Cuando hay una final de Copa de por medio, cualquier asunto supone un motivo para la polémica o al menos para el debate. Y el derbi vasco de La Cartuja no es una excepción. Son diversos los factores relativos al duelo que han dado que hablar, entre los que destaca, por ejemplo, el de la fecha del encuentro, programado para este sábado 3 de abril. El punto noticioso de la ubicación del partido en el calendario reside en que implica disputar la contienda justo después de un parón liguero por los compromisos internacionales de las selecciones, una circunstancia que afecta en mayor medida a la Real que al Athletic. Hasta cinco futbolistas txuri-urdin no completan la preparación de la final en Zubieta a las órdenes de Imanol, mientras que Marcelino solo pierde para estos días a dos jugadores. En cualquier caso, dejando de lado análisis partidistas, conviene detallar uno por uno los motivos que, a lo largo del tiempo, han terminado llevando la final de Copa a semejante lugar en la agenda.

1. Jugar con público

La final de Copa, prevista en un principio para el sábado 18 de abril de 2020, quedó aplazada en torno a un mes antes, a mediados de marzo, con la crisis sanitaria recién estallada. Se habló mucho acerca de una nueva ubicación en el calendario, pero el primer movimiento de calado no llegó hasta el 4 de mayo, cuando ambas entidades emitieron un comunicado conjunto solicitando a la Federación Española que el partido pudiera jugarse “con público y de manera oficial, a puerta abierta, en una próxima fecha a determinar de acuerdo entre las tres partes”. “El deseo y la voluntad de ambos clubes siempre ha sido, ahora y antes, jugar la final con la presencia de nuestros aficionados y aficionadas. Es lo que más nos gustaría. Una final de Copa con nuestras aficiones en las gradas”, agregaba la nota, respondida casi ipso facto por el organismo que dirige Luis Rubiales. “La RFEF articulará los mecanismos reglamentarios necesarios para que la final de la Copa del Rey se dispute como competición oficial en el momento oportuno durante el año 2020 o el 2021, y siempre antes de que se dispute la final de la temporada 2020-21”.

2. Antes de la otra final

Real, Athletic y Federación estaban de acuerdo. Cabía intentar por todos los medios disputar la final con público en las gradas, y no había vuelta atrás al respecto después de semejante declaración de intenciones. A partir de entonces, mandaba la evolución de la pandemia, siempre con una fecha límite para la celebración del partido. ¿Cuál? La de la final 2020-21, fijada en verano para el sábado 18 de abril de 2021. ¿Por qué se eligió este día? La respuesta atiende a múltiples condicionantes entre los que destaca la imposibilidad de jugar a finales de mayo, una vez concluida la Liga. Para una semana después de la última jornada estaba y está prevista la final de la Champions. Y a continuación se entrará ya en territorio Eurocopa, por lo que la RFEF optó por el mencionado 18 de abril. Conocidas las intenciones de Real y Athletic y programada ya en el calendario la final del actual curso, fecha límite para el derbi, arrancó la temporada futbolística 2020-21 sin un lugar en el calendario para el duelo vasco.

3. Manda la pandemia

A nadie se le puede escapar que el presente curso arrancó en septiembre con dos grandes opciones para la final de Copa, muy favoritas respecto a las demás. Y nos sitúan ambas en las fechas para las que el dirigidísimo sorteo de la Liga ubicó los derbis entre Real y Athletic. El primero, el de San Mamés, fue situado en fechas navideñas, el miércoles 30 de diciembre (el encuentro finalmente se disputaría el jueves 31). El segundo, lo más cerca posible de la fecha límite (18 de abril), el fin de semana de los días 3 y 4. A partir de ahí, iba a mandar la evolución de la pandemia. En el hipotético y frustrado caso de que las cosas mejoraran para la pasada Navidad, la final de Copa se habría disputado en vísperas de Nochevieja con aficionados de ambos equipos poblando las gradas de La Cartuja. La situación, sin embargo, prohibió semejante tesitura, por lo que hubo que retrasar aún más el encuentro.

4. Fijar la fecha con antelación

Así, comenzó el mes de enero y la final no tenía aún fecha oficial, a tres meses vista de un encuentro cuya fecha límite se situaba en el mencionado mes de abril. La bala del fin de semana de los días 3 y 4, el del derbi liguero, permanecía en la recámara, siempre con la dichosa incomodidad del parón internacional previo. ¿Podía evitarse semejante situación? Si se apuraba en el tiempo y se aguardaba a que Real y/o Athletic fueran cayendo de los torneos (Europa League y Copa del Rey 2020-21) en los que permanecían en liza, existía la opción de dar con una fecha más apropiada. Pero otro requisito fundamental residía en que el lugar del partido en el calendario debía anunciarse con cierta antelación. Así, pasaron las semanas. Se llegó a finales de enero. Y ya no resultó viable aguardar más. Coincidiendo con el acceso del propio Athletic a los cuartos de final de la actual Copa, el 28 de enero se terminó por anunciar la fecha de la final: sábado 3 de abril.

