Pues parece que la Real ya no es líder de Primera. ¿Y? El mundo del fútbol ofrece a sus protagonistas y también al espectador un sinfín de topicazos. Algunos corresponden a inexactitudes como templos de grandes, por ejemplo ese al que recurrimos cuando un terreno de juego se encuentra en malas condiciones: “El campo estaba mal para los dos”. Mentira, porque tal circunstancia, en el 99% de los casos, perjudica más a uno que a otro. Menos mal que también hay tópicos que apuntan a realidades evidentes, como el que ha estado en boca de entrenador y jugadores txuri-urdin durante el último mes. “La primera plaza resulta anecdótica”. Por supuesto que lo era, como lo es la escapada que a 120 kilómetros de meta aventaja al pelotón del Tour en cuatro minutitos de nada. Así que quédense mejor con estas otras cifras: 29 de 42. Sí, la Real ha sumado más del 66% de los puntos en juego, logro que, extrapolado a una Liga entera, le situaría por encima de los 76. Es decir, en la Champions League. Se va a hacer difícil conservar semejante ritmo. Pero la fotografía actual habla de una situación idílica. Que ningún empate nos haga olvidarlo.

melero y bordalás

Tampoco nos vamos a engañar. El 0-0 del domingo no ha levantado ampollas por lo que supone en la clasificación. Lo ha hecho por el contexto en que se produjo, situando bajo el foco a Melero López y a José Bordalás. El andaluz comenzó apuntando a un arbitraje que para mí quisiera siempre contra los equipos del técnico alicantino. Es cierto que en el camino se dejó varias faltas sin pitar, de unos y de otros, pero puso tan arriba el listón de las infracciones que al partido nunca le faltó ritmo, característica que demanda nuestra Real. Lástima que a Melero, en su admirable propósito de evitar un concierto de silbato con rocecito aquí y piscinazo allá, el encuentro se le fuera de las manos. Con todas las de la ley además. Fue entonces cuando el Valencia pasó de parecer incómodo ante la ausencia de interrupciones a sentirse como pez en el agua. Pero tuvo su mérito lo del cuadro che en esa fase previa de sufrimiento, porque completó ahí un pulcro ejercicio de concentración defensiva y solidaridad durante una hora larga de partido, hasta que el colegiado empezó a desenfundar. Contrarrestar así a los de Imanol no es tan sencillo como juntar en un campo a once macarras y ponerles a repartir estopa, creencia muy extendida ahora mismo. Se me ocurren muchos equipos a los que elegiría, antes que a este Valencia, para una noche de pizza y fútbol en el sofá de casa. Pero lo que hace grande a este juego reside en las distintas formas de practicarlo. Y todas son respetables, siempre y cuando se ajusten al reglamento. Para velar por el cumplimiento del mismo están los árbitros, quienes no deben confundir manga ancha con anarquía, justo lo que terminó ocurriendo el otro día con el paso de los minutos.

cada victoria, un parto

A la Real le ha costado ganar en casa (también fuera) esta temporada. Le costó el domingo, hasta el punto de que no lo consiguió. Y le seguirá costando. Al fin y al cabo, un elevado porcentaje de los encuentros que le restan, en Anoeta principalmente, implicarán para los txuri-urdin el examen más complicado al que a día de hoy te puedes enfrentar. Hubo un tiempo en el que derribar murallas defensivas era cuestión de insistencia y de empuje: tarde o temprano, el gol llegaba. O no. Pero el simple paso de los minutos te aseguraba al menos tres ocasiones claras. Ahora el fútbol habla ya de circunstancias muy distintas. Porque los repliegues no se construyen desde la mera acumulación de hombres, sino que se basan en un minucioso trabajo táctico. Porque los cinco cambios (en lugar de los tres anteriores) facilitan combustible para llegar al descuento defendiendo con gasolina en el depósito. Y porque la evolución del propio juego hacia una cuestión cada vez más colectiva va reduciendo poco a poco el número de individualidades desequilibrantes. Ganar partidos como el del domingo, como el del Elche o como el del Rayo no responde tanto a tu empuje como a tu precisión. Se trata de una tarea quirúrgica que no completarás únicamente emprendiéndola a hachazos contra una pared. Por eso cada victoria significa y significará un doloroso parto.

diego rico

Si la fortaleza física garantizara el éxito en situaciones de atasco como la vivida durante una larga fase ante el Valencia, podríamos estar tranquilos con Diego Rico. Sus postreros calambres acreditan que aún le falta para adquirir la mejor forma, pero ya ha apuntado a que, cuando puede arrancar la moto, pararle se hace complicado para el adversario. Ocurre, sin embargo, lo que explicábamos en el párrafo anterior: esta Real va a enfrentarse a menudo a trabajos minimalistas, ante los que elegir una milésima antes o después, ubicarse un centímetro aquí o allá, marcará la diferencia. Y Rico ofrece la sensación de haber aterrizado en la Real sin dominar plenamente ese idioma futbolístico que se habla en el equipo y en el club. Tiene contrato hasta junio de 2023 y unas condiciones innegables. Adaptarlas a lo que requiere el juego txuri-urdin supone un buen reto, otro más, para Imanol Alguacil, quien durante el proceso deberá acertar con un difícil equilibrio. Porque se aprende compitiendo. Pero cualquier peaje que toque pagar durante el viaje dolerá en el bolsillo.