La Real también cayó eliminada en Copa. Lo hizo víctima de un atraco a mano armada del supuesto mejor colegiado español y del sistema del VAR, que cada vez son más los que abogan por que se erradique inmediatamente y nos devuelva la naturalidad al fútbol. Pero también debido a sus errores en las dos áreas, una vez más. Y como el tema es tan reincidente como frustrante, nuestro nivel de paciencia comienza a agotarse. Imanol Alguacil no supo gestionar a su equipo en inferioridad numérica, pero tampoco en ventaja en el marcador, y acabó volviendo locos a todos hasta el punto de que había bastantes jugadores que habían mutado de posición en varias ocasiones. Un disparate. El equipo realista se encuentra sumido en una depresión de caballo y sus números no engañan. Con solo dos fichajes este año, uno en verano que lleva dos meses sin jugar y otro recién llegado, ya ha lanzado por la borda dos competiciones de las cinco que le quedan por muy buena impresión que haya causado en algún momento. Cada cual es responsable de sus actos y tendrá que responder por ellos, pero que nadie olvide que el fútbol es efímero y no espera a nadie. Ah, por cierto, y que la sombra del entrenador del Sanse es alargada, con lo que les gusta al presidente y al director de fútbol salir en los telediarios a nivel estatal. Que nadie lo olvide. Al loro.

Lo decía Klopp. Cada vez son menos los que creen en el VAR. Actualmente es una auténtica vergüenza. Que alguien nos explique el motivo por el que el colegiado que está viendo el partido en las cámaras puede corregir que el autor de una supuesta falta inexistente no es el que ha amonestado el árbitro y no puede comentarle que el indicado ni roza al jugador rival. Ridículo. Una de las principales misiones en las que creíamos que iba a ser implacable el VAR era perseguir y desvelar a los tramposos que fingían. Y sin comerlo ni beberlo se ha convertido en el mejor aliado de los engañadores, que se sienten ganadores cuando notan el más mínimo contacto porque las cámaras son sus cómplices. Y luego está Mateu Lahoz, que es un caradura. Que aplica su propio reglamento sin que nadie se lo discuta y que tiene otro criterio cuando no dirige un encuentro de los grandes, con cuyos jugadores le encanta ser cercano. Esperemos que se sonroje en cuanto vea que Illarra ni roza a Sidnei, que no para de engañar tendido en el campo hasta que le expulsan sin que nadie le hubiese rozado. Lamentable. Pero le da igual, el valenciano está para órdagos mayores del tipo Champions.

Así es él. Así es el fútbol español de penoso e injusto. Lo más triste es que desde Sevilla se encargaron de lanzar una campaña recordando las jugadas polémicas en los dos duelos anteriores entre ambos equipos. En ninguna tenían razón, pero qué más dará, engaña que algo queda. Algún día Mateu se dará cuenta de que su protagonismo es prescindible. Que se trata de un convidado de piedra que debería tratar de pasar inadvertido. Es un insulto al colectivo arbitral y lo peor es que se lo permiten. No hay más. Son cómplices.

La mala racha de resultados está haciendo mella en la Real. Se notaba en los nervios que demostró el equipo cuando el Betis recortó distancias en Anoeta en el magnífico segundo tiempo que merecía el premio de la victoria y en la rueda de prensa previa al viaje de Copa, en la que Imanol, sin venir mucho a cuento, fue sincero y señaló a Januzaj casi como principal responsable del empate cedido en las postrimerías del encuentro. El único atenuante que valía para intentar entender una declaración cuando menos sorprendente e inesperada era que intentaba motivarle para el choque de ayer. La suplencia del bruselino descolocó a todos y confirmó que el técnico, como es normal, está sintiendo la presión de los resultados. Cuando nadie lo esperaba, en un partido a vida o muerte, Imanol se decantó por Illarramendi después de su reaparición en Córdoba, donde le tuvo que quitar en el descanso por una amarilla que vio. No se puede discutir que, si están todos al 100%, para el oriotarra el elegido en la medular es el mutrikuarra, alrededor del que pensaba construir el proyecto que inició el curso pasado. Lo cual no quita para, siendo conscientes de que nadie mejor que él conoce sus datos físicos y su estado de forma, la apuesta era cuanto menos bastante arriesgada en una eliminatoria a vida o muerte en la guarida de todo un Betis. Además, el técnico dio entrada a Aritz como pareja de Le Normand, en teoría la titular, con Gorosabel y Monreal en las bandas. Y arriba, su tridente preferido con Portu, Isak y Oyarzabal. Pellegrini no cambió demasiado su guion, con el mismo centro del campo y variantes en la zaga y en el ataque.