5. No había otra

Rebobinando. Todas las circunstancias descritas fueron demorando los anuncios. Existía una fecha límite. Y a finales de enero hubo que comunicar sí o sí la fecha de la final. Pues bien: desde la perspectiva de entonces, la opción del 3-4 de abril era la mejor. ¿Por qué? Porque todos los miércoles o jueves hasta la actualidad estaban ocupados por competiciones en las que Real (Europa League) o Athletic (Copa), seguían vivos. Así, apostar por suspender los partidos ligueros de ambos un fin de semana de febrero o marzo y situar en él la final implicaba un enorme riesgo: que uno de los dos contendientes encarara el derbi de La Cartuja habiendo competido tres días antes y que su rival compareciera completamente descansado. En las imágenes que acompañan este artículo se observa la serie de compromisos que aparecían en el horizonte de ambos equipos a finales de enero, cuando situar la final en el calendario de una vez por todas implicaba ya un asunto de obligado cumplimiento.

6. Sábado y no domingo

Lo más criticable de la gestión que se ha hecho del asunto reside, quizás, en la decisión de situar la final el sábado 3 y no el domingo 4. Tal decisión no puede atribuirse a la voluntad inicial de facilitar el hipotético desplazamiento de las aficiones, pues en Euskadi el lunes 5 será festivo, lo que permitiría viajes y celebraciones que finalmente resultarán prohibidos. Habida cuenta de que disputar un título inmediatamente después de un parón internacional no es lo ideal, sí habría resultado recomendable facilitar a los contendientes un día más de entrenamiento con los futbolistas seleccionados por sus países, situando el encuentro en domingo. Es posible que motivos comerciales y de televisión hayan provocado que la fecha definitiva sea la del sábado, lo que pondría de manifiesto el escaso poder que la vertiente meramente deportiva tiene en todo este negocio.

El momento de mirar al horizonte

No se podía esperar más. El tiempo se echaba encima, con el 17 de abril como fecha límite para programar la final y la exigencia de comunicar con cierta antelación qué día se disputaría el derbi de La Cartuja. La oficialización del sábado 3 de abril como jornada elegida tuvo lugar el 27 de enero, coincidiendo con la victoria del Athletic ante el Alcoyano. La Real estaba viva en la Europa League. Los de Marcelino, en la Copa 2020-21. Una mirada al horizonte exigía entonces tener en cuenta ambas circunstancias.

Febrero: demasiado pronto y sin fechas

La opción de febrero resultaba descartable. Para comenzar, era demasiado pronto., tanto en lo referido a cuestiones logísticas como en lo que respecta a las previsiones más optimistas sobre la evolución de la pandemia: nadie contaba con que aún se pudiera viajar y llenar estadios. Por otra parte, el calendario de Real y Athletic tampoco ofrecía alternativas. La eliminatoria europea de los txuri-urdin ocupaba dos jueves. La Copa de los rojiblancos, los dos restantes. Así, no cabía reservar ningún fin de semana para la final de Sevilla.

Marzo: precaución ante todo

¿Seguiría viva la Real en Europa en marzo? ¿Y el Athletic en la Copa? Imperó aquí el criterio de la prudencia. A toro pasado, se observa que aplazar el Athletic-Eibar y el Real-Barcelona de Liga para jugar la final de Copa el sábado 20 de marzo habría supuesto una buena opción. Pero en enero tocó fijar la fecha con antelación y ese mismo 20 de marzo no parecía entonces la mejor posibilidad. ¿Y si la Real llega a eliminar al Manchester United? Habría acudido a La Cartuja solo dos días después de la vuelta de los octavos continentales.

Abril: la resolución

Nos plantamos ya en abril, con la fecha del día 18 (domingo) como límite. Si el Athletic llega a caer pronto en la Copa 2020-21, como sucedió con la Real, quizás la Federación hubiese apostado con antelación por un fin de semana de finales: una el sábado 17 y la otra al día siguiente. Con los vizcainos vivos en el torneo, hubo que descartar tal opción de antemano. Y con la Real viva en Europa (lo estaba cuando se fijó la fecha), tocó descartar el fin de semana previo. ¿La solución? Jugar el 3 de abril, una fecha lejos de ser ideal, por el parón previo.