EL señor, señora o señorita que decide los horarios de los partidos de Primera División debería postularse como ministro/a de Economía, Hacienda y Trabajo, porque acababa con el paro en un santiamén. Gracias a la graciosa idea de señalar encuentros a las diez de la noche, consigue que la jornada laboral de quienes nos dedicamos a esto de contar historias supere las doce horas diarias. No me considero mártir de nada, pero comencé ayer a las ocho y media de la mañana y regresé a casa a la una de la madrugada, muerto de cansancio. Lo mismo, supongo, que los 19.318 espectadores que decidieron no dejar huérfano al equipo de apoyos.
Surge entonces la pregunta del millón. ¿Qué hacer en ese tiempo de espera hasta que el balón comience a rodar? Respuesta: montar el belén. Saqué las cajas del altillo, las abrí y elegí quiénes iban a ser protagonistas y quiénes no. Lo primero, plantar el árbol chino que compré hace un año y que sigue funcionando a pleno pulmón, con todas las lucecitas blancas y azules. Luego, disponer al padre, a la madre y al niño. Como SS, el obispo de Roma, dice que junto al pesebre no había ni mula, ni buey, he colocado dos vaquitas de colores que hace tiempo me regaló un portero de Primera División que ya está retirado.
Como afirma sin dudas que los Magos de Oriente venían de Andalucía, zona de la actual Huelva, mandé a la nevera a Melchor, Gaspar y Baltasar. ¿Cómo cubrirme? Otro jugador, todavía en activo, tuvo a bien traerme de un viaje por el sur, tres figuras taurinas: un matador, un banderillero y un picador. Los tres más grandes de tamaño que el resto del elenco por lo que queda desproporcionado en grado sumo. Mirándoles de frente decidí bautizarles, al modo andaluz como Paco, Curro y Franzizco.
Luego, surgió otro problema. ¿Qué hacemos con el oro, el incienso y la mirra? Convertirlo en tortillitas de camarones, polvorones de Estepa y langostinos de Sanlúcar. Seguro que el niño y el resto de la familia eran más felices con esos detallitos que salen del mar, la tierra y del trabajo del hombre. Satisfecho del modo en que todo quedaba, miré al reloj. Las siete pasadas, así que a recoger trastos y a preparar el partido.
Michel es un buen entrenador. Cree en el sistema, le gusta el modo en que juega su equipo, pero hasta anoche le faltaban resultados. En el fútbol, como el resto del deporte profesional, mandan los marcadores. Da igual el modo, pero si ganas eres el más grande. En cambio, si juegas como los ángeles y pierdes, se pone en duda hasta el apellido de los protagonistas.
Los sevillistas llegaban a Anoeta convencidos de poder ganar y despedir el año orientados hacia el objetivo europeo que persiguen. Montanier se encargó de puntualizar que jugando como en Granada poco teníamos que hacer. No sé si era un aviso a navegantes o un toque cierto a su plantilla. Le pasaba lo mismo que a los andaluces, porque ganar significaba despedir el año con buena nota, buena cara y sin dudas.
El técnico francés volvió a lo clásico con la esperada entrada de Rubén Pardo en la medular en detrimento de Zurutuza, que ocupó plaza inicial en el banquillo. Esta racha de buenos resultados, con imagen fiable del equipo, coincide con una buena racha de partidos, con pocos goles en contra y con Carlos Vela haciendo recorrido y abriendo la lata en el minuto dieciocho, hasta tal punto que este 2012 que termina ha visto cómo diecisiete de sus remates llegaron a redes contrarias. Está en el top ten de los artilleros de la Liga. Buena noticia, porque el gol se cotiza.
Bueno, despedimos el año. Lo primero que venga luego será el roscón del Bernabéu con aires renovados, mirando al futuro, incluso a Europa, aunque esto a alguno le suene a susto y dé calambres.
Nota: He escrito este texto convencido de que a esta hora lo estás leyendo tan ricamente. Los analistas e investigadores del calendario maya interpretaban que se acababa el mundo y que hoy solo vivirían los que se refugiaron en un pequeño pueblecito francés. Los australianos que ya están en el "22" superaron el trance, luego nosotros. Quedan los americanos. Para entonces espero disfrutar de una buena jornada con sabor y olor a talo y txistorra. Como este beaterio es el último de 2012, les deseo que sean felices.