omo suele hacer el ya centenario Imanol, primero quiero permitirme la licencia de mandar mi más cariñoso abrazo de gol a mis compañeros de Mundo Deportivo en sus ediciones de Gipuzkoa y Bizkaia. Durante estos quince años en teoría eran competencia casi directa y en la redacción donostiarra mantengo más que colegas de profesión, amigos de verdad. De los que se cuentan con los dedos de la mano. Con eso queda todo dicho. Todo mi reconocimiento y admiración por su trabajo y los mejores deseos para que los redactores de tanto nivel que salen encuentren cuanto antes ubicación en otros medios. Ojalá se pudiera en el que laburo yo. Porque se lo merecen y son muy buenos. Al contrario que alguna parte de la prensa que se suele alegrar de estas horribles noticias al querer para sí mismos todas las partes del pastel, desde NOTICIAS DE GIPUZKOA queremos transmitirles que nos vamos a sentir cojos sin su habitual despliegue informativo. Un alto cargo de la Real me dijo un día con arrogancia: "Si nosotros ya no os necesitamos, tenemos nuestra página web". Imagino que tampoco le habrá entristecido demasiado que el medio que más espacio le dedicaba a la información del equipo eche la persiana a su edición más extensa. Al menos celebro que su información txuri-urdin continúe en un formato más reducido y seguirán dando guerra. Pero qué pena todo€

Cuando pasas muchos años trabajando en un periódico es imposible no acabar sintiéndolo como tuyo. Es más, te sale la expresión "mi periódico" cuando te refieres a él. ¡Ni que fuese nuestro! Pero por eso sé que les duele en el alma dejarlo. Yo siempre cuento la misma historia. Cuando comencé a ejercer mi profesión, hubo mucha gente que les comentó a mis padres: "Estaba cantado que Mikel acabaría de periodista deportivo". El motivo es que de txiki me sabía más jugadores y datos que Maldini y que, en cuanto tenía la oportunidad, pedía o rascaba por casa 20 duros para comprarme el Marca. Si se había acabado, buscaba Mundo Deportivo. Si tampoco había suerte, pedía el Sport. Y si no tenía ninguno, me resignaba a llevarme el As, que no me gustaba nada. Caprichos del destino, como ya conoce la gran mayoría, me estrené con la expresión "mi periódico" en este último. Un día iba por la universidad y yo, que soy disperso (algunos dicen que mi tara es selectiva y la utilizo para evadirme; se admite el debate) leí en un tablón de anuncios, por el que pasaba a diario y jamás había reparado en los papeles que pinchaban, una oferta para hacer una beca en el As. El resto ya lo saben, empecé a currar y estuve siete años allí. Cuando me fui, le pedí a una amiga y compañera, que era la que llevaba el departamento de documentación, que me sacara en papel las columnas de opinión (ahí le llaman Yo digo como bien podrá explicar el gran Ramajo) para llevármelas de recuerdo. Una de las primeras que escribí fue un artículo en el que elogiaba a Agustín Aranzabal e incidía en lo curioso que era lo exageradamente distinto que era de su aita, el malogrado y querido Gaztelu. Se suele decir, para explicar cuando guardamos semejanza con nuestro origen o nuestro entorno, la expresión de tal palo tal astilla. En este caso, salvo por su talento para jugar al fútbol en su querida Real, que no es poco, habría que corregirla con un "de tal palo, otra astilla" (ese fue el genial y original titular que se me ocurrió, o al menos me lo pareció a mí; luego lees la portada de ayer de MD con el brillante Portu Berri On y te das cuenta de que es muy flojo).

Como sabrán, Gaztelu era bajito y no tenía excesiva clase, pero atesoraba un carácter que le permitía partirse la cara con todos. Podía jugar en cualquier puesto que le pusieran. Lo que fuese con tal de apoyar al equipo. Incluso contaba en privado que una vez estuvo a punto de ponerse los guantes, porque los dos porteros se habían lesionado. Fue dos veces internacional. Por el contrario, su hijo Agustín era alto, con una planta imponente, fino y con mucha calidad. Formó junto a De Pedro una de las mejores bandas izquierdas del club. Fue 28 veces internacional y acudió a un Mundial y a una Eurocopa.

Los que siguieron la carrera de Gaztelu cuentan infinidad de anécdotas suyas. Por lo que parece, era una persona entrañable y el alma del equipo txuri-urdin que se proclamó campeón de las ligas. Los Zamora, Satrustegui, López Ufarte... le adoraban. Por eso cuando cometió ese doloroso error en el maldito partido de Sevilla que les privó del primer título el año de la imbatibilidad, sus compañeros estaban literalmente destrozados. No solo por lo perdido, sino por el sufrimiento del que era su gran líder que, como se pueden imaginar, no encontraba consuelo. Mi historia preferida me la narró varias veces mi tío Iñaki. Me contaba que en un partido disputado en el Calderón, la Real se presentó sin sus delanteros y actuó de 9. Recuerdo que hasta se ponía de pie para explicarme el espectáculo que fue ver cómo saltaba con las dos fieras de los centrales atléticos y cómo se llevaba todos los balones a pesar de sus escasos 169 centímetros. Era un hombre que se hacía querer, tanto fuera como dentro del campo. Que se había alejado de lo que era el fútbol desde que se retiró, pero para que se hagan una idea, mi amigo Iñigo Taberna, de Onda Cero, logró meterle en antena mientras entrevistaba a uno de los más grandes de aquel equipo y al terminar estaba tan emocionado que se tuvo que meter en el baño para enjugar las lágrimas que luego disimuló. No digo quién fue por respeto, pero les doy una pista: el más sensible y otra persona que tiene ganado el cielo.

En la actualidad también contamos con un digno heredero de la polivalencia de Gaztelu en Zubeldia. El azkoitiarra ya no se define como mediocentro, lo que es, porque ha hecho guardias en casi todas las garitas. Y en todas ha cumplido con nota. En la misma banda de San Mamés donde acabó de lateral derecho, protagonizó una jugada antológica actuando por delante que finalizó con el inolvidable tanto de Sangalli en aquel 1-3. Propongo probarle algún día de 9 a lo Gaztelu en el Calderón, seguro que algo rascaría.

Rescato el gen competitivo del bergararra para sentenciar que la Real siempre ha necesitado contar con futbolistas de esa casta y esa garra. Y en muchas ocasiones han sido futbolistas navarros los que han aportado estas características vitales para que brillen los otros, los de mucha calidad, los Aranzabal. El conjunto de Imanol se presenta al duelo de hoy con el arma secreta de destrucción masiva de hasta cinco jugadores nacidos en la Comunidad Foral para enfrentarse a un Osasuna, al que siguen adorando todos ellos, anclado en zona de peligro. Y además, van a ser un verdadero problema, porque son excelentes futbolistas que hubiesen formado un conjunto rojillo de época en caso de reunirse en Tajonar. En este caso, muy a su pesar, sí que se cumple a rajatabla el dicho de que de tal palo, tal astilla€ ¡A por ellos!