donostia - La Real solventó sin el más mínimo apuro la visita del Vardar. El equipo realista dominó a placer el choque pese a no lograr repetir un marcador tan abultado como en tierras balcánicas. Eso sí, la sensación en todo momento fue que de haber necesitado marcar diez goles, los hubiera podido anotar con solo apretar un poco más el acelerador. Con encuentros y rivales así, se entienden mucho mejor las facilidades que han tenido los equipos españoles en los últimos años para superar la fase de grupos. Incluso dispuestos a darle vueltas a cuestiones imposibles de confirmar, no es del todo descabellado pensar que en esta competición puede resultar más complicada en muchas ocasiones la fase previa. Desde luego que el famoso y maldito Krasnodar acreditó mucho más nivel que estos animosos macedonios, que algún día, con cervezas de por medio y preferiblemente en su país, que son mucho más baratas y da gusto visitar Skopje, nos tendrán que explicar cómo demonios hicieron para eliminar al Fenerbahce.

Un conjunto realista jugando casi andando, sin apenas tensión y a un 60% de su pleno rendimiento, acabó ganando con facilidad con un 3-0 que, insistimos, pudo ser bastante mayor de haberlo deseado. El encuentro no tuvo mucha historia y acabó siendo bastante aburrido. Una sensación que ya experimentaron los 300 valientes que se desplazaron hasta Macedonia hace dos semanas, cuyos lógicos nervios previos se convirtieron en muy poco tiempo en bostezos y casi ganas de regresar a los bares. El cántico final de “Cerveza” cuando aguardaban para salir no hizo más que confirmarlo.

Demasiado fácil. Y así a un equipo como la Real y a su afición, acostumbrados a competir contra gigantes, no nos divierte tanto. Los goles de Juanmi, De la Bella y Bautista marcaron un duelo cuyo único atractivo fue la llegada de las dianas y el número definitivo que plasmarían en el luminoso.

El partido no tardó en confirmar lo esperado en las horas previas. No iba a ser tan fácil como el paseo militar de Macedonia, antes de que se conociesen realmente ambos equipos, como para pensar en otra goleada histórica, pese a que el nivel del Vardar era, sinceramente y ahora que no nos los vamos a cruzar en décadas, de Segunda B. Eusebio le dio muchas vueltas al once, ya que no lo tenía nada claro. Finalmente se decantó por dar descanso solo a Odriozola e Illarramendi, de los indiscutibles, y a Januzaj, de los habituales.

Sinceramente, clama al cielo que dejara fuera a Rubén Pardo. Es la enésima demostración de que no es un buen gestor del grupo. Si no está para jugar ante este rival escandalosamente menor ni para entrar en la convocatoria, apaga y vámonos. O traspásalo ya. Tampoco se merece esto. Es lícito que no le convenza, porque los gustos en el fútbol son como los de los colores, pero si de verdad le han vendido la moto de que el entrenador confiaba en él, qué menos que jugar la devolución de visita del Vardar tras el 0-6 de hace dos semanas en su estadio. Eso sin contar el evitable y sorprendente dardo envenenado de su habitual defensor acérrimo Jokin Aperribay, en el que sin venir a cuento insinuaba que entrenaba mal. Los que le vemos trabajar en Zubieta y sus compañeros lo desmienten de forma categórica. Esto es la elite, pero hay que respetar a las personas. Un poquito más todavía si cabe cuando llevan tantos años en el club.

Y en el tema Vela, con el atenuantes de su fecha de caducidad en Donostia, un poco más de lo mismo. Que las estrellas, aunque sean venidas a menos, merecen un estatus especial simplemente porque se lo han ganado. El mexicano forma parte de ese selecto club sin ninguna duda. Hasta su último día de txuri-urdin se adivinará peligro cuando toque el balón. Esté como esté.

Iñigo, capitán El técnico dio la capitanía a Iñigo Martínez (en el descanso se la cedió a Illarra) y, como había anunciado, sacó de titular a Zurutuza, además de darle continuidad a Canales y de devolverle la titularidad a Juanmi. La mayor preocupación del duelo era motivar al equipo dada la abrumadora superioridad que exhibió en el anterior choque. Y eso se notó en que los más destacados antes del descanso, sin contar a Oyarzabal que se encuentra en otro nivel desde el inicio del curso, fueron Canales y Juanmi, dos futbolistas con necesidad de reivindicarse.

Los donostiarras llegaban con bastante facilidad al área, aunque les costaba generar peligro real. Mikel fue el primero en intentarlo sin mucho acierto con la derecha, antes de que un disparo de Zurutuza saliera lamiendo el palo. El balón parado siguió siendo el punto débil del Vardar. En el primer córner de Canales, Raúl Navas voleó con el interior de su pie derecho para que rechazara Gacevski. En el segundo, Willian José cabeceó fuera por poco. Y en el tercero, Juanmi, también con la testa, alojó el balón en la red. Lo volvió a hacer sin saltar, en una jugada que recordó a su histórica diana en Vigo.

Antes del descanso, Willian falló un gol imposible a centro de Gorosabel. Gran estreno del lateral derecho, al que no le pesó su primera aparición en Anoeta. En el último minuto, Rulli seguro que agradeció el tener que tirarse para blocar el primer y único chut de los balcánicos.

Golazo En la reanudación, la Real aburrió con sus posesiones largas sin romper líneas, lo que llegó a incomodar a su propia parroquia. Al menos, en el minuto 68, tras una combinación larguísima, Gorosabel centró al segundo palo y De la Bella firmó el gol de la noche con un voleón espectacular. En los últimos minutos, en pleno show de Januzaj, que el día que culmine en gol un slalom de esos que se encuentran al alcance de muy pocos se va a caer otra grada de Anoeta, llegó el tercero. Canales asistió en largo a Bautista y este, que no se ha olvidado ni se olvidará nunca de marcar pese a jugar poco, rubricó la goleada con un buen control y un certero remate con la zurda. Lo necesitaba.

La Real cumplió con su parte sin sudores, agobios ni agonías. Simplemente hizo lo que tenía que hacer, así que misión cumplida. El empate del Zenit en Rosenborg le cerró la puerta a una virtual clasificación, pero le abrió la del primer puesto. Lo malo en ese sentido es que tendrá que afrontar los dos choques con la máxima tensión. O lo bueno, quién sabe, si tenemos en cuenta su actitud de ayer en un duelo sin historia que solventó sin alardes ni concesiones a la galería.