“El 18 de noviembre de 2019, el lehendakari Iñigo Urkullu inauguró la exposición de la AVT Vivir sin miedo, vivir con memoria en el Instituto Gogora. Se trataba de la primera vez que un lehendakari participaba en un acto de la AVT. Este gesto era la muestra de la evolución de la relación del Gobierno Vasco con las víctimas del terrorismo en general y con la AVT en particular. Una relación que, partiendo de la discrepancia en algunos aspectos –recordemos nuestras críticas a la unidad didáctica Herenegun y a los actos de reconocimiento a las víctimas de violencia policial junto con las víctimas del terrorismo–, se basa en el respeto y en el compromiso por trabajar conjuntamente por el reconocimiento y los derechos de las víctimas del terrorismo.

Muchos no entienden esta relación, sin embargo, no podemos obviar que la AVT es una institución con más de 41 años de vida que representa a más de 4.800 asociados y que, en beneficio de las víctimas del terrorismo, debe de mantener una relación institucional con todos aquellos que quieren trabajar por ellas.

Aquel día recordé que no podemos mirar al futuro sin recordar el pasado. Y que es imprescindible que las generaciones venideras conozcan la historia y sepan quiénes mataron y quiénes pusimos los muertos. Sin equidistancia ni equiparaciones. Y destaqué que o se está con las víctimas o se está con los verdugos.

También me gustaría mostrar nuestra preocupación ante lo que se ha conocido como uno de los principales logros del lehendakari: conseguir la transferencia de la competencia de prisiones. Actualmente el 70% de los presos de ETA están en cárceles del País Vasco, y el modelo penitenciario instaurado por el Gobierno Vasco apuesta por potenciar el régimen abierto. De hecho, desde febrero que se aprobaron las primeras progresiones a tercer grado, se han acordado 24, de las cuales más de la mitad, 16, han sido recurridas por la Fiscalía de la Audiencia Nacional, y las dos primeras decisiones judiciales que se han dictado al respecto han sido revocándolas”.