Otro premio a la insistencia
Con un 3-1 como marcador final, se hace difícil aseverar ahora que, de inicio, Mendilibar se impuso en la pizarra a Eusebio Sacristán. El 4-3-3 de la Real se enfrentaba al 5-3-2 del Eibar, dos esquemas difíciles de ajustar sobre el campo a la hora de plantear la presión alta que postulan ambos entrenadores. A ambos les tocaba decidir, y el armero optó por arriesgar en mayor medida que el txuri-urdin. Le salió bien si nos atenemos a cómo incomodó a la propia Real. Y le salió mal si subrayamos que la balanza se empezó a desequilibrar al ser el Eibar víctima, en el 1-0, de los peligros que entrañaba su planteamiento.
Eusebio fue a apretar a los tres centrales del Eibar con Willian y Januzaj. Dejó a Oyarzabal con Capa. Y mandó a Odriozola a por José Ángel. En el centro del campo, tres para tres. Y en la retaguardia, Llorente, Iñigo y Kevin tenían superioridad numérica sobre Kike y Enrich. La idea generó desajustes, sobre todo a raíz de las caídas de los puntas visitantes a la espalda del lateral derecho local, mientras Mendilibar se las arregló para cortocircuitar la salida txuri-urdin. Apostó por un uno contra uno en todo el campo, con sus carrileros saltando a por Odriozola y Kevin, y dejando un atrevido tres para tres en zona defensiva. Le iba bien así. Pero...
Pero estamos en lo de siempre. Si uno de los robos del Eibar llega a traducirse en el 0-1, escucharíamos hoy críticas al estilo de la Real. Lo que ocurrió, sin embargo, fue que la insistencia de los de Eusebio a la hora de poner en práctica su idea futbolística propició algunas superioridades en zonas del campo letales para el adversario. Ocurrió en Getafe con el gol de Oyarzabal. Y ocurrió ayer con Zurutuza y su envío en largo en profundidad a Januzaj, previo al tanto de Willian. Ya con ventaja, todo resultó más sencillo.