Muchos no han tardado en lanzar las campanas al vuelo proclamando que el cambio de entrenador lo había solucionado todo. Incluso pusieron el ojo en las rotaciones. Pocos entrenadores han dado más valor a la totalidad de la plantilla como Asier Garitano. No es oro todo lo que reluce. Las meritorias pero afortunadas victorias ante el Real Madrid y el Espanyol en la Liga no han confirmado de forma fehaciente que esta Real es diferente tras el relevo en el banquillo. Y esto no es una crítica a Imanol, con el que todavía la Real no conoce la derrota, lo cual hay que valorarlo en su justa medida.

Cuando llevamos varios meses denunciando que se le están escapando muchas oportunidades imperdonables, la Real solo consiguió rescatar un punto en Vallecas en un partido en el que no pasó casi ningún apuro. Como sucedió el jueves en la Copa ante el Betis, las dos primeras ocasiones del Rayo acabaron en gol. Al menos, ante una defensa impropia del nivel de la categoría, Héctor Moreno y Willian José, en una desesperante segunda parte en la que no pasaba nada, sellaron una igualada que, visto lo visto, no es un mal resultado para los donostiarras. Pero opciones de ganar fuera como la de ayer muy pocas se va a encontrar de aquí hasta el final de temporada. Y si no, al tiempo. Tras empatar, los blanquiazules dispusieron de varios ataques para firmar la remontada, pero finalmente fue Rulli quien salvó el punto con dos intervenciones de enjundia.

Imanol apostó otra vez por el mejor once que podía alinear si se tiene en cuenta el nivel y el estado de forma de los convocados. El técnico decidió darle confianza a Theo, en lugar de devolverle la titularidad a Aihen Muñoz, como se podía esperar, y en el centro del campo repitió el binomio Illarra-Zubeldia, que nunca le ha convencido demasiado, al que acompañaba en esta ocasión Sangalli. Arriba, los tres mosqueteros, Januzaj, Willian y Oyarzabal. Finiquitada la Copa y pese a que hubo un partido exigente entre semana, no parecía normal seguir dosificando esfuerzos con más rotaciones de lo habitual. Ya solo queda la Liga. Algunos ya pueden respirar tranquilos. Una competición hasta el final de curso. La vida sigue igual.

la copa no es excusa Seguro que estos, los de siempre, los agoreros coperos, culparán al desgaste del encuentro ante el Betis la mala actuación en la primera parte de los blanquizaules. El Getafe, que se clasificó el martes para los cuartos del torneo del KO en Valladolid, con un plantel de mucha menos calidad que el txuri-urdin, destrozó a todo un Alavés el viernes con una goleada imperial. La misma historia de siempre, la Copa solo perjudica a la Real. Los demás siempre encuentran la forma de competir en ambas competiciones. Menos mal que solo es un mes; imagínense lo que supondría aguantar la tabarra mucho más tiempo de estos auténticos perdedores que no tienen problemas en hacer siempre de menos a la gran Real Sociedad.

Nunca es fácil jugar en Vallecas. Se trata de un estadio estrecho, que domina a la perfección el Rayo, que sabe jugar muy bien sus cartas. Sobre todo cuando cuenta con el viento a favor por haber encadenado tres victorias consecutivas. Los vallecanos no necesitaron generar más de dos ocasiones para lograr ponerse con un cómodo 2-0 en el marcador. Lo peor de todo es que, pese a no producir ocasiones, la sensación era que estaban muy cerca sus dianas. A la Real siempre se le notó espesa en Vallecas. Sin las ideas claras. Con muchas pérdidas de balón. Sin saber muy bien a lo que jugaba. ¿Les suena? Justo lo mismo que le sucedía al equipo con Garitano. La mayor pena es que Oyarzabal dispuso de una ocasión clarísima para adelantar a los suyos pasado el cuarto de hora, pero, tras controlar de forma magnífica el servicio en largo de Illarra, no consiguió dirigir con precisión su disparo. Solo cinco minutos después, en el primer disparo entre los tres palos local, Santi Comesaña conectó un trallazo impecable que hizo inútil la estirada de Rulli. Sin tiempo para reponerse, un balón largo de Raúl de Tomás, que se tragó Moreno, lo definió Embarba picándolo por encima de un Rulli que nos recordó su facilidad para tapar muy poca portería pese a proceder de la escuela argentina.

Los blanquiazules trataron de reaccionar del doble mazazo y Oyarzabal volvió a fallar en un balón franco que le sirvió con la testa Theo. A los 38 minutos, Moreno cabeceó escandalosamente solo a la red una falta botada por Illarra. Era el mejor recordatorio de que la zaga vallecana era una verbena y que parecía mentira que los realistas no les exigieran mucho más. El partido estaba abierto.

En la reanudación, todos esperábamos una salida fulgurante y decidida de los realistas en busca del empate. Pero su primera aproximación con algo de veneno no se produjo hasta el minuto 77. Ahí queda dicho y nada mejor resume la actuación de los blanquiazules ayer, ante la peor zaga de la categoría, como ya había demostrado con creces en el choque de ida en Donostia, donde también se llevaron un empate a dos goles. A falta de ocho minutos para el final, poco después de que Zubeldia desperdiciara un cabezazo en inmejorable posición, el azkoitiarra dio su mejor pase de la noche a Januzaj, y este, tras intentar regatear sin éxito al meta rayista, asistió a Willian para que, con suspense, lograra el definitivo 2-2.

Una vez más, la falta de fiabilidad de los guipuzcoanos se plasmó con dos oportunidades clarísimas de De Tomás y y Velázquez a las que respondió con muy buenas manos Rulli. En el otro área, una buena acción de Sandro la decidió culminar Juanmi con un pobre disparo demasiado centrado cuando Januzaj se encontraba completamente solo para empujar el balón a la red.

Y se acabó. Un pobre empate. Y un juego bastante peor. Una Real decepcionante. Y esto no tiene nada que ver con la Copa, eso solo son excusas de perdedores, y sí con una plantilla descompasada. No había más que ver la convocatoria para reafirmarse en que algo ha fallado en la planificación. La Real sigue sin dar el paso definitivo. Tras el varapalo de la Copa, necesitábamos una alegría en el día de San Sebastián. Y nos quedamos con muy mal sabor de boca pese a que Willian empató a diez minutos para el final. Eso no es normal y sucede por algo. Demasiadas oportunidades perdidas. La vida sigue igual. Era todo mentira.