¡Que te vote Txapote!” “¡Cobarde!” “Puigdemont, a prisión!”... Han sido solo algunas de las lindezas, entre abucheos, descalificaciones e insultos, que, como era previsible, ha recibido Pedro Sánchez en el tradicional desfile militar de los actos del 12-O, donde la derecha ha vuelto a lograr su objetivo de agitar al respetable, esta vez, contra la posible reelección del líder del PSOE y su ley de amnistía para los encausados por el procés. El presidente en funciones del Ejecutivo español ha aprovechado después los corrillos con la prensa para denunciar la estrategia de PP y Vox, responsabilizando principalmente a Alberto Núñez Feijóo, a quien ya conminó el pasado lunes a detener su táctica de alentar a los ciudadanos en contra del Gobierno y de su probable investidura. Pero más allá del continente, que se daba por descontado, lo fundamental ha residido en el contenido de sus apreciaciones respecto al contacto que está manteniendo con los grupos parlamentarios.

Y es que Sánchez, después de que Esquerra le advirtiera de que su acuerdo sería puntual y no para toda la legislatura, no cierra la puerta a conversar con Carles Puigdemont. El socialista ha eludido expresamente confirmar si dará ese paso, esgrimiendo que está inmerso en una negociación con las distintas formaciones –este viernes se verá con Junts y Bildu–, pero no lo ha descartado. “Yo me reúno y hablo con los grupos”, ha respondido reiteradamente durante la recepción en el Palacio Real al ser preguntado sobre si le telefoneará como ha hecho este miércoles con Oriol Junqueras. “Estamos en plena negociación, estamos en plena negociación”, ha remarcado sin mayor concreción y voluntariamente ambiguo, aunque ha aclarado que el PSOE cuenta ya con una propuesta de amnistía que explicará una vez haya escuchado los planteamientos del resto de actores implicados. Además, ha enfatizado que su plan se enmarcará siempre en el ámbito “constitucional” y ha recordado que hay al menos cinco grupos que defienden la medida de gracia. Pero sí, Sánchez dispone de un proyecto para esa ley que debe registrarse en el Congreso en las próximas semanas, y se ha comprometido a salir a explicarla, detallarla y defenderla personalmente. En el caso de la charla con Junqueras, que no es portavoz parlamentario, ha matizado que fue un intercambio de opiniones “coherente” porque el PSOE lleva años colaborando con ERC y tiene con este partido “una base de trabajo y de conversación”.

Cruce de reproches con Feijóo

Pero ese contexto, que marcará el devenir de la política estatal a corto plazo, no ha escondido el profundo malestar por lo vivido por parte de un público teledirigido desde la derecha y su apósito ultra. Sánchez ha culpado a PP y Vox de estar “calentando la calle”, aunque cree que con ello “el beneficio” es para la formación encabezada por Santiago Abascal y no para Feijóo. A los habituales “fuera, fuera” y “dimisión” por parte de algún gentío apostado en los alrededores, se han unido expresiones malsonantes que nacen de las bajas pasiones y la frustración electoral. A juicio del líder del PSOE, lo “grave” no es que los ciudadanos digan este tipo de frases, sino que las exclamen dirigentes de la derecha porque “alientan” al público. “Esos dos partidos tienen un problema porque no aceptan que España es más amplia que lo que ellos demuestran y más plural”, ha censurado el presidente en funciones. Y ha añadido: “Entiendo que es frustrante, pero los símbolos, la bandera, la fiesta nacional somos todos, no solo ellos”. De hecho, para Sánchez, el PP “no asume cómo es España”, por lo que considera que su proyecto político se queda en una forma de hacer oposición “muy destructiva”. 

