El lehendakari Urkullu escribió una carta a los presidentes español y francés el 17 de enero, en puertas de su cumbre bilateral en Barcelona, y fue el 6 de marzo cuando recibió la respuesta de Macron, que no va mucho más allá de ser un acuse de recibo y un gesto de cortesía con un gobierno subestatal. Su carta mantiene un tono conciliador y de buena disposición, pero no va más allá de las generalidades. Ofrece su “plena movilización” pero para fortalecer las relaciones fronterizas, sin aludir en concreto al TAV ni citar plazos de conexión. El informe del Elíseo, que retrasa hasta 2042 la línea Dax-Burdeos y no fija plazo para la conexión en frontera con Hendaia, ha desatado una enorme polvareda en los territorios fronterizos y del oeste peninsular a la que, por ahora, permanece ajeno Macron.
“Como saben, Francia y España comparten muchos intereses comunes. Por ello, era importante estructurar la cooperación transfronteriza entre nuestros dos países. Esta cumbre fue una oportunidad para discutir la cooperación transfronteriza con el fin de promover y fortalecer el bienestar, el crecimiento y el progreso en las áreas involucradas. El Tratado, así como la declaración conjunta adoptada en la cumbre, incluyen compromisos en este sentido, encaminados a reforzar las interconexiones y la movilidad, y desarrollar una estrategia transfronteriza conjunta. También, en este contexto, tenga la certeza de mi plena movilización para contribuir al fortalecimiento de las relaciones entre los territorios fronterizos franco-españoles. En este sentido, he tomado nota de su disponibilidad para tratar estos temas”, dice en un extracto proporcionado a este periódico por Lehendakaritza.
Más allá del gesto de consideración hacia Urkullu que supuso responderle (se puede explicar en que el asunto fronterizo concierte también a Nueva Aquitania, la región más extensa y la cuarta más poblada de Francia), las expectativas de que mueva ficha son escasas, menos aún en plena crisis por las pensiones.