donostia - La Real se encuentra en un estado de expectación ante lo que pueda suceder en cuanto el Manchester City abone los 70 millones de euros para incorporar a Aymeric Laporte. Como es el pago íntegro de su cláusula de rescisión, LaLiga modificó el pasado mes de julio el reglamento para proteger a los clubes menos poderosos que se viesen perjudicados con la pérdida de un jugador del que no pretendía desprenderse: “Si en los 15 días naturales previos a la fecha de finalización de cualquiera de los períodos de inscripción un jugador rescindiera de manera unilateral el contrato laboral vigente con su equipo amparándose en el Real Decreto 1006/1985, la entidad en la que este estuviera inscrito dispondrá de un plazo excepcional de 30 días a contar desde el que se produzca la rescisión para poder inscribir a un nuevo jugador”.
Por lo tanto, aunque la ofensiva del Athletic se da por segura sobre todo desde su propio entorno, esta no se va a producir con la presión del reloj. Siempre según las informaciones procedentes desde Bilbao, el club rojiblanco está dispuesto a poner mucho dinero sobre la mesa del central de Ondarroa. Cantidades desorbitadas, como varias de las fichas de los mejor pagados de su plantilla, más propias de los clubes más poderosos del campeonato que de los de la zona media-alta.
Pese a todo, no lo van a tener nada fácil para convencer a Iñigo. El canterano ha dejado muy claro su cariño por la Real, con pruebas concretas y convincentes, como las negativas a las anteriores propuestas de Ibaigane. Aunque el hecho de que no quisiera aumentar los 32 millones de su cláusula levantó críticas en la atmósfera txuri-urdin, el argumento del zaguero fue el poder decidir su destino y su libertad cuando fuera su voluntad. En el hipotético caso de que recalara en Bilbao, sería plenamente consciente de la jaula de oro en la que entraría, de la que es casi imposible salir debido a que su nueva cláusula iría en consonancia con sus emolumentos (a Kepa le han puesto 80 millones).
Hay otras dos circunstancias a tener en cuenta. En el siempre hipotético caso de que se fuera ahora, no podría participar en la Europa League, por haberla jugado ya con la camiseta de la Real. Y, por último, la más importante y valorable, es que desde que recaló en Zubieta siempre ha ido de la mano del club, nunca ha querido actuar a sus espaldas y es plenamente consciente de lo que supondría cruzar la A-8 para jugar en el eterno rival.
pilar realista Hasta el momento nadie del Athletic se ha puesto en contacto ni con el jugador ni con sus representantes. En principio, la Real aguarda acontecimientos con la lógica inquietud por no poder controlar lo que sucede en el back stage. En esta ocasión no se plantea una subida de sueldo para sofocar el posible incendio, aunque tiene claro que Iñigo es uno de los pilares de su proyecto y que perderlo supondría un obús de alcance en su línea de flotación. En todo caso, la amenaza del Athletic es perpetua, por lo que si no lo consigue ahora, no se descarta que regrese a la carga con todo en verano.
Otra circunstancia a tener en cuenta es que en la supuesta salida de Iñigo previo pago de la cláusula, la Real también tendría un mes para fichar un recambio. Si todo transcurre según el guion no previsto por los gestores realistas, apunten el nombre del espanyolista Mario Hermoso como uno de los centrales zurdos que tiene subrayado en rojo la dirección deportiva txuri-urdin. Ya pensó en él cuando Iñigo estuvo cerca del Barça.