a vida sigue igual. Jokin Aperribay desmintió con una inusitada vehemencia la llegada de un central escudándose en un alegato de la cantera mientras presentaba a un delantero de 24 años que firma por seis temporadas. Ante todo coherencia, claro que sí. Y eso que nadie discute que tras la salida de Willian era obligatoria la incorporación de un sustituto. Lo que no se da cuenta es que, con su supuesta inacción para apuntalar la zaga en uno de los años más ilusionantes de todo su ya longevo mandato, está cometiendo una temeridad y una imprudencia. Las referencias de los centrales del Sanse Urko y Pacheco (sigue de baja) son magníficas, pero a día de hoy todavía no están preparados para jugar arriba. Por lo tanto, por muy buenos que sean o vayan a ser, no cuentan para el primer equipo en este curso. Menos aún en una demarcación tan delicada y especializada como la del central, en la que no puedes quemar ni exponer demasiado a los chavales que apuntan maneras. No sería justo olvidarnos de Arambarri, que está rindiendo a un nivel óptimo en el Sanse, pero a sus 23 años (los cumple este domingo) solo ha jugado 24 minutos y de lateral con Imanol. Por lo tanto, con cuatro competiciones por delante, con una final de Copa 33 años después, una eliminatoria de máxima exigencia ante el United y la obligación de acabar en puestos europeos en Liga incluida, la nómina de centrales estará formada por Aritz, con su desgraciada propensión a lesionarse por el simple hecho de que lo da todo en cada acción; Le Normand, el auténtico referente actual de la retaguardia; Zubeldia, un mediocentro reconvertido a zaguero que, como es normal, a veces comete pecados por carecer de todos los automatismos que exige el puesto; y, por último, Sagnan, que, al menos para mí (por sus decisiones parece que para Imanol tampoco), todavía no tiene el nivel necesario para esta Real. La obligación de la dirección deportiva a la hora de planificar es ponerse en lo peor y en el escenario de la batalla de todas las batallas que se celebrará el 4 de abril en La Cartuja. Llegados a este punto, la decisión de no traer un central me parece una imprudencia impropia de lo bien que se está gestionando la parcela deportiva desde la llegada de Roberto Olabe. Allá cada uno, pero no se puede decir que no están sobre avisados, porque gran parte de su afición lleva tiempo echándose las manos a la cabeza con el tema.

La llegada a préstamo de un zaguero con experiencia, contundencia y liderazgo no solo mejoraría las prestaciones de la línea de atrás, sino que también permitiría crecer a los jóvenes (Héctor Moreno dejó un gran recuerdo en este sentido). El pasado verano, Olabe declaró que no estaba convencido de que el mercado les asegurara soluciones: "Tanto hablar de lo de fuera nos debilitamos de las buenas cosas que tenemos dentro y no es justo. Tenemos la obligación de estar pendientes de lo que se mueve alrededor de nuestras necesidades. La unidad de reclutamiento está trabajando en todos los lugares. Pero tengo dudas de que lo mejor esté ahí fuera en la posición de central". Después se mostró tranquilo, porque el 1 de enero estaba cerca y en caso de que viesen que necesitaban apuntalar la posición podrían afrontar un fichaje. La Real ha ganado dos partidos de quince, es el peor de Primera en las diez últimas jornadas y si comparas su pareja de centrales de cada encuentro con la de los cinco clubes que le preceden la tabla, entiendes por qué ha caído hasta la sexta plaza.

Como me dijo un entrenador de Primera, "los cuatro delanteros de la Real serían titulares en el Sevilla". Entonces, si nos ven así, ¿por qué fallamos al competir contra ellos? ¿Qué es lo que no funciona? ¿No será que hay que tratar de reforzar la contundencia atrás de un equipo capaz de jugar de maravilla en ataque, como demostró ante el Betis, pero también de desnortarse y perder el rumbo al primer golpe que recibe? Sigo rescatando las palabras de Olabe al cierre del mercado estival porque no tienen desperdicio y en parte las podría llegar a entender, aunque se reconozca rehén del estilo: "No somos demasiado justos con la posición de central, más complicada en este que en otros equipos para llevar a cabo el trabajo que se le demanda. Nuestros técnicos les piden que jueguen bajo, estrecho, que tengan velocidad de reducción de espacios adecuada a la elite, que jueguen 50 metros a la espalda, que hagan pares para ser valientes e ir hacia arriba, que jueguen en carriles exteriores cuando los laterales suben.... Lo queremos todo. Seguro que en algunos contextos pueden rendir bien, pero no sé si aquí lo harían igual; hay jugadores extraordinarios que condicionan a lo que quiere jugar el entrenador". Pues igual aquí es donde tenemos un problema. Sobre todo si añadimos que en Zubieta llevan tiempo reconvirtiendo extremos en laterales que necesitan la fortaleza de un central para cubrirle las espaldas cada vez que sale a la aventura por su banda. La consecuencia es que has llegado a disputar un duelo clave como fue el del Pizjuán con una zaga compuesta por Gorosabel y Aihen en las bandas, dos carrileros más para jugar con tres centrales que laterales puros, y Zubeldia y Sagnan en el centro. Un pivote y un futbolista con condiciones y posibilidades, pero aún verde. El resultado de lo que sucedió ante un rival de Champions lo conocemos todos, a pesar de que, gracias a las indiscutibles prestaciones ofensivas del ataque, no estuvieron lejos de rascar un punto. El verdadero inconveniente de esa línea es que ninguno de ellos hace mejor al compañero que tiene al lado. Más bien lo contrario.

Vamos a intentar no perder la perspectiva. Que las ramas del estilo nos dejen ver el bosque. La principal misión de un central tiene que ser defender. Y está muy bien que apuestes por un patrón de jugador, pero en una plantilla de 25 futbolistas deberían estar representados todos los registros. Desde el central que saca de maravilla el balón jugado, como el que corta y despeja sin alardes ni contemplaciones cualquier pelota que se acerca a los dominios de su área. Por eso sorprende tanto que, a pesar de que el problema de puntería sea creciente, la prioridad ha sido cambiar cromo por cromo un delantero, con el agravante de que, en teoría, hoy por hoy, el que se ha ido tiene más gol (insisto, estoy ilusionado con el andaluz, aunque me genere dudas la ubicación de un segundo delantero en un casi inamovible 4-3-3). Recuerda un poco a la famosa frase de Benítez: "Es como si pido un sofá y me traen una lámpara".

Aunque sé que lo dijo con premeditación y alevosía, entiendo que Aperribay negase cualquier movimiento. No tengan dudas de que si los ha hecho y finalmente, por lo que sea, no ha conseguido cerrar nada, hubiese comentado lo mismo. Ahora bien, cuando se cumplen tres años de la dolorosa puñalada aún sin cicatrizar desde el punto de vista deportivo que nos dio Iñigo Martínez, si la puerta ya está cerrada, desear y confiar en que salga bien su arriesgada apuesta. Que las lesiones respeten a los defensas (Padre nuestro que estás en los cielos...) y a ver si le callan la boca de una vez al periodista pesado casi desesperado que lleva meses dando la nota reclamando la contratación de un central que nos confirme que en la Real de vez en cuando alguien tiene la sensatez de pensar en defender además de en atacar. Que al final parecemos más cruyffistas que el propio Cruyff y nuestro club, afortunadamente en muchos sentidos, siempre se ha encontrado en otra dimensión que su Barcelona. ¡A por ellos!