¿Merece la pena seguir ilusionándonos? ¿Miramos a la clasificación? ¿Damos carpetazo a las aspiraciones europeas? Imanol se ha mostrado molesto últimamente con los comentarios surgidos tras el empate en Valladolid el pasado domingo, análisis que no otorgaban a su Real posibilidades de billete continental esta temporada. Y, por otra parte, el equipo no ha mostrado a lo largo de esta semana de tres partidos la regularidad necesaria para consolidar una candidatura seria. A estas alturas de la película, con victorias como la lograda ante el Betis alternándose con decepciones a domicilio, parece obvio que ser optimista o pesimista respecto al futuro de la campaña entra más que nunca en el terreno de lo subjetivo. Europa se ha convertido en una cuestión de fe. Allá cada cual con sus expectativas, buenas, malas o regulares.

El equipo txuri-urdin parece inmerso en un bucle sin fin. No termina de dar dos pasos consecutivos en firme. Y tampoco acaba de descolgarse por completo. No encuentra la regularidad suficiente como para enganchar a su gente y convertir Europa en un sueño común. Pero tampoco ve en la clasificación una realidad que eche por tierra todas sus posibilidades. Sirva la situación actual de la tabla para ilustrarlo. Desde el reciente parón se han celebrado ya tres jornadas de Liga, en las que la Real ha empatado en Valladolid en un partido gris, ha logrado un meritorio triunfo contra el Betis y ha encajado una dolorosa derrota en Vigo, tras una contienda de alternativas. Muchos vaivenes para pocos cambios clasificatorios.

La situación aún da para que quienes ven el vaso medio lleno confíen aún en viajar por Europa el próximo curso. La séptima plaza, muy susceptible de tener premio, se encuentra a cinco puntos, y la ocupa un Alavés que parece perder fuelle y que en la próxima jornada visitará al Espanyol. Una derrota de los vitorianos, unida a una victoria txuri-urdin ante el Eibar, metería a los de Imanol en la pugna de nuevo, con seis partidos por delante, jugándose además uno de ellos en Mendizorroza. Al fin y al cabo, la semana que ayer terminó ha demostrado que un par de jornadas dan para mucho, y que la Liga está lo suficientemente igualada como para protagonizar un importante paso adelante en caso de enlazar dos victorias.

Ocurre, sin embargo, que la Real solo ha logrado dos triunfos consecutivos dos veces este curso, una con Garitano (ante Levante y Celta) y otra con Imanol (frente a Real Madrid y Espanyol). Sucede, además, que la empresa no se presenta ahora mismo excesivamente sencilla, ya que tras el mencionado derbi contra el Eibar tocará visitar el Camp Nou. Y trasciende todos estos datos objetivos la sensación global de que el cuadro txuri-urdin necesita dominar más registros futbolísticos para resultar fiable. En líneas generales, y con la excepción de Valladolid, es la Real un equipo que entra bien a los partidos. Si su planteamiento inicial no termina de funcionar, Imanol se las suele arreglar para reconducir la situación con un par de retoques. Pero 90 minutos dan para mucho e introducen los encuentros en terrenos que, en clave blanquiazul, resultan pantanosos demasiado a menudo. El ideario realista pasa por presiones altas, defensas adelantadas, juego combinativo... Pero cuando el plan A no se puede aplicar, el B, el C y el D no están dando resultado. Y así es muy difícil confiar.