No puede ser. Muchos se echaban las manos a la cabeza cuando algunos presagiaban que este equipo corría un serio peligro de repetir la misma crisis de la temporada pasada cuando, después de liderar la tabla, solo fue capaz de sacar adelante dos encuentros de 17. Son esos indignados a los que tanto les molesta que este proyecto, por muy bueno que sea y nos haya ilusionado y nos ilusione como ninguno, reciba críticas porque no consigue competir y superar en los duelos directos a adversarios de entidad. O, lo que es lo mismo, siempre supuestamente, rivales directos. Se entiende que las ausencias de Mikel Merino y de David Silva han lastrado y han condicionado al equipo, porque estamos hablando de dos futbolistas de categoría superior, pero no es admisible ampararse en esa excusa para justificar que la Real lleve un empate en cinco encuentros en la Liga, con cuatro derrotas consecutivas. Ayer con el agravante de que le remontaron por primera vez en lo que llevamos de curso una ventaja. Son los famosos guardianes del ascenso, que siempre están, los que señalan y ponen en su punto de mira a cualquier voz que no concuerde con su pensamiento único. Está prohibido meterse con la Real, porque ha sido campeona de Copa y nos ha hecho felices 34 años después.

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Pues no, miren, esto no funciona así. Porque si Imanol cometió un error la campaña pasada fue el no dosificar bien a Silva, ya que cuando se lesionó se le cayó el invento. Y en esta temporada, ya no solo el canario, se lesionaron dos de tus hombres clave el día en el que no había que arriesgar tanto en Mónaco. Y se pagó muy caro. No es cuestión de señalar a Imanol (a quien no se le discute su sobresaliente trabajo), pero sí, esto es lo que se llama una crisis. De resultados o de lo que él quiera, pero en fútbol el nombre que recibe un bache de esta trascendencia se denomina crisis.

Si la guillotina se llevó la cabeza de Remiro en Sevilla por un error inconcebible a este nivel, el acusado fue Mikel Oyarzabal. Es cierto que esto es fútbol, se juega al límite y a cualquiera se le puede ir la olla, pero su entrada no admite ninguna justificación. Pasamos de la típica indignación con el "qué fácil es, qué fácil es expulsar a uno de la Real", a agachar la cabeza resignados cuando vimos la repetición que desvelaba la entrada por detrás con los tacos y sin posibilidad de disputar la pelota a Yeremi. Si a este regalo de Navidad le añades dos concesiones inadmisibles en sendos saques de esquina que remató completamente solo a dos metros de la portería el mejor delantero y goleador del adversario, se llega a la conclusión de que la Real ha decidido invitar a la barra libre de fin de año. Está todo pagado. Así es imposible crecer y dar más pasos, como pretenden con ambición el club y sus gestores. Con estos generosos obsequios más propios de otra categoría te quedas sin la más mínima posibilidad de poder asentarse en la zona vip de la Liga, donde van a seguir mirando con recelo y desconfianza a los donostiarras por su falta de fiabilidad de los duelos directos contra los gallitos de la categoría.

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No paso por alto que algo estaba haciendo muy bien la Real para que en la jornada 18 compareciera con diez puntos de ventaja sobre el Villarreal. Los amarillos se han convertido en los últimos años en el rival más directo de los txuri-urdin en la clasificación, aparte de que ambos han tenido la capacidad de plantar cara a los gigantes para celebrar dos títulos importantes. La Copa, la Real, 34 años después; y la Europa League, los castellonenses, primera gran conquista de su historia. Pese a que no se pueden comparar sus trayectorias y su palmarés, lo cierto es que a día de hoy tampoco parece justo equiparar demasiado a ambos clubes, puesto que el Villarreal cuenta con bastante mayor potencial financiero como lo demuestra que el pasado verano desembolsó cerca de 25 millones en la contratación de Danjuma, una de las grandes revelaciones de la temporada (además de 15 en Foyth y 12 en Dia). Una cantidad a la que nunca ha llegado la Real para reforzar su plantel. El submarino logró dar el curso pasado el salto que se ha convertido en el siguiente objetivo txuri-urdin. Su triunfo europeo le permitió entrar en la Champions y su apurada clasificación para los octavos le va a permitir ingresar una importante cantidad económica de cara a reforzarse para el siguiente curso o, si lo cree conveniente, en este mes de enero.

Imanol por fin pudo recurrir a su once de gala este curso, con la vuelta de Merino y de Silva y con la única salvedad de Ryan y de Aritz, que volvió a sentarse en el banquillo de forma inesperada para que entrara Zubeldia en la zaga junto a Le Normand. Ya era hora de que el meta australiano se estrenara en Anoeta, ya que los cinco partidos que había disputado hasta la fecha habían sido a domicilio. Cualquier decisión que tomara en la portería el técnico iba a tener sus pros y sus contras. Aunque su indiscutible convicción es que Remiro es el titular, su propósito siempre ha sido generar una competencia real en la demarcación. Tampoco existe mucha diferencia de nivel entre ambos, por lo que parece lógico que cuando uno de ellos meta la pata de forma tan estrepitosa como el navarro en el Villamarín, lo pueda pagar con unos encuentros en su particular nevera. Y tampoco es cuestión de darle excesiva importancia, porque nadie discute que este año ha sido clave en muchos encuentros, pero el puesto es tan ingrato que se pagan los fallos con sangre. Como viene siendo habitual este curso, Januzaj sentó a Portu, que también pagó la cuenta de su falta de puntería ante el Betis. Enfrente, Emery, que se tomaba el encuentro como una de las citas clave de este curso por la oportunidad de recortar distancia con un rival de su talla destinado a acabar pujando por la misma meta, también apostó por el once más reconocible en el que no figuraban el citado Danjuma, baja por unas molestias. El resto, los mejores, con, curiosamente por el debate abierto en el marco de enfrente, Rulli en la portería en su regreso por primera vez al verde de Anoeta tras su salida por la puerta de atrás. Su pareja de centrales, Albiol-Pau, y de delanteros, Gerard-Dia, los principales atractivos de un equipo que más pronto que tarde iba a comenzar la remontada en la Liga.

