- El listón estaba donde estaba, muy bajo, al nivel marcado por Rosenborg y Vardar en la Europa League 2017-18. Así que para la Real supuso ayer una especie de shock verse encuadrada en un mismo grupo con Nápoles y AZ Alkmaar, dos rivales potentes que le dificultarán el acceso a los dieciseisavos de final del torneo. El camino se complica respecto a lo vivido hace tres años, pero tampoco conviene ahora exagerar las cosas y, recurriendo a titulares tópicos y grandilocuentes, etiquetar como hazaña la empresa que los txuri-urdin intentarán completar durante las próximos semanas. Se han encontrado con una liguilla exigente, muy dura, porque incluso los croatas del Rijeka parecen capaces de robar algún que otro punto. Pero clasificarse para la siguiente ronda supone un logro perfectamente al alcance del equipo de Imanol. Será difícil. Pero también parece muy posible.

Nápoles, AZ Alkmaar y el propio Rijeka. Se trata de la lista de adversarios europeos de la Real, cuyo sorteo fue dibujando ayer paulatinamente un panorama cada vez más complicado. En primera instancia, los condicionantes televisivos del acto llevaron a los txuri-urdin, cuyos partidos no pueden coincidir en horario con los del Villarreal, a emparejarse con el equipo italiano. Mal para empezar, pues los de Gattuso, junto a Arsenal, Tottenham y Roma, apuntaban a rivales más exigentes de entre los cabezas de serie.

El segundo golpe fue más duro, ya que el factor que suele marcar la dificultad de una liguilla acostumbra a residir en el nivel de los equipos salidos de los bombos a priori más flojos. Aquí la coincidencia con el Nápoles implicó evitar al Milan. Bien. Pero esquivar a los rossoneri convirtió ipso facto al AZ Alkmaar neerlandés en el rival del que huir como de la peste en la tercera etapa del sorteo. Pues bien, dicho y hecho. Tocó el AZ, destinado en primera instancia al grupo E. Respiraron entonces los txuri-urdin, antes de comprobar que en ese mismo grupo E figuraba el PSV Eindhoven. Los de Alkmaar se movieron así al F, para terminar de amargarnos el mediodía.

¿Y del bombo final qué? Puedo ser mejor, pero también pudo resultar mucho peor. Ningún condicionante evitaba que cualquier club francés, el Lille o el Niza, completara lo que se habría convertido en un auténtico grupo de la muerte. Evitaron a ambos los de Imanol Alguacil, a quienes sin embargo tampoco es que les correspondiera una perita en dulce. El citado Rijeka, campeón de la copa croata, es con diferencia el peor equipo de la liguilla. Pero cuentan que atesora nivel suficiente para dar un susto a sus adversarios, principalmente en tierras balcánicas. No se trata, en definitiva, de un Vardar. Ni siquiera de un Rosenborg a la baja como el que vimos en Donostia en 2017. Así, los duelos directos entre Real, Nápoles y AZ apuntan a resultar decisivos. Pero también marcarán la diferencia los hipotéticos tropiezos de todos ellos contra el cuarto en discordia.

Se den como se den las cosas, no parece que el factor ambiental vaya a marcar el devenir del grupo. La UEFA autoriza llenar hasta un 30% de los estadios, siempre con afición local. Pero por ejemplo Holanda e Italia, principalmente los neerlandeses, resultan países restrictivos con los acontecimientos públicos, siendo las autoridades locales quienes tienen la última palabra. ¿Anoeta? Prevalece la normativa del Gobierno Vasco, que fija un máximo de mil espectadores. Habrá que ver ahora cómo gestiona la Real esta posibilidad.