Iñigo Urkullu le ha tocado gestionar diez años de crisis económicas y sanitarias, un comentario que repiten sus asesores en cualquier conversación que se tenga con ellos. Y se han producido también cambios e hitos políticos relacionados con la convivencia, como la asunción de la competencia para gestionar las cárceles, o el reconocimiento de otras víctimas, como las que han sufrido graves vulneraciones de derechos por parte de los cuerpos policiales ya entrada la democracia. Este periodo de cambios, la pandemia y la guerra en Ucrania han abocado al lehendakari a cuidar el flanco del diálogo con los agentes sociales implicados, una apuesta que él ha presentado como un ejemplo de auzolana, frente al escepticismo en otros ámbitos o la crítica abierta de EH Bildu, que cuestiona que sea una práctica real.

Estos años de crisis son el caldo de cultivo idóneo para que la relación con los agentes sociales no sea del todo pacífica. Ese obstáculo no ha impedido que se forje un acuerdo sobre las bases educativas con los partidos tras un contraste con decenas de agentes implicados, así como un consenso con el 80% de la representación sindical de la escuela vasca en la mesa negociadora de la función docente.

Por el despacho del lehendakari, además, han pasado varios agentes de distintos ámbitos que, con sus más y sus menos y sus discrepancias, han podido en muchos casos establecer un cauce de diálogo.

Urkullu presentó el auzolana como un intento de mantenerse en contacto con la sociedad y contrastar sus políticas. “Los consejeros conocen la importancia que otorgo a contrastar nuestras ideas y propuestas, a escuchar directamente a la sociedad”, decía en un acto público. El Gobierno Vasco mencionaba además como ejemplos de escucha directa los puntos de encuentro familiar, los talleres de formación para el cuidado contra el cáncer o los actos de la memoria. En ese último ámbito, el Gobierno Vasco se propuso mantener informadas a las víctimas de ETA ante los cambios que iban a venir con la gestión de las cárceles.

En el otro lado de la balanza, el máximo exponente de las tensiones lo han encarnado la fuerte presión sindical en Osakidetza y las denuncias de escasez de médicos en atención primaria (preocupación que el propio PNV ha trasladado al Gobierno español para que actúe en los ámbitos de su competencia, y que el lehendakari abordó en el Pleno de política general de septiembre). También se recuerdan los encontronazos con los sindicatos de la Ertzaintza y con ErNE de manera específica. Queda para la hemeroteca el momento en que el lehendakari, en puertas del Parlamento, recriminó a los sindicalistas que grabaran a sus escoltas en las habituales concentraciones ante la Cámara vasca.

Joseba Azkarraga (Sare): “El Gobierno ve necesario avanzar en una política penitenciaria ordinaria”

Cosme Naveda (Médicos): “Pese al descontento, la gestión sanitaria, aunque mejorable, es aceptable”

Charro Arranz (Save the Children): “Se han logrado grandes avances en los derechos de niños y niñas”

Iñigo Nubla (Konfekoop): "Una década de cambios..., a mejor"

Maite Araluce (AVT): “La relación ha evolucionado, pero nos preocupa el traspaso de prisiones”