La Trilogía del Baztan de Dolores Redondo ha puesto de moda Elizondo, pero ahora también la localidad del Baztan es reconocida porque Jon Pacheco juega en la Real...

-(Risas) Tengo que reconocer que no he leído los libros, pero sí he visto las películas. Bueno, las dos primeras. Ahora justo hemos aparecido tanto Karrika como yo. Él metió muchos goles el año pasado y yo he subido al primer equipo. La verdad es que supone un orgullo para el Baztan.

Usted es como la inspectora Amaia Salazar, que no para hasta conseguir su objetivo. El suyo era jugar en el primer equipo de la Real...

-(Risas) La verdad es que sí. Me falta la tercera película, pero las dos primeras me encantaron. Lo que no me gusta es que pintan Elizondo como una ciudad en la que llueve siempre. Es cierto que muchos días llueve, pero bueno, podían pintarlo con un poco de sol (más risas). Tengo que reconocer que me gustaron mucho.

Cada vez se ve a más niños en Elizondo con la camiseta de la Real Sociedad. ¿Es consciente de que quizá sea gracias a Jon Pacheco?

-Sí. Estoy muy contento. Yo creo que el pueblo antes tiraba más hacia Osasuna. Había gente de la Real, pero eran más de Osasuna, pero con esto de que ahora estamos Karrikaburu, Oihan, un portero en las categorías inferiores, y yo, ahora igual hay más aficionados de la Real.

¿Cómo explica que en el Baztan, con apenas 7.700 habitantes, tenga a un jugador en el primer equipo, y a otro en el filial, llamando a las puertas del primer equipo?

-No sé si es casualidad o que se está trabajando muy bien allí. Es un poco de todo. Se están haciendo las cosas bien. Igual antes no se le prestaba tanta atención. Siempre estábamos un poco apartados, pero la Real ha entrado con fuerza y vienen más chavales a hacer pruebas.

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Antes salían pelotaris o ciclistas, ahora futbolistas...

-Sí, tenernos a nosotros aquí ha hecho que nos hayamos convertido como en los referentes de los más jóvenes. Pero hay muchos niños que se siguen apuntando a pelota.

¿Jon Pacheco siempre lo tuvo claro?

-En deportes, sí. Me acuerdo de que en colegio sí jugábamos algún torneo de pelota, que también gané con Javi Oscoz, pero siempre me ha gustado el fútbol. Era el típico niño que iba siempre con un balón. En modo inconsciente, porque era un crío, le decía a mis aitas que quería ser futbolista.

¿Cómo recuerda esas primeras patadas a un balón en el CD Baztan?

-Pues antes jugaba de medio centro. Marcaba goles, daba asistencias. Así se fijaron en mí. Luego ya retrasaron mi posición. Creían que tenía más recorrido jugando desde atrás por mi golpeo de balón. Recuerdo una época muy feliz con mis amigos, diferente a ahora.

¿Echa de menos esa época?

-Sí que la echo de menos, pero no me puedo quejar. Tampoco sé si volvería atrás. Lo vivido, vivido está y ahora quiero mirar solo hacia adelante.

¿Cómo se define Jon Pacheco? ¿Con qué sueña?

-A pesar de ser defensa, creo que tengo una muy buena salida de balón. Es lo mejor que tengo. Y en los duelos, intento defender al máximo, hasta la muerte, presionando mucho. A veces me relajo, pero es lo que más intento trabajar. ¿Soñar? Con ser feliz aquí, ganar todo lo que sea posible, por ejemplo, ganar la Copa del Rey estando yo en el primer equipo me haría súper feliz, clasificarme a Europa, si es para la Champions, mejor... con cualquier cosa, con que el equipo vaya hacia arriba y sigamos ahí muchos años. La verdad es que resultó inolvidable ver a Illarramendi levantar la Copa. Lo vi en casa con mis aitas y estaba muy feliz. Como para cualquier guipuzcoano, como para cualquier seguidor de la Real, es un orgullo y una alegría tremenda.

¿Cuánto disfrutó con el primer equipo la temporada pasada?

-Mucho. Hicieron un añazo con el título de Copa y la clasificación, por segunda temporada seguida, para Europa. Lo malo es que estuve lesionado. En el apartado personal si que estuve un poco bajo, pero el equipo me supo animar.

¿Ve al equipo con margen de mejora?

-Yo creo que siempre hay margen de mejora, pero sí que es verdad que los logros que han conseguido son difíciles de repetir. La gente es exigente y te van a pedir más. Ojalá se pueda repetir y si es algo más, todavía sería mejor. Está difícil.

¿Cómo está yendo la pretemporada?

-Con muchas sensaciones, la mayoría bastante buenas. Todo lo que sea sumar en el primer equipo es positivo para mí. Además, colectivamente hablando, la cosa está yendo bastante bien, dando buena imagen en los partidos, ganando la mayoría. Creo que estamos compitiendo bien.

¿Se esperaba todo lo que le está pasando?

