ni coger aire. La primera hora se dedicó a afrontar una batalla cuerpo a cuerpo de la que salió indemne además de generar más peligro, y después, dio entrada a Guridi y Silva, que cambiaron por completo el panorama. No solo inclinaron el campo hacia la meta de Dmitrovic; es que el canario completó unos minutos majestuosos, plenos de magia y de, por fin, llegada. Desgraciadamente, el vendaval ofensivo que desató su irrupción no encontró el premio del gol y la Real regresó con cara de tonta.

Imanol introdujo cuatro cambios respecto al equipo que se impuso al Alavés el pasado domingo. Zaldua sentó a Gorosabel, Aritz entró en el eje de la zaga por Pacheco, Zubimendi recuperó la batuta en detrimento de Illarra y arriba, la gran sorpresa, Sorloth salió por Isak. El noruego tuvo buenos minutos ante los de Mendilibar y el sueco no le marca un gol ni al arcoíris, por lo que tampoco está mal que se intenten probar alternativas para tratar de acabar con la sequía. La vuelta de Zubimendi era esperada, porque sus últimas suplencias se habían convertido en otro Expediente X.

La Real saltó al campo con confianza y con la clara intención de imprimir un ritmo alto al juego para ahondar en el cansancio local tras su eliminación de la Europa League con prórroga incluida el jueves ante el West Ham. Curioso por cierto que desde los medios se profundizara tanto en la lista de bajas sevillistas cuando la Real es el equipo más perjudicado por los problemas físicos desde el inicio del curso. Más aún esta semana, cuando se ha roto la rodilla su buque insignia.

Los realistas salieron decididos al ataque y a los cinco minutos Januzaj, que, con otras características, debe asumir el rol que desempeñaba el añorado 10, ya había probado a Dmitrovic. El serbio sustituyó a Bono, que se lesionó en el calentamiento. Poco después Sorloth se topó con una pierna rival después de haber bajado elegantemente el balón con el pecho.

Cuando el Sevilla niveló la contienda, se pudo ver un duro y exigente combate, con una Real plenamente consciente de que el partido iba a ser largo y una de las claves era la administración de esfuerzos. Lo cierto es que los realistas no pasaron por aprietos en defensa, puesto que Remiro no se vio obligado a hacer ninguna parada de mérito. Y, sin embargo, dispusieron de la mejor ocasión cerca del descanso en una buena jugada por la izquierda entre Rico y Januzaj, que centró al área, el balón quedó muerto y Sorloth se lo encontró a dos metros de la portería. Con todo a su favor, el noruego demostró que no es normal lo que está pasando este equipo de cara a puerta, ya que su chut lo desvió desde el suelo Portu, que se había chocado antes con un rival al intentar rematar. Di Stéfano solía decir que a los porteros les comentaba en sus charlas: "No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera". Pues lo que hizo la Real en esa jugada fue la versión del delantero sobre la misma base. Aceptamos que Portu esté negado de cara al gol, como lo acredita que aún no se ha estrenado en esta Liga, pero por lo menos que no salve los que están a punto de convertir sus compañeros. En resumen, una fatalidad de no creer en la que tuvo más responsabilidad el escandinavo, que era el que encaraba de frente la pelota, mientras el murciano tampoco podía hacer mucho más al estar expuesto y sin norte en el suelo.

En la reanudación, Imanol recurrió a Gorosabel para protegerse porque Zaldua estaba con tarjeta. El de Arrasate salió con buen pie al despejar un centro envenenado de Navas. Parecía que el Sevilla reaccionaba, pero la Real no solo le volvió a controlar, sino que le anuló y cuando entró Silva le arrolló. Una falta de Januzaj que Augustinsson desvió hacia su propia portería obligando a Dmitrovic a hacer un paradón fue el inicio del carrusel de ocasiones visitantes. Otro servicio del belga lo voleó Gorosabel, pero se estrelló en el cuerpo del lateral sueco. Un gran centro de Rico lo cabeceó al palo Portu, cuyo caso es digno de estudios esotéricos. Segundos después, Silva amagó en dos ocasiones dentro del área para hacerse hueco, aunque su disparo le salió muy centrado. En la mejor combinación coral del equipo, Portu se la dejó a Januzaj, pero su potente disparo lo salvó un defensa. Aún hubo más... Silva cabeceó al larguero un centro estupendo de Gorosabel, que también cuajó sus mejores minutos de la temporada. Y Guridi no pudo dirigir su forzada volea a escasos dos metros de la portería. En ese momento el Sevilla por fin tomó algo de aire y Lamela casi sorprende a Remiro con una bonita rosca. Ya con mucha más calma y equilibrio, Isak probó suerte desde lejos y Montiel no fue capaz de dirigir su remate dentro del área tras una larga carrera para incorporarse al ataque.

La Real perdonó demasiado ante un rival que por momentos pareció pedir clemencia y cuya inferioridad acabó encrespando a su propia parroquia, que no está acostumbrada a que le saquen los colores de esta manera. Ningún conjunto había logrado tomar el Sánchez-Pizjuán en Liga este curso, algo que merecieron con creces los de Imanol. El duelo acabó empate a cero, lo lógico a priori al enfrentarse los dos equipos que más partidos han acabado imbatidos en este curso. Pero fue tan bonito ver a la Real dominar de esa manera a todo un Sevilla en uno de los recintos más inexpugnables de Europa que es imposible que no se nos quede un regusto amargo. El de la frustración por lo que pudo y debió haber sido...