Cada 31 de julio, la educadora y literata Julene Azpeitia escribía un artículo en la revista Magazine que editaba la comunidad vasca en México con motivo de la festividad de San Ignacio de Loiola. En aquel país, residió en los años diez del siglo pasado la pedagoga natural de Zumaia y que siempre luchó por el euskera y su futuro. El golpe de Estado de militares españoles contrarios a la democracia en julio de 1936 que derivó en guerra hizo volar por los aires el sueño de Azpeitia, más aún con la prohibición de Franco de hacer uso del euskera. Por todo ello, tras la ocupación de requetés, falangistas y otros leales a los militares fascistas, Julene Azpeitia sufriría persecución. Se le prohibió durante once años ejercer magisterio en las escuelas.

Grupo de maestras vascas bajo el árbol de Gernika en el que se hallaba también Julene Azpeitia. | FOTO: REVISTA ‘EUZKADI’

Según narra el investigador Koldo San Sebastián en un número de la histórica revista Euzkadi, la docente guipuzcoana pudo reanudar su actividad académica en el entonces llamado Sanatorio de Gorliz. “Sin embargo, volverá a ser represaliada y pasará seis años en una escuela de Burgos. Finalmente, sería maestra en Urberuaga hasta su jubilación”. A juicio de San Sebastián, a pesar de la persecución y de dificultades añadidas, Azpeitia no cejó en la lucha por la lengua vasca. “Aprovecharía cualquier oportunidad para mantener el euskara”, y el investigador pone como ejemplos sus intervenciones en Radio Popular de Loyola y Radio Arrate. De hecho, en 1961, aún bajo el franquismo, obtuvo el reconocimiento a su valía con un cuento titulado Goizeko Izarra, en el certamen que organizaba el proyecto Euskal Kulturaren Alde.

Azpeitia incidió en su apuesta con un libro de cocina como fue Osasuna, merketza eta jaranaritza o novelas como Odolak odolari dei o Martxela, así como otro tipo de lecturas tituladas Irakurri maite o Umearen adizkidea.

Koldo San Sebastián estima que, a pesar de los evidentes avances en la investigación, aún quedan enormes lagunas en lo referente al papel de la mujer nacionalista, tanto en el seno del movimiento nacionalista como en otras actividades de la vida social del país, y, por ende, también en el campo de la cultura. “Los pocos trabajos sobre Emakume Abertzale Batza, presentan muchas veces una imagen distorsionada, que, en este caso, rompió Julene Azpeitia”.

México, residencia temporal

Azpeitia había nacido el 8 de enero de 1888 en Zumaia. Estudió en la Escuela Normal de Donostia y en la de Bilbao, alcanzando el título de maestra superior de Primera Enseñanza. De hecho, en 1911 fue primera de la oposición a la que se presentó, lo que le valió plaza de maestra en la Escuela Nacional de Niñas de Ea. Un lustro más tarde contrajo matrimonio y fue entonces cuando asentó su residencia al otro lado del Atlántico, en México. Tras cuatro años en el país maya retorna a su adorada Euskadi y obtuvo por oposición el cargo de directora de Profesorado Femenino de las Escuelas de barriada. Así, entre 1920 y 1926, impartió docencia en los municipios de Amorebieta y Abadiño. “A partir de ese momento, el nombre de Julene Azpeitia quedará ligado al nacimiento del movimiento de ikastolas”, agrega San Sebastián.

La persona que más estudió las escuelas de barriada fue el pasionista Gregorio Arrien, de Kortezubi, y fallecido en la comunidad religiosa de Orue en 2019. A juicio de este investigador y educador, la maestra era “una pedagoga de gran personalidad y conocedora como ninguna de los últimos avances de la materia”, según mantenía en su libro titulado La generación del exilio, editado por Onura en 1983. Otro Gregorio fue Urionaguena Arriaga, último gudari de ANV que murió a los 102 años en Durango. Fue alumno de Azpeitia y en el libro 31 vidas, el bombardeo contra Durango, daba testimonio de lo siguiente: “Nadie que yo recuerde le llamaba Julