DONOSTIA. No lo reconocían abiertamente, pero en el fondo los realistas les tenían muchas ganas al Eibar. Sobre todo después del gol de Pedro León en el minuto final de la última visita armera que les permitió empatar 2-2. En la entrevista concedida a NOTICIAS DE GIPUZKOA, Álvaro Odriozola prefería disfrazar las ansias de venganza con una motivación grande por derrotar al vecino. A la tercera pregunta sobre el tema, se le escapó un “a todos nos gusta marcar territorio”. Ayer la Real se impuso con mucha facilidad al peor Eibar desde que está en Primera. A los blanquiazules les valió con unas cinco pinceladas de su potente arsenal ofensivo para marcar tres goles que pudieron ser más, mientras que los armeros deben ser conscientes de que si cada vez que les atacan encajan un gol se les presenta un futuro muy negro en la elite.
Nada es definitivo en el mes de noviembre. Hay que tener en cuenta que el Eibar cuenta con muchas bajas de jugadores clave. Su centro del campo de ayer era casi improvisado por las ausencias de Dani García, Escalante y Fran Rico, que fueron, de largo, los que sujetaron al equipo el curso pasado. Los conjuntos que entrena Mendilibar se caracterizan por ser muy competitivos, pegajosos y por defender de maravilla. Este Eibar, la versión de ayer en Anoeta, no tiene ninguna de esas señas de identidad. Su defensa es un horror. Por mucho que el técnico haya modificado el dibujo, sigue sin encontrar soluciones a la sangría de goles encajados. Ayer comenzó bien el encuentro, incluso disparó dos veces a puerta por obra de Capa y de Inui. Sin embargo, al primer ataque en condiciones de los donostiarras encajaron el primer golpe. Así es muy difícil sobrevivir.
Desde que compiten en la elite los dos equipos guipuzcoanos, la tónica general de sus encuentros han solido ser la misma. En las horas previas, cuando coges la hoja de alineaciones de ambos conjuntos, piensas que es imposible que no gane la Real. Ahí es donde ha residido el mérito de este Eibar, que, como cuenta su leyenda, es capaz de enfrentarse y de derrotar a cualquiera. Mucho mérito. La verdad es que esta campaña, insisto contando con las bajas armeras, la diferencia entre los dos vecinos es muy grande. Y eso se notó. No hay que restar méritos a los blanquiazules, porque no sería justo. Su mérito fue convertirlo en fácil. El último empate ante el Espanyol había hecho sonar las alarmas por la cantidad de puntos que estaban volando de Anoeta en 2017. El vestuario realista tenía claro que había que enmendar la trayectoria sellando dos triunfos ante el Vardar y el Eibar que se antojaban, dada su teórica superioridad, obligados. Ahora se puede decir que los han solventado con nota.
Once de gala de la Real Eusebio, además, dispuso de su once de gala. Pese a ello, el Eibar arrancó con más energía el duelo. En los siete primeros minutos dio el susto con los citados remates de Capa e Inui que atajó, no sin problemas, un dubitativo Rulli. Pero en el minuto 11, en la primera combinación txuri-urdin, Zurutuza metió en largo a Januzaj, este frenó y se la dio de cara a Odriozola, cuyo centro medido lo cabeceó como mandan los cánones Willian José a la red. Quizá Dmitrovic pudo hacer algo más porque su estirada pareció a destiempo y muy poco eficiente. Bueno para el brasileño, que se estaba empezando a traumatizar como todos los 9 cuando enganchan una mala racha de cara a puerta. Qué decir de Odriozola, quien demostró su condición de internacional abriendo el partido con un servicio perfecto. Con esta son ya ocho asistencias desde el curso pasado, un capítulo en el que solo le superan en la Liga Marcelo y Jordi Alba. Palabras mayores. Insisto, tiene mucho mérito la velocidad que tiene, pero aún más las cosas que hace en carrera. Y, por último, Januzaj. Al belga se le ve cada vez más integrado, lo que le permite sacar su amplísimo repertorio técnico. Es un espectáculo verle con el balón. Un mago. O un genio, con sus cosas muy buenas y sus cosas malas. Si está bien, es una joya y desequilibra como pocos.
Un mazazo para un Eibar que confirmó su endeblez defensiva en una mala e incompresible cesión de Lombán con la cabeza, sin mirar y desde el centro del campo, para su portero que Januzaj adivinó y cazó en plena carrera. Tras regatear al portero y a puerta vacía, no puso bien el cuerpo y remató incomprensiblemente fuera.
En pleno vendaval local, el colegiado, Trujillo Suárez, perdonó un penalti de esos que se pitan pocos en un empujón descarado de José Ángel a Odriozola. Solo dos minutos después, en la salida de los jugadores tras un saque de esquina, Zurutuza de nuevo rompió a la zaga eibarresa con una facilidad pasmosa con otro envío por arriba, Xabi Prieto, generoso como siempre, prefirió cedérsela a Januzaj, quien, a la segunda, remachó en boca de gol su primer tanto con la txuri-urdin. Curioso que hasta para empujar, y pese a que fue antinatural su remate, también la golpeó con la zurda. Los que pensamos en ese momento en que tiene la derecha de palo, nos calló la boca en la segunda mitad con un cambio de banda perfecto y muy largo con su supuesto pie malo. Es una caja de sorpresas.
Con el Eibar noqueado, sin argumentos para reaccionar, Illarramendi, tras un caño espectacular, Willian José, en un centro de Xabi Prieto tras un saque rápido de falta del de Mutriku, y Oyarzabal, al que le pitaron un fuera de juego inexistente cuando enfilaba la meta armera, pudieron aumentar la diferencia.
En la reanudación, cuando todos esperábamos una salida con otra agresividad e intensidad de los eibarreses, a los 50 segundos, Illarra puso con la zurda un servicio perfecto a Oyarzabal, que, esta vez sí, no perdonó. Primer gol de la estrella de la Real al equipo de su localidad. A partir de ahí, el Eibar, ayudado por los cambios, tiró de amor propio y de orgullo para intentar cortar la hemorragia y meter el miedo en el cuerpo a los realistas. Sergi Enrich, en fuera de juego, rozó el gol, pero Rulli contestó con la mejor parada del encuentro. La Real apenas atacaba, aunque casi anotó Iñigo Martínez al saque de una falta. Su cabezazo lo repelió Dmitrovic. Pero ya era el Eibar quien estaba más cerca del gol y lo consiguió en un buen remate cruzado de Joan Jordán. En los últimos 20 minutos el Eibar trató de lograr un segundo tanto que le metiera de lleno de choque. Pero ese es otro de sus problemas. No tiene tanto fútbol como en los dos años anteriores.
La Real cerró su semana fantástica en Anoeta con el triunfo más cómodo ante el Eibar desde que este ascendiera a Primera División. Sin jugar un buen partido y ante un adversario que concedió mucho, los realistas marcaron de nuevo tres goles que pudieron ser más. Es la consecuencia del prestigioso arsenal ofensivo con el que cuenta. El Eibar consumió ayer el comodín revitalizador desde el punto de vista psicológico que hubiera supuesto ganar al vecino más poderoso. No están para desperdiciar muchas oportunidades. En el estadio donostiarra esta vez no tuvieron opción. La Real marcó su territorio con goles.