No era la primera vez que regresaba al Santiago Bernabéu tras su salida de Concha Espina, pero como si lo fuera, después de todo el calvario de lesiones que ha pasado. Imanol Alguacil, como sucediera frente a Osasuna, volvió a echar mano de Asier Illarramendi para jugar de inicio después del merecido descanso frente al Mallorca, donde solo jugó unos minutos en el tramo final. Está claro que el coliseo blanco no le trae buenos recuerdos al centrocampista que, como sus compañeros, sufrió un apagón en el tramo final del primer tiempo, cuestión que aprovechó el Madrid para darle la vuelta a un marcador que se puso de cara de una manera muy temprana con el tanto de Oyarzabal, que transformó un penalti cometido sobre David Silva. Los pocos pero animados aficionados de la Real que se acercaron al Bernabéu se las prometían muy felices. A muchos seguro que se les vinieron a la cabeza las imágenes de lo acontecido hace dos años, con esa inolvidable eliminatoria copera ante el equipo merengue.

Illarra, lesionado, se perdió aquella gesta, como tantas otras protagonizadas por el equipo blanquiazul en aquella temporada imborrable. Pero el capitán de la Real está de vuelta. Ayer, seguro que él también se ilusionó tras ese gol de Oyarzabal, pero el vendaval blanco de ese tramo final de la primera parte echó por tierra sus ilusionesAl capitán, como a sus compañeros, se le vio superado, cometiendo errores impropios de su potencial y que a punto estuvieron de costarle muy caro al equipo blanquiazul. Está claro que el Bernabéu pesa, y al mutrikuarra más de lo que le gustaría. Su equipo tampoco le ayudó en su cometido.

En su etapa como jugador blanco fue algo que le echaron en cara sus más enfervorizados críticos, que el Madrid y el Bernabéu le quedaban grandes. No fue lo único, pero eso ya forma parte de la historia de un futbolista que nunca se ha dado por vencido a pesar del maltrato sufrido en Madrid y el calvario de más tarde en Donostia por culpa del carrusel de lesiones sufrido, y que quiere seguir escribiendo capítulos de su carrera como jugador blanquiazul. Aunque el de ayer más bien sería para olvidar, porque tanto él como la Real concedieron demasiado, y eso ante un equipo del potencial del Madrid se acaba pagando. Al Madrid le bastó un cuarto de hora para desarbolar por completo al conjunto blanquiazul, que en ese tramo de partido, no sabía por dónde le daba el viento.

Dos golazos en contra

Hay que reconocer que el Madrid marcó dos señores golazos en apenas cinco minutos, pero pudo ser alguno más por errores impropios de futbolistas de Primera División, alguno de los cuales llevaron la firma del centrocampista de Mutriku que, todo hay que decirlo, hasta ese tramo de partido estaba jugando bastante cómodo al lado de Mikel Merino y de David Silva. Pero esa comodidad se acabó demasiado pronto. Para el minuto 28, Illarra se lanzó al suelo de manera precipitada, llevándose por delante a Camavinga. Alaba ejecutó y el balón golpeó en la cabeza de Isak, que estaba en la barrera. En seis minutos se resarció de la mejor manera, cortando un peligroso envió al área de Vinicius. Un minuto después del golazo de Camavinga, el futbolista francés le comió la tostada al mutrikuarra. El balón acabó en las botas de Benzema, que no perdonó ante la salida de Remiro. Menos mal que el delantero francés estaba en fuera de juego. Pese a todo, Illarra era consciente del error cometido y no dudó en llevarse las manos a la cabeza como diciendo: De la que me he salvado. La Real estaba desarbolada, tanto que antes del descanso llegó el segundo gol del Real Madrid, en otro disparo desde fuera del área del equipo blanco, en esta ocasión de Modric.

Tras la reanudación, más de lo mismo. Muchas imprecisiones en el juego de la Real, con jugadores sobrepasados por el escenario. Benzema estuvo a punto de marcar el tercero en una jugada en la que Illarramendi volvió a perder el balón en una zona peligrosa tras una disputa con Casemiro. Por suerte, ahí emergió la figura de Álex Remiro para enviar el balón a córner. Era el minuto 52. Once después, Imanol decidió que había llegado el momento de retirar a Asier Illarramendi del terreno de juego. A su salida, una parte del Bernabéu le despidió con tímidas palmas, en recuerdo de su paso por un club y un campo del que el capitán de la Real sigue sin guardar buenos recuerdos.