donostia - Una Real poco motivada y a un ritmo menor acabó perdiendo el amistoso frente a un Alavés necesitado de estímulos. Los vitorianos, que se lo tomaron bastante más en serio, sobre todo tras el descanso, remontaron en una segunda parte en la que los guipuzcoanos bajaron demasiado el pistón. Una pena, porque siempre conviene mantener viva la llama de una ilusión tan importante como la que genera el liderato de Primera tras las dos primeras jornadas y en pleno parón.

El partido, marcado por un ambiente magnífico en la grada -alrededor de 5.000 espectadores-, consecuencia del arranque liguero txuri-urdin, tenía también a ambos clubes mirando de reojo los avatares del cierre de mercado. Más relajada la Real en este sentido, que no esperaba grandes sobresaltos. Nada que ver con el estrés vitoriano, ya que en el último día podía acometer hasta siete operaciones distintas. En cosas así es cuando te das cuenta con orgullo y satisfacción de los tiempos de bonanza que se respiran por Anoeta.

En los onces plagados de suplentes, o al menos de reservas en este inicio por las circunstancias que sean, el que presentó Eusebio era, como es lógico dado la diferencia de potencial, bastante más reconocible que el de su visitante. En la Real sobresalió la apuesta en el eje de la zaga por Llorente e Iñigo Martínez, dos centrales que podrían ser perfectamente los titulares esta campaña. Pardo ejerció de 4, con Zubeldia y Canales por delante, mientras que en la línea ofensiva, Bautista cayó a la banda izquierda, y el esperado Januzaj a la derecha, con Agirretxe, flamante capitán, en la punta de ataque.

El primer tiempo estuvo marcado por el bajo ritmo del juego. Entre lo más destacable estuvo el rendimiento de un Pardo que nos recordó la calidad que atesora, con muy buenas aperturas con ambas piernas y un pase largo raso extraordinario a De La Bella; los destellos de Januzaj, que despertaron varias exclamaciones de admiración en la grada, aunque deba alcanzar mucha más continuidad si quiere ser la estrella de la Real; y un Llorente imperial. El madrileño se tomó muy en serio el choque, consciente de que era una gran oportunidad para presentar su candidatura a la titularidad. Muy centrado, bien colocado, contundente y poderoso por arriba, causó una muy buena sensación. A Iñigo se le notó que apenas ha jugado en pretemporada y que salía de una segunda lesión, aunque pocos discuten que será titular en Riazor.

gol de bautista Las ocasiones antes del descanso llegaron con cuentagotas y fueron lo único que rescataron del sopor a los presentes. Canales, con un disparo alto, y Januzaj, en dos ocasiones, la segunda de ella tras un slalom de categoría, estuvieron cerca de inaugurar el marcador. El que lo consiguió fue Bautista, que siempre vive cerca del gol. Era el minuto 24, Pardo sacó una falta perfecta, Iñigo remató picado y el rechace de Pacheco lo envió a la red el de Errenteria. Hubo que aguardar hasta los instantes finales para destacar dos ocasiones más, la primera en una falta de Pardo que atrapó Pacheco, y la segunda en un cabezazo fuera de Iñigo tras un córner de Januzaj. Por cierto, si se busca portero, no parece que haya que irse muy lejos para encontrarlo. Pocas noticias del ataque alavesista antes del entreacto.

En la reanudación, con Kevin de lateral derecho sustituyendo a Odriozola, y sin casi tiempo para asentarse, el recién llegado Víctor López (sobrino de Titín III) igualó la contienda tras una carrera veloz y poderosa que inició en su propio campo. Era el primer remate a puerta visitante en todo el encuentro. La igualada dio paso a los mejores minutos babazorros, con dos buenas oportunidades de Torres, que repelió Toño, y en un fallido despeje de Iñigo que casi se cuela en su meta. Con el carrusel de cambios, el duelo volvió a equilibrarse. Katai, en posición forzada, también probó la seguridad del meta riojano.

En líneas generales, y pese a acabar con un equipo de nivel, fue una floja segunda mitad de la Real. Incluso Januzaj dio el susto al llevarse un buen golpe, algo que le sucederá a menudo si se empeña en pisar el balón y en hacer tantas bicicletas que confiemos en que sean solo para el verano. Por si fuera poco, provocó una pequeña tángana al tomarse la justicia por su mano con un provocador Duarte. A diez del final, uno de los pocos errores en el pase de Pardo lo aprovechó Burgui para dejar atrás en velocidad a Llorente y batir a Toño con un chut cruzado que puso el 1-2 en el marcador.

La Real, adormilada y poco motivada pese a recurrir a su unidad A, hizo bastante poco para evitar la derrota. Una lástima, porque conviene mantener siempre encendida la llama de una ilusión tan grande como la de un liderato. Andando ya no se gana ni en los recreos de los patios de colegio.