Una vez que estas declaraciones han llegado a los oídos de Feijóo, el dirigente gallego ha desvinculado a la formación conservadora de lo sucedido asegurando que “el PP no merece esa difamación”, y ha evocado que este tipo de comportamientos son ya un clásico de este acto, como si fueran inherentes al mismo. “No hay ni un solo dirigente del PP que haya organizado una protesta ni abucheos contra Sánchez”, ha espetado, reprochándole que “hable de respeto a las instituciones y luego no sea capaz de respetar al primer partido de España”. Feijóo seha referido a “la España plural y diversa que ha hecho el PP, que gobierna en doce comunidades, Ceuta y Melilla”. “Desde Madrid hasta Ceuta, desde Melilla a Cantabria”, ha repetido. Por último, ha insistido en que luchará contra una posible amnistía con todos los mecanismos del Estado de derecho porque “no se puede atentar contra él ni contra las instituciones”. Interpelado sobre la apreciación de Sánchez respecto a que el PP no entiende que “España es de todos”, Feijóo ha concluido irónicamente: “Será una broma”.

Antes, ha encontrado una aliada en su lideresa, Isabel Díaz Ayuso, quien cree que el Gobierno de España en funciones y los independentistas tienen “todo pactado” de cara a la investidura de Sánchez, “no solo la amnistía, sino muchas más cosas como los Presupuestos. “Tienen atada una legislatura para mantenerse y perpetuarse ahí, hagan lo que hagan, protegiéndose entre ellos y de esta manera, todos ganar su parte del botín”, ha afirmado en Telemadrid. “Ahora están en la letra pequeña y cuando ya lo tengan todo atado, la presidenta del Congreso (Francina Armengol) ya pondrá la fecha, para que todo esté atado, nadie pueda discrepar y no sepamos ni siquiera qué está pasando”, ha soltado sin despeinarse.

Moncloa también pide gestos al independentismo

Desde Moncloa se traslada una percepción muy distinta, tal y como se han pronunciado ministros del núcleo duro de la negociación como el de Presidencia, Félix Bolaños, y la de Hacienda, María Jesús Montero, quienes han confirmado que las negociaciones son complejas y que el objetivo no es únicamente un acuerdo de investidura sino también de legislatura. Fuentes del Gobierno destacan además que las negociaciones con ERC están más normalizadas que con Junts. El acuerdo, dicen, es posible pero también complejo. “Es el más difícil todavía”, se han sincerado desde el Gabinete de Sánchez, donde sostienen que aún no ven gestos de los independentistas, que “todavía tienen que virar”, y remarcan que referéndum de autodeterminación no va a haber y que la principal complicación que sobrevuela la negociación son las futuras elecciones catalanas y la división entre ERC y Junts. 

Por lo demás, y en cuanto al acto del 12-O, ni la nueva ubicación de la tribuna y el recorrido del desfile, los cambios en el mobiliario urbano y el carril bici, han servido para amortiguar las críticas al viento en una mañana donde la princesa Leonor ha vestido por primera vez el uniforme militar en esta jornada cinco días después de su jura de bandera en la Academia General de Zaragoza. En su condición de dama cadete, la heredera al trono ha lucido el traje de gala del Ejército de Tierra, con pantalón y chaqueta caqui, camisa blanca, corbata negra, un fajín dorado y la boina roja como alumna de la academia con el pelo recogido en un moño. De momento, material para las portadas de la prensa del corazón. Y ha sido en ese ambiente donde han vuelto a desentonar los gritos de “que te vote Txapote”, que como en la pasada campaña electoral fueron tarareados como si se tratara de la conocida canción The White Stripes de la banda Seven Nation Army. Bolaños ha querido recordar en redes sociales las palabras Fernando de los Ríos, varias veces ministro de la II República: “En España lo único pendiente es la revolución del respeto”.

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Del azul de Letizia Ortiz al pañuelo palestino de Ione Belarra EFE

Fracaso unionista en Barcelona

A decenas de kilómetros, en Barcelona, el unionismo ha consechado otro fracaso estrepitoso. Cuatro días después del fiasco en la manifestación contra la amnistía, que congregó a 50.000 personas según la Guardia Urbana, este jueves apenas se han reunido 1.000, siendo la participación más baja de la historia en una marcha del 12-O en la capital catalana, más aún que la de la convocatoria del pasado año, cuando se llegó a 2.200 asistentes. La crispación emerge cuando se espolea, y a veces ni con esas.