La actual secretaria general del PSN, María Chivite, continuará en el cargo, ya que ha sido la única candidatura para liderar el Partido Socialista de Navarra.

El secretario de Organización, Ramón Alzórriz, ha anunciado este martes en rueda de prensa que "es una buena noticia" que Chivite repita en el cargo.

La presidenta del Gobierno será oficialmente reelegida como secretaria general de su partido en el congreso que el PSN celebrará el 22 de marzo y que servirá para "trazar las líneas estratégicas que dibujarán la Navarra del futuro. Ha quedado patente que en Navarra el diálogo es la única manera de avanzar".

El perfil de Chivite

Cirbonera, 46 años, reelegida presidenta del Gobierno de Navarra en 2023. Licenciada en Sociología por la UPNA (2001), máster en recursos humanos. En 2014, cuando alcanzó la secretaría general del PSN-PSOE, trazó un camino, “ser coherentes para ser creíbles”. Sus críticos lo consideran cuando menos que el suyo ha sido un trayecto errático, pero en modo alguno ha resultado estéril; el partido lleva años reverdeciendo laureles.

María Chivite encarna la imagen de un Partido Socialista que por realismo, pragmatismo o sensatez cambió de rumbo en Navarra. No era un itinerario sencillo, dado el peso de los escoramientos, las conveniencias, y las costumbres. Pero era el viaje que tocaba hacer, por historia, necesidad y responsabilidad.

La apuesta ha recibido durante estos años la contestación frontal de la derecha, pero también logró en distinto grado el visto bueno de una considerable mayoría de la sociedad navarra.

Concienzuda y temperamental, firme y sensible, en constante aprendizaje, Chivite se ha labrado un perfil que ha ganado aún más relieve con su reelección. La suya ha sido una andadura política y vital a veces procelosa, pero con el convencimiento de quienes maman la política desde la niñez, la fuerza y determinación de tantos que llegan lejos, y la oportunidad de contar con importantes apoyos, dentro y fuera del PSN, que han enriquecido su campo visual y su proyección. En particular, quizás, su tándem con Santos Cerdán, otra figura clave del socialismo navarro actual.

Chivite se convirtió en secretaria general de los socialistas navarros prometiendo futuro. La cuestión era si con ella al mando llegaría el necesario golpe de timón para que aquella oferta sonara verosímil.

El acierto es obvio, si bien necesitó del revés electoral de 2015 y de una legislatura en la oposición para comprobar que su estrategia la decantaría en un sentido u otro Geroa Bai. En 2015 los socialistas se habían abstenido en la investidura de Barkos como “gesto de mano tendida”, pero fueron críticos en la oposición y descartaron cualquier colaboración estable. En 2019, Barkos apostó enseguida por un Gobierno de coalición liderado por Chivite. 

Dos frases de la hoy presidenta pronunciadas en 2016 explican el fundamento de su ascenso, dentro de una lógica sencilla pero certera: “Cuando no intentas construir una alternativa, para los votantes dejas de ser una alternativa”. “Cuando los ciudadanos han querido quitar a UPN, la alternativa no era el PSN, eran otros”. Entonces su idea de la centralidad era diferente, ajena al vasquismo, para una política “sin bloques”, sin “la derecha y el nacionalismo”. Inclinación que años después, algunos considerarán desmentida y marco ideológico sobre el que otros verán resabios. Paradójicamente ambos tienen parte de razón. Depende de las lentes de observación. 

Aquel 2016 fue el del seísmo en el PSOE, con una crisis en canal que no fue fácil de gestionar. Chivite dijo a comienzos de julio de ese año que el PSOE tenía que ir “a la oposición” y a comienzos de agosto que compartía el no a Rajoy de Sánchez.

Tras el Comité Federal que defenestró a Sánchez, Chivite expresó su preocupación por el estado en el que se quedaba el partido y en concreto especialmente el mal llamado socialismo periférico. Fue tal el bajón por lo vivido en aquel cónclave de los cuchillos, que Cerdán y ella decidieron regresar en automóvil aquella misma madrugada a Pamplona, descartando la posibilidad de pernoctar en Madrid.

Pero Sánchez, como todo el mundo sabe, no se rindió, y su manual de resistencia terminaría sentando cátedra en Ferraz. En las primarias del 17, Chivite apostó sin embargo por Patxi López, mientras Cerdán se volcó como uno de los hombres irreductibles de Sánchez.

A Chivite no le funcionó el radar, pero fue muy respetuosa con la candidatura de un Sánchez que realizó un acto en Burlada en febrero de aquel año, al que acudió la secretaria general del PSN. A partir de la vuelta de Sánchez los acontecimientos se precipitaron.

Año y pico después, una moción de censura le mudó a la Moncloa, posteriormente ganó las elecciones de abril del 19, que reforzaron la posición de Chivite para comenzar a perfilarse como presidenta de Navarra en mayo de aquel mismo año, en un Gobierno también con Podemos que tuvo su paralelismo tras las Generales del 10-N. 

Chivite se afilió a Juventudes Socialistas en 1998, hace ya más de un cuarto de siglo, junto a Javier Remírez y Carolina Castillejo. Eran tiempos de Aznar en la Moncloa, y de Sanz en el Palacio de Navarra. Concejala en el Ayuntamiento de Cintruénigo en la legislatura de 2003, tras petición de Carlos Chivite, tío segundo suyo. Más de veinte años después ahora tendrá a Óscar, un hermano del desaparecido Carlos, de consejero