buen inicio, mal final

El primer tiempo fue un calco al de Anoeta, con dos equipos muy igualados y del mismo nivel, y mucho respeto por ambas partes. Los verdiblancos, que cuando dominan la posesión pueden hacer trizas a cualquiera porque de calidad individual van muy bien, fueron el que antes se acercó a la meta rival con un cabezazo de Paul atajado sin despeinarse por Remiro, en un córner sacado por Fekir y en una falta botada por este último que se comió en su salida el meta. En el minuto 12, Montoya se las prometió muy felices al adelantarse a un pase de Le Normand, pero su envío a Oyarzabal lo cortó el verdiblanco, que se lanzó a la aventura antes de apoyarse en Canales. Guridi, siempre atento y solvente en el corte, adivinó su entrega, la cortó y abrió para Gorosabel. El lateral buscó en largo a Isak, que había leído perfectamente la jugada y la dejó pasar consciente de que el 10 cabalgaba en solitario sin oposición para definir con la misma calidad de siempre. 0-1 a la primera, gol clave.

El resto de la primera parte fue un atractivo toma y daca entre ambos equipos, en el que se impusieron las defensas con una participación protagonista del recuperado Aritz. Remiro y Joel fueron meros espectadores sin que las delanteras fueran capaces de generar peligro.

En el entreacto todos esperábamos que Imanol volviera a repetir el cambio de Illarra al estar amonestado como hizo en Córdoba, pero decidió jugársela, y a los dos minutos, Sidnei, que llegaba con la misión preestablecida desde el vestuario, fingió que le había golpeado y se quedó en el suelo como si le hubiesen disparado. Un exponente más del sonrojante fútbol español actual. No tardó en cantar bingo, porque Mateu, que encima se equivocó al principio, expulsó a Illarra, algo que no hubiera hecho en su vida si siguiera vistiendo la camiseta del Madrid.

A partir de ahí la Real se puso en modo supervivencia y estuvo cómoda casi todo el rato a pesar de los continuos cambios de su entrenador tanto de sistema como de ubicación. Y lo curioso es que con diez y con los buenos en el campo, Portu no llegó a un centro de Oyarzabal; Merino chutó forzado fuera; e Isak dejó solo al murciano, que finalizó con un chute al muñeco. Ahí estuvo la eliminatoria. Imanol se quedó sin referencias ofensivas, lo que acabó hasta provocando que llegara el empate cuando no le generaban apenas problemas. Zubeldia no encontró apoyos y perdió un balón que acabó en las botas de Canales, quien, una vez más, marcó a la Real. En el descuento, el cántabro sirvió en bandeja el segundo a Joaquín, que falló a puerta vacía.

En la prórroga, Carlos y Januzaj se toparon con Joel; y Borja Iglesias, después del fallo de Zubimendi, anotó el 2-1. Desde entonces fue un quiero y no puedo de la Real, que estuvo a punto de lograr el empate en un fallido cabezazo de Merquelanz. En la segunda mitad de la prolongación, de nuevo Iglesias cabeceó a la red ganando el salto a Mikel Merino en una falta. Y se acabó.

Nadie va a olvidar el atenuante del atraco arbitral, el único que faltaba hasta la fecha para justificar una crisis galopante que en otros clubes provocarían despidos, pero tampoco nadie está a salvo de los resultados cuando se repiten los mismos fallos. Se puede y se tiene que reaccionar. Ya solo quedan tres competiciones. Alguno dirá que esto le viene hasta bien. El tiempo lo dirá.