- La Real tiene que ganar al Granada. No hay marcha atrás. Ha llegado la hora de olvidarse de todos los condicionantes externos que les están perjudicando de forma descarada y escandalosa y centrarse solo en que si suman los tres puntos ante los andaluces esta tarde, los blanquiazules acabarán la jornada 35 en sexta posición. Es decir, en puestos de clasificación directa para la Europa League. Aunque sea sin el calor del público, el partido se juega en Anoeta y la Real está obligada a hacer valer, de unas vez por todas, el efecto cancha. Si ante el Espanyol se logró romper con la mala racha de forma casi agónica y en Levante se empató dejando unas sensaciones muy contradictorias, es el momento de confirmar la mejoría y de demostrar que se ha superado el bache y que este equipo es capaz de sacar los puntos necesarios para obtener el pasaporte europeo.

No va a ser fácil. Porque la situación no lo es. La plantilla realista se encuentra en una situación física límite. Con 16 jugadores de la primera plantilla disponibles, dos de ellos porteros, varios de ellos tocados después de sobrevivir al horno de La Lucía. Y, en lo que siempre será una buena noticia, aunque inesperada para esta campaña, con varios futbolistas del filial que han pasado de no tener opciones de jugar a ser casi titulares. Como es el caso de Martín Zubimendi.

Lo peor de todo, y lo más inquietante, es que el Granada, que todavía tiene opciones de convertirse en aspirante a viajar al viejo continente el próximo curso, se presentará en Donostia con dos días más de descanso. Lo cual, en una competición exprés, con once jornadas en 38 días, simplemente es vergonzoso y adultera de forma descarada la competición. Para los andaluces es una auténtica final, ya que se encuentran a cuatro puntos de los realistas. Para estos, que valoran mucho el depender aún de ellos mismos cuando ya solo quedan cuatro etapas, todavía habrá más opciones aunque no logren el triunfo, pese a que sus opciones quedarán seriamente trastocadas. Sus cuentas pasan por sacar los dos duelos de casa ante Granada y Sevilla y tratar de pescar algo en Vila-Real y el Wanda. No se puede decir que su calendario sea sencillo. Es más, de todos los aspirantes a los puestos europeos es probablemente al que más exigente final le espera.

Imanol está tratando de oxigenar a la plantilla para minimizar los efectos del agotamiento. Por eso sigue promediando una media de más de cuatro cambios por encuentro en sus alineaciones. En principio, lo esperado es que Gorosabel y Monreal ocupen los laterales, con Llorente y Le Normand de centrales. Así Aritz podría solucionar cualquier contratiempo en la derecha y en el eje. En el centro del campo, Zubimendi parte como favorito para seguir en el once, con Merino y, si está bien, Odegaard por delante. En la delantera, lo lógico es que jueguen Portu, Willian José (Isak no entrenó ayer) y Oyarzabal. Pero todos ellos dependen del estado físico en el que se encuentren y de si realmente se han recuperado de la insolación alicantina.

El Granada es uno de los equipos más difíciles de la Liga. Muy competitivos, al estilo Getafe, pero sin ese carácter tan marrullero y canalla. Son incómodos y sus partidos casi siempre resultan muy igualados. Soldado y Carlos son dos delanteros capaces de amargar la tarde a cualquiera. Aunque su fuerte es la potencia y la fiabilidad de un bloque compacto y muy bien trabajado por Diego Martínez, que todavía sueña en grande en la Liga y que se quedó a diez minutos de ser el rival txuri-urdin en la final de la Copa.

Imanol, que no dio la lista porque tiene a varios tocados, como Isak, que no se entrenó ayer, volverá

a hacer varios cambios