La Real lo volvió hacer, y van... El equipo realista firmó una nueva exhibición de fútbol de calidad para imponerse al Espanyol, uno de los equipos de moda de la Liga, en lo que supuso su sexta victoria a domicilio de este curso. Que se dice pronto. Los de Eusebio llevan camino de agotar todos los piropos en una temporada de ensueño en la que continúan practicando un juego excelso basado en un abrumador dominio de la posesión, lo que provoca que sus adversarios le reciban en su propio estadio temerosos y agazapados atrás, y ofreciendo la sensación en todo momento de que el triunfo tiene que caer de su lado por una cuestión de inercia y de lógica debido a su evidente superioridad.

Lo que hizo ayer la Real adquiere mucho más mérito que el que seguro le otorgábamos a lo largo de los 90 minutos. El monólogo txuri-urdin fue de los que provocan que te vayas con cara de póquer, por no decir otra cosa, cuando lo hace un visitante en Anoeta. Este conjunto lo tiene casi todo y resulta imposible no lanzar las campanas al vuelo y catalogarle como un firme candidato a la Champions.

Eusebio volvió a apostar por su once de gala que se recita de memoria, con la única salvedad de que mantuvo a Odriozola en la banda en lugar del Zaldua. No tardamos demasiado tiempo en comprobar los motivos, porque el chaval no paró de subir en moto por su banda. Enfrente, Quique Sánchez Flores también abogó por una alineación muy ofensiva, al dar entrada en punta a Caicedo, para situar a Gerard Moreno de segundo delantero y a Reyes en la izquierda. El hecho de que recurriera a tantos elementos ofensivo no significó que su planteamiento fuera también alegre, ya que su equipo actuó los 90 minutos en función de lo que proponía la Real.

El primer tiempo no tuvo color. El dominio absoluto de la situación fue de los donostiarras, que acapararon la posesión hasta en un 65%, pero a los que les costó crear ocasiones frente a un anfitrión replegado, como ya les esperaron Barça y Madrid en sus estadios. Los pericos se encerraron para evitar que les hicieran daño, en un reconocimiento implícito de inferioridad, para luego tratar de sorprender a la contra. Cabe destacar la actuación de un omnipresente Vela, que lideró casi todas las embestidas txuri-urdin, en una señal inequívoca de que su lesión en la rodilla ha mejorado notablemente. También del correcaminos Odriozola, que no paró de protagonizar carreras vertiginosas pegado a la línea de cal derecha; de un Illarramendi imperial; y de Iñigo Martínez, que es de esos futbolistas de los que te das cuenta la importancia capital que tiene en el grupo cuando falta, como sucedió en el choque ante Osasuna por sanción.

Y eso que el choque empezó fatal por la lesión de Willian José, al que sustituyó un batallador Juanmi, que esta vez no marcó. Sí encontró el gol Vela, en una definición insuperable tras un pase largo perfecto de Iñigo. Con el choque en su bolsillo, en una acción que debió ser anulada porque Caicedo botó una falta sin que el esférico estuviese parado del todo, Reyes asistió a Hernán Pérez para que, tras dejar pasar de largo a Yuri e Iñigo en sendos recortes, batiera por alto a Rulli.

En la reanudación la Real saltó en plan mandona, aunque dos pérdidas en posiciones peligrosas le metieron el miedo en el cuerpo. Pero, tras un aviso de Vela, llegó el golazo de Illarra, marca de la casa. Robo, conducción y obús que sorprendió a un Diego López que hizo la estatua. De ahí hasta el final, los guipuzcoanos desplegaron todo su repertorio, ese que les ha convertido en la sensación de la Liga. La pena es que Juanmi, Iñigo y Oyarzabal desperdiciaron sus opciones y el Espanyol pudo igualar, si no se llega a topar con la barrera de dos centrales de primer nivel. El susto llegó en una contra en el descuento, que hubiese podido provocar que los realistas regresaran golpeándose en la cabeza con todo lo que se encontraran.

En definitiva, tres puntos de oro y la Real que durmió cuarta. Además, con todas las de la Ley. Es el auténtico equipo creador de sueños, como se autodefinió Quique la víspera. Y si no que se lo pregunten a su afición...