Real Remiro, Gorosabel (Blasco, m. 60), Llorente (Aritz, m. 45), Sagnan (Le Normand, m. 45), Monreal (Aihen, m. 45), Zubimendi (Zubeldia, m. 60), Merino (Guridi, m. 60), Roberto López (Navarro, m. 60), Portu (Barrenetxea, m. 45), Oyarzabal (Bautista, m. 60), Isak (Willian José, m. 45).

Huesca Andrés (Álvaro, m. 45), Pedro López (Cofrades, m. 75), Pulido, Mosquera, Javi Galán (Luisinho, m. 45), Mikel Rico (Carlos Kevin, m. 65), Seoane (Molina, m. 75), Juan Carlos, Eugeni (Nwakali, m. 45), J. Muñoz (Peñaloza, m. 45), Okazaki (Rafa Mir, m. 45).

Goles 0-1: Juan Carlos (m. 32), 1-1: Merino (m. 46), 1-2: Rafa Mir (m. 68, p.), 2-2: Bautista (m. 87)

Árbitro Rezola Etxeberria. Amonestó a Gorosabel, de la Real, y a Seoane y Cofrades, del Huesca.

Incidencias Partido sin público en Zubieta.

- Si hay que fallar, que sea ahora, en pretemporada. Esa es la conclusión que puede sacar la Real del empate que firmó ayer en Zubieta, en el segundo test del verano, ante el Huesca. El equipo oscense, de vuelta a Primera este curso tras un año en la división de plata, no fue mejor, pero aprovechó las que tuvo. Principalmente, dos. Los dos goles que desnivelaron la balanza hasta que Jon Bautista, que encarna la figura del joven de la casa que va a pelear hasta el final por tener hueco en el equipo, puso el 2-2 con un cabezazo. La Real tampoco es que asediara la portería rival, pero propuso más, buscó con mayor descaro el gol.

Desde el pitido inicial, los hombres de Imanol Alguacil salieron enchufados. El rodaje exprés de este verano así lo pide, además. No hay minutos que perder y, por eso, los txuri-urdin plantearon un partido veloz, sin descanso. El Huesca le siguió, le aceptó el reto. Y mostraron que, sí, el de ayer era un amistoso, pero un amistoso de Primera División.

Presión muy alta la que planteó el equipo altoaragonés a la Real, que salió con un once que juntaba veteranía con juventud. Experiencia con potrillos. Álex Remiro se puso bajo los palos. Andoni Gorosabel y Nacho Monreal corrieron por los laterales, con Diego Llorente y Modibo Sagnan, protegiendo la defensa; en el centro, Mikel Merino y Martín Zubimendi, una pareja que cada día casa mejor, con Roberto López probando y probándose algo más adelantado. En las bandas, Mikel Oyarzabal y Portu trabajaron para ofrecerle balones de gol, sin suerte, a Alexander Isak, que en los próximos días viajará a Suecia para concentrarse con su selección. Despedida, por unos días, algo triste para el delantero, que a pesar de no marcar volvió a demostrar su importancia en el ataque txuri-urdin. No es solo es lo que remata, sino lo que genera para el equipo. Desmarques y combinaciones, como la del minuto 18, con 0-0 en el marcador: el ariete sueco bajó casi hasta el centro del campo para ofrecerse a Llorente, que le encuentra. Toque del escandinavo a Roberto López y éste a Oyarzabal, que le puso un caramelo a Monreal para el centro, teledirigido a los pies del capitán. Lástima que el balón diera antes casi sin querer en la bota de un defensor oscense, porque el 1-0 ya estaba cantándose en el José Luis Orbegozo.

Antes, Llorente volvió a mostrar que, cuando le salen las cosas, es un defensa de lo más provechoso. En ataque es atrevido y sus golpeos, afilados. Uno de esos balones le dejó a Gorosabel solo en la banda derecha para que centrara a placer. El envío quedó en nada, pero el "¡Qué buena, Diego!" desde el banquillo donostiarra se escuchó bien alto. Ánimos que seguro agradeció un jugador continuamente cuestionado y que ayer estuvo a un gran nivel.

Con la Real tocando y creando, llegó el gol visitante. Uno de esos tantos que no se pueden permitir durante la temporada. Bajo un aguacero, el Huesca encontró un agujero, regalado por Mikel Merino. Otro Mikel, Rico, le había placado antes. Falta de rigor en campo de la Real que el navarro quiso sacar rápido, y así lo hizo, pero al rival. Juan Carlos se encontró con el presente y lo llevó a galope hasta la portería de Remiro, que no pudo hacer nada ante el obús del delantero gallego.

Otra nota positiva del partido de ayer fue la reacción. La capacidad del equipo de devolver el golpe recibido. De hecho, lo hizo el propio Merino nada más arrancar la segunda parte. Se redimió con un gol de mucha clase. Gorosabel recuperó un balón mal sacado por el portero y lo hizo fácil: unos pasos hacia delante, centro lateral al pecho de Willian José -suplió a Isak en el entretiempo- que se escurre, llega a los pies de Merino y éste bate por bajo a Andrés Fernández.

En esos minutos, y a pesar del frío otoñal, el partido se calentó. Se desconoce si Jaime Seoane tiene algo en contra de la Real, pero no pareció entender que el de ayer era un amistoso más de pretemporada: dos entradas innecesarias y con peligro, sobre todo, una a Gorosabel con los pies en alto alteraron el buen ambiente que reina en este tipo de encuentros veraniegos. Vio amarilla el mediocentro, y también el lateral txuri-urdin pocos minutos después por una entrada a destiempo en su banda.

Tan innecesarias fueron esas faltas como el penalti que cometió Le Normand en el minuto 67. Otro de esos errores que, menos mal, se producen ahora que no hay nada en juego. Un centro sin peligro del Huesca acaba golpeando a Jon Guridi, otro de los que tuvo minutos en el segundo tiempo, con tan mala suerte que el balón se escupe hacia la mano del francés. Penalti tonto, de esos que ahora se pitan tanto, que transformó Rafa Mir.

En la recta final del partido, la Real siguió intentándolo, buscando no caer por errores propios. El juego bajó tanto de ritmo como de nivel, pero en una de sus últimas internadas, otro de los jóvenes realistas que están llamados a tener una mayor presencia más pronto que tarde en el equipo, el donostiarra Ander Barrenetxea, recibió un balón por la izquierda, y tras caracolear, su centro medido lo impulsó, con la misma fuerza con la que ha vuelto a Zubieta, Bautista a la red. Empate final y a por la próxima semana. Ya con David Silva en el equipo.

Intensidad. El Real-Huesca de ayer dejó claro que estamos ya cerca del inicio de la Liga. Lo evidencian los entrenadores, con sus onces y sus descartes, pero también los jugadores. Para ser un amistoso, la intensidad por momentos se tornó en agresividad. No malintecionada, seguro que no, pero sí desproporcionada. Durante la parte central del partido se produjeron entradas innecesarias que pudieron hacer daño a los futbolistas. Especialmente, una del visitante Seoane a Gorosabel con el pie en alto. El propio Gorosabel también fue amonestado, igual que el oscense Cofrades.

Amistosos