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La primera parte fue de lo más espectacular que se ha vivido en Anoeta esta campaña. Dos equipos de una talla pareja enfrentándose en un combate por tierra y aire a pecho descubierto, sin miedos ni complejos. Un duelo jugado a un ritmo vertiginoso, con los contrincantes buscando con la mayor celeridad posible a sus soldados ofensivos llamados a marcar las diferencias en cualquier momento. Es justo reconocer que el Villarreal mandó más, incluso se impuso por poco en la posesión (54%) y que dispuso de más y mejores oportunidades, pero la Real aceptó el reto y logró reaccionar y responder a los golpes con coraje, orgullo y calidad.

A los tres minutos, Zaldua ya tuvo que salvar apurado un centro a la segunda de Yeremi, que se convirtió en una continua pesadilla para los locales. Le Normand protagonizó la acción defensiva de la tarde, con una carrera en desventaja con Gerard, al que le arrebató la pelota cuando justo iba a rematar (no le importó a nadie que el linier señalara un muy ajustado fuera de juego). Isak fue el realista más activo y su aparición en escena en el encuentro llegó en un rápido zig-zag que culminó con un centro-chut salvado con apuros por Rulli y, sobre todo, con un mano a mano tras un robo y una conducción vertiginosa que salvó el meta con una gran mano. Pocos segundos después, otra vez Yeremi disparó demasiado cruzado, en una nueva pérdida de Silva que, simplemente, no estaba para un choque de este calibre. El internacional español no logró cabecear en posición inmejorable un buen centro de Alberto Moreno. La opción con mayúscula de los visitantes se presentó en el 24', con una maniobra excelsa de Gerard, con asistencia incluida a Dia, que se llenó de balón cuando lo tenía todo a su favor para marcar.

En este vertiginoso fuego cruzado e intercambio de golpes, fue de nuevo Isak quien desperdició un forzado cabezazo a servicio de Oyarzabal y un balón posterior que se encontró encima después del fallido testarazo del 10 a un centro de exterior con música de Januzaj. Pasada la media hora, Le Normand atravesó medio campo con el esférico en sus pies antes de abrir a Isak, quien se repuso al salir trastabillado de su recorte a Yeremi (duelo directo entre los pistoleros del día hasta ese momento) para firmar un golazo al palo largo con un disparo de empeine muy colocado. Con la Real en ventaja y en dos minutos, Albiol pareció despejar un córner con el brazo en su área sin que nadie pitase nada y, en la jugada siguiente, hizo un bloqueo a Zubeldia para que Gerard cabeceara a las mallas un córner botado con su habitual maestría por Parejo. Una pena, solo cinco minutos por delante en una batalla sin tregua que se iba a decidir por detalles o el acierto individual de cualquiera del elenco de estrellas que deambulaba en busca de sangre por el campo. Pudo ser peor, ya que Yeremi, una vez más, alcanzó la línea de fondo y asistió a Gerard, cuyo remate lo salvó bajo palos Zaldua. Y poco más, todos necesitaban coger aire para la segunda parte que presagiaba emociones muy fuertes.

Pero en la reanudación Oyarzabal se cargó el partido con su inimaginable entrada a Yeremi. Estupiñán y Alberto Moreno fueron los primeros que se atrevieron por su banda en busca del gol de la victoria. Imanol movió ficha para dar entrada a Portu y Barrenetxea y prescindir de los sospechosos habituales en la contención, Silva y Januzaj. El murciano no encontró portería en un buen servicio de Barrenetxea. Salvo otro susto de Gerard, que detuvo Ryan, la Real se rehízo bien y defendía con criterio y orden sin sufrir demasiado, hasta que llegó otro córner calcado al primer tanto que Gerard volvió a cabecear solo. Esta vez no hizo falta hacerle bloqueo a Zubeldia porque perdió el equilibrio solo. El azkoitiarra no aprovechó una peinada de Le Normand, aunque pareció estar en fuera de juego, y en el descuento, el arrojo y la garra txuri-urdin estuvieron a punto de encontrar recompensa en un cabezazo de Sorloth a centro de Barrenetxea que salvo con el cuerpo Rulli. En la contra final, Chukwueze finiquitó el duelo a puerta vacía a pase de, cómo no, Gerard.

Y sí pasa. Cuando se repite una circunstancia negativa de forma casi igual a la pasada campaña es que no se han tomado las decisiones acertadas o no se ha sido lo suficientemente precavido para evitar una gran decepción. Si se está moviendo la dirección deportiva en el mercado y ninguno de los que ha venido es titular, algo no se ha hecho bien anteriormente. Los datos y las estadísticas, siempre tozudas, no engañan. El magnífico triunfo ante el PSV y las clasificaciones ante contrincantes menores en la Copa nos tienen que dejar ver el bosque. La Real está en crisis. El primer paso para una recuperación segura es llamar a las cosas por su nombre.