-La verdad es que no. Siempre he venido aquí con la mentalidad de intentar llegar lo más lejos posible, pero todo ha pasado bastante rápido. Con 14 años, si alguien me hubiera dicho, que a los 20 iba a estar entrenando con el primer equipo, lo hubiera firmado, pero sin estar convencido.

¿Se acuerda del primer día en Zubieta?

-Sí. Yo todavía jugaba en mi equipo de Elizondo, en el Baztan. Vinimos a hacer una prueba, sin estar fichado todavía. Pues como ahora, con muchas emociones, Además venía solo, no conocía a nadie, pero me sirvió para hacer nuevas amistades y, sobre todo, aprender a jugar. Nunca he sido muy nervioso, siempre he intentado llevar todo con tranquilidad, pero aquel día sí que estaba nervioso. Te pasan cosas que, por mucho que no quieras estar nervioso, te acaban pasando factura.

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En el terreno de juego da la sensación de estar muy tranquilo. ¿O la procesión va por dentro?

-No, esa es una de mis cualidades, aunque a veces me relajo demasiado. Depende de en qué situaciones, la tranquilidad hay que saber utilizarla para bien. Sé que a veces me relajo de más, aunque intento contrarrestar con otras cosas.

Imanol no le va a permitir relajarse...

-No, Imanol siempre está muy encima. Siempre lo he dicho, siempre intento dar el 100% y él siempre me aprieta para que dé el 100 o el 200%.

¿Se siente parte del primer equipo ya?

-Sí y no. Estoy todo el día entrenando con ellos y cuando entras en una dinámica, sí que es verdad que te sientes parte de ello, de los partidos, de las victorias, pero si me toca jugar en el Sanse, encantado. A luchar y a seguir dando el máximo.

¿Ya se ve jugando el domingo en el Camp Nou?

-Eso son palabras mayores. Ojalá, pero bueno, el míster es el que decide y va a sacar a los mejores o los que él cree que son los mejores para ese partido.

Ha jugado al lado de Aritz Elustondo y de Le Normand. ¿Cómo se está viendo?

-La verdad es que muy bien. Son centrales que llevan ya muchos partidos en Primera y a mí me viene muy bien jugar con gente que tiene más experiencia que yo para, como hemos dicho antes, que me mantenga activo y para que me manden y me guíen.

¿Los dos le dan muchos consejos?

-Sí, pero como a todos los jóvenes. Los que llegamos al vestuario del primer equipo somos muy bien recibidos. Hay mucha gente de la cantera en el vestuario y eso ayuda. Y los que no son de cantera, también. Hay muy buen ambiente. Ninguna pega en ese sentido.

Después de mucho tiempo, un central zurdo en la Real...

-Hago lo que puedo. Ojalá me pueda mantener muchos años. Trabajo para ello y todo lo que me pueda mantener, me hará feliz.

Que se hable tanto de usted, ¿le genera presión o hace que se motive más?

-Estoy tranquilo. Intento desconectar, y hacer mi trabajo en el campo. Todo lo que sea en el partido, hago caso a los entrenadores en todo. No le doy mucha importancia a las buenas palabras. Eso de que el halago debilita, creo que es cierto e intento no hacer mucho caso y tirar hacia adelante. Tengo que reconocer que antes sí me costaba escuchar, me cabreaba más, cuando era un crío. Me picaba mucho, pero estoy intentando aprender.

¿Se considera un jugador de carácter?

-Sobre todo cuando las cosas van mal.

¿Se come mucho la cabeza?

-Bueno, sí. Si hago algún error, sí que le doy vueltas a la cabeza, pero trato de darle la vuelta lo antes posible. Es cierto que suelo pensar mucho las cosas.

¿Qué recuerdos guarda de su debut ante el Getafe?

-Me acuerdo muy bien y eso que ha pasado tiempo. Me puse nervioso cuando me dijeron que iba a debutar. Intenté mantener la calma, pero sí que es verdad que con el balón pegué dos, tres pelotazos donde no había nadie. Intenté soltarme e ir cada vez a mejor.

Y luego llegó el Wanda...

-Esa oportunidad no me la esperaba tanto. Fue más imprevista. En el partido ante el Getafe ya se había hablado algo. Salí e intenté dar lo máximo posible. Tengo guardadas las dos camisetas.

¿Ya le paran por la calle?

-Aquí en Donostia, no. En Elizondo, algún chaval, pero poco. Me piden algún autógrafo, pero yo creo que más por compromiso que por otra cosa. Me pone nervioso el hecho de que la gente me conozca. Soy vergonzoso y me da corte, pero intento ser lo más simpático posible. Mi aita me dice que tenga siempre los pies en el sueño, que sea amable y también que no haga tonterías, que siga trabajando y que me lo gane en el campo.

¿Es difícil para un chaval de 20 años abstraerse de todo lo que rodea al mundo del fútbol?

-No. Tienes dos caminos. O puedes abstraerte o, lo contrario. No es difícil. Es seguir tu vida con normalidad, seguir con los amigos con los que siempre has estado y seguir hacia adelante. Yo sigo manteniendo mis amistades de Elizondo.