La espectacular racha que llevaba la Real en La Rosaleda tenía que cortarse algún día. No era descabellado pensar que podía ser con un guion como el que se vivió ayer. El equipo realista fue superior al conjunto local durante la mayor parte del duelo, pero los errores individuales le condenaron a una nueva derrota que confirma su inquietante comienzo de Liga. Iñigo Martínez, que comparecía en el duelo como el gran protagonista de la semana, vivió una de sus noches más negras como txuri-urdin, al regalar los dos primeros goles, que se convirtieron en una losa para los blanquiazules. Pese a jugar bien durante muchos minutos y a tener bastantes oportunidades, luego no fueron capaces de volver en el marcador.

El Málaga compareció en el duelo sin haber visto puerta en las nueve horas que había disputado de competición en este comienzo de la Liga. No hacia falta ser un lince para imaginar que la Real, un equipo con fama de tener efectos curativos, iba a ayudar a que encontrara la solución a sus problemas. Lo que no esperaba casi nadie es que iba a colaborar activamente y de forma decisiva en la consecución de sus dos primeros tantos en solo seis minutos. De no creer.

Iñigo Martínez, que estaba siendo el mejor realista de la campaña, lo que le ha llevado a volver a ser convocado por Del Bosque solo 30 horas antes del partido, cometió dos errores garrafales que aprovechó, de forma magnífica por cierto, un cazador aparentemente con la pólvora mojada como Charles. En el primero, el de Ondarroa se complicó la vida por intentar darle el balón a Illarra cuando estaba demasiado abierto. El pase se le quedó corto, lo adivinó Cop y se lo cedió a Recio para que este sirviera un gran centro al brasileño, quien anotó tras controlar con el pecho y rematar después de chilena.

Solo tres minutos después, Kameni sacó en largo, Iñigo se tragó el esférico que se le quedó con bote y en una situación ideal para que Charles superara a Rulli con una sutil vaselina más complicada de lo que parecía. Lo dicho, la Real superó ayer su mal arranque del Benito Villamarín con una puesta en escena tan asombrosa como sonrojante.

Cierto, Iñigo falló, algo que le puede pasar a todos, pero es un futbolista de raza y carácter capaz de rehacerse en lugar de hundirse. Porque solo un ganador puede conseguir salir de la cueva solo cinco minutos después del desastre e iniciar con una gran conducción una contra que acabó con un centro preciso de Zurutuza que Agirretxe cabeceó a la red tras adelantarse a Kameni. Las opciones de sacar algo positivo tras la debacle inicial pasaban por volver a meterse pronto en el duelo, y los granates ayer lo lograron de forma casi inmediata.

A partir de ese momento, y liderada por un capitán general con galones como Illarra (millones de gracias, Real Madrid) y con un espectacular Agirretxe en punta, que cazaba todo lo que le llegaba al área, la Real superó y encerró al Málaga, que lo único que pudo hacer fue aguantar como pudo su mínima ventaja. El de Usurbil estuvo cerca de marcar con un remate con los tacos a centro de De la Bella y un testarazo demasiado centrado en un esférico enviado desde la otra banda por Aritz.

El Málaga solo llegó con peligro a los aledaños de la meta realista, en un chut envenenado que Rulli despejó hacia el centro mal, antes de sacar una mano milagrosa para evitar la diana de Cop. El córner casi lo clavó en la red de forma directa Duda. En las postrimerías del primer acto, Agirretxe estuvo a punto de firmar uno de los goles del año en una vaselina desde la línea del área que repelió el travesaño.

En la reanudación, el signo del duelo siguió siendo el mismo. Con una Real dominadora y con, aparentemente, muchos más argumentos que los locales, el empate se veía venir en cualquier momento. Los blanquiazules movían bien el esférico y llegaban con claridad al área, donde Agirretxe seguía en modo acaparador, al rematarlo todo. Además, Vela se animó y ofreció sensaciones de clara mejoría para cercar la meta de un Kameni que, como sucedió en el Bernabéu, se erigió en el héroe malaguista. Tras la expulsión de Tissone, Moyes quemó todas sus naves, pero no hubo suerte y en una jugada defendida con una fragilidad asombrosa, Charles, en fuera de juego, cerró su hat-trick.

Seis puntos en siete partidos y un nuevo parón que se va a hacer eterno. El equipo emitió señales de que puede alcanzar la versión que esperábamos, pero esta vez los errores individuales le condenaron a otra derrota ante un rival asequible que jamás debió producirse. A esta Real siempre le falla algo en cada duelo... l