n el comienzo de El Quijote se hace referencia a un plato de la gastronomía manchega, Duelos y quebrantos, que se servía los sábados coincidiendo con tiempos de semiabstinencia. Más o menos, en el punto en el que nos encontramos. Duelos, por todo lo que nos falta, y quebrantos, por lo que supone no disfrutar de las rutinas habituales en nuestro día a día. En medio de un paisaje poco halagador llegó el Granada con sus cosas y problemas. Plausible actitud sobre el terreno de juego. Pese a perder se comportó con dignidad y lo dio todo, alimentado por la ilusión de la gente joven que debutó en la categoría y no se olvidará jamás de la experiencia.

Esta misma semana cumplió años un deportista guipuzcoano que fue campeón del mundo en la modalidad que practicaba. Le envié un mensaje de felicitación y recibí contestación. Una respuesta de esas que te lleva a pensar. La compartió, repasando su historia a lo largo de este año. Fue intervenido de un hombro, le afectó el coronavirus y no ha podido celebrar como quisiera el cumpleaños. De las cosas que le escuché, una me llamó la atención por encima de las demás: "Nos estamos haciendo más antisociales que nunca". Desde que me lo dijo, he dado bastantes vueltas a la frase y a la realidad y al comportamiento de todos. Nos está cambiando la vida, casi sin darnos cuenta. O dándonos.

Reconoció que se mueve en un círculo muy reducido de personas, guardando todo tipo de medidas, tanto fuera como en su domicilio. Los padres de este chico fueron a casa para felicitarle, a la hora del café, justo la víspera en la que la hostelería debía bajar la persiana. Se saludaron, pero no mucho más allá. "Mi madre me dice que entre la operación, el virus y lo que vivimos ahora, no me ha podido dar un abrazo y que está deseando hacerlo como Dios manda". El mensaje compartido concluía con la capacidad de espera hasta que llegue el momento de vivir todo con más intensidad y mejor.

Os cuento esto porque ante la situación del Granada y su partido en Anoeta se ha hablado y escrito mucho. Contraste de pareceres, duelos y quebrantos según los colores. Nadie duda de la situación del conjunto nazarí, pero pedirle a la Real Sociedad que se solidarice con el aplazamiento, cuando menos chirría. Existe un Comité de Competición, bendecido por el CSD, que aplica la normativa vigente, el protocolo aprobado y santas pascuas. Los demás, a dar palmas. Se establecieron en su día unas condiciones para aplazar un partido y es lo que hay. Guste o no guste. La nota informativa de la propia LFP no tiene desperdicio al referirse al comportamiento del club andaluz en este proceso, tanto respecto al partido de ayer como al del jueves en Chipre.

Es obvio que la situación del rival menguaba su valor. Ya sabemos que no es lo mismo enfrentarse a unos, que a otros. Se supone igualmente que Imanol y los jugadores, junto a los analistas, prepararon el partido en función del rival y su habitual rendimiento. Tanto cambio, tanta emergencia, tanta decisión de última hora y tanto trajín para juntar trece jugadores convocados, no ayudaba a seguir el plan previsto. Son partidos peligrosos, con un olor parecido a los que te tocan en Copa ante rivales de inferior categoría. Hay que saber jugarlos, no desconcentrarse y cumplir el objetivo. Si no, te vas a casa. Ayer la Real lo hizo a medias.

El partido era un marrón en toda regla. Comenzó bien, cobró ventaja y especuló bastante con ella. Hasta tal punto que, en el tramo final del encuentro, se descosió y cedió demasiado. La concentración era necesaria y nos despistamos. Primero, en la expulsión de Le Normand que complica la situación en la línea que sufre más quebrantos en la plantilla y, luego, el penalti que terminó deteniendo Alex Remiro. Lo mismo que con anterioridad sucedió en el área contraria. Allí defendía los palos un juvenil que atiende por Ángel Jiménez. Brilló y vivió con pasión la experiencia y, por supuesto, no se desconcentró ni medio segundo. Le paró el remate a Willian José, al que Oyarzabal regaló la oportunidad de marcar desde los once metros. ¡Bonjour tristesse! Era la mejor oportunidad para redondear el tanteo y dejar el quebranto final para otro rato. El portero soñará con ese momento y su representante llamará al despacho de quien corresponda para pedir mejoras en el contrato.

Es posible que al rival, por fallos en los cambios, le den el partido por perdido al no contar con las suficientes fichas profesionales en el tramo final de la contienda. Más allá de eso, la Real suma tres puntos y mantiene el liderato durante un par de semanas porque llega el parón de las selecciones. Momento de reflexión y de valorar las cosas positivas. Por ejemplo, Nacho Monreal. Un gol y una acción que termina en el punto fatídico. También Jon Guridi, que sabe aprovechar con solvencia los minutos que juega después de su lesión. Buena noticia ver de nuevo a Joseba Zaldua sobre el césped. Era su primer partido desde el inicio de temporada. Seguro que las bisagras le chirriaron un poco, pero seguro que se van engrasando poco a poco y es uno más a disposición del entrenador.

En los prolegómenos, se hizo entrega al capitán txuri-urdin del trofeo al MVP del mes de octubre. Seguro que es de diseño y que vale su precio y todo eso, pero me parece horroroso. Vamos, que no lo ponía en la estantería de casa ni por decreto. Oyarzabal volvió a acertar desde el punto de penalti, engorda las estadísticas y se va junto a Merino camino de Holanda para jugar un amistoso internacional. Que se cuiden, que no está el horno para muchos bollos. Justo los que no puedo untar con el café con leche de las mañanas, en el sitio de todos los días al que no puedo entrar hasta que decidan lo contrario. Como os decía al principio, vivimos días de duelos y quebrantos.