donostia - Hace un par de meses, en una tertulia en Radio Marca, uno de los periodistas comentó que, al contrario que en los dos años anteriores, pensaba que este año el fichaje de Gerónimo Rulli se iba a solucionar sin excesivas complicaciones, a lo que otro interlocutor no tardó en replicarle con un significativo “bueno, ya veremos, que ya sabemos cómo funciona el entorno del futbolista...”.
Por tercer año consecutivo, las últimas horas del proceso para ficharle se ha convertido en un inaguantable y peligroso culebrón, en el que, como suele repetir una voz autorizada de la Real, “llega un momento en el que nunca sabes quién está diciendo la verdad”. Es cierto que en esta ocasión, la negociación ha sido distinta y todo ha parecido más claro, ya que el principal peligro ha sido la aparición en escena de todo un Manchester City, que se ha convertido en los últimos años en un grande Europa. Los ingleses estaban dispuestos a pagar los 10 millones de la cláusula de privilegio que tenían firmada con el Maldonado y Guardiola le había prometido al meta disputar al menos una competición que iba a ser la Champions. Pero en esta ocasión, la inequívoca y contundente postura adquirida por el portero de querer quedarse en la Real ha provocado que su salida nunca llegara a correr demasiado peligro.
El club realista ideó la fórmula de pagar siete millones de euros, en lo que supone el quinto fichaje más caro de su historia, y, como le va a hacer firmar por seis años, si no se va antes, a partir del tercero deberá abonar al fondo un millón de euros, con lo que al final alcanzaría los mismos diez que había accedido afrontar el City.
Después de una negociación con demasiados protagonistas, en el que también hay que incluir a su primer equipo, Estudiantes , que se llevará el 20% del total del traspaso, todo parecía indicar que esta semana iba a quedar todo finiquitado y que el Rulli iba a ser presentado antes de regresar a su país, donde el lunes debe incorporarse a su selección para preparar los Juegos de Río (ayer recibió la confirmación oficial).
El caso es que los famosos últimos flecos, que en la Real parecen adquirir una relevancia superlativa, se han vuelto a torcer y el futbolista regresó ayer a su país molesto con el hecho de no haber podido zanjar todas las cuestiones, aunque convencido de que vestirá la txuri-urdin la próxima campaña. Así lo demostró mediante la publicación en las redes sociales de un vídeo con imágenes suyas en Anoeta acompañadas de un lema tranquilizador para la afición: “Nos vemos pronto, familia”. En el club, mientras, la calma es manifiesta y esperan que el fondo les remita por fin el contrato sellado para activar el protocolo oficial de cada fichaje. Algo que tiene pinta que se va a retrasar hasta la próxima semana.
Lo que es seguro es que Rulli seguirá vistiendo de txuri-urdin esta campaña, pero la imagen no es la ideal, ya que pone de manifiesto la escasa capacidad resolutiva de un club pese a que la inversión es importante, ha hecho una buena gestión. En este sentido, imposible no recordar lo acontecido en los dos veranos anteriores. Como recordarán, antes del término de la campaña pasada, el 21 de mayo, Rulli firmó su segundo contrato de cesión con la Real antes de que se pusiera de acuerdo con el fondo. En la última jornada, Alves se rompió la rodilla en Almería y el Valencia se lanzó a por su fichaje. Rulli estuvo más de un mes sin dar señales de vida, mientras a orillas del Turia daban casi por hecho que iba a romper su compromiso. La historia tuvo en un desenlace feliz para la Real.
Peor aún fue lo que sucedió el verano de 2014, cuando después de que la Real y el Maldonado apalabraran un acuerdo de préstamo, Rulli viajó a Holanda, donde el equipo realista estaba completando un stage, pero de nuevo lo últimos flecos motivaron que tuviera que pasarse casi una semana encerrado en un hotel de Amsterdam entrenando solo y acompañado por el consejero Ortiz de Mendibil.
En el viaje de vuelta de Krasnodar, donde debutó y se lesionó de importancia, al aterrizar en Loiu, Aperribay dijo en una conversación informal con periodistas que le daba pena su situación, y que temía que acabara jugando en un club ruso solo por dinero. Seguro que, pese a todas las dificultades, no imaginaría en ese momento que, a la tercera, iba a ficharlo en propiedad. Bueno, si se cierra de una vez por todas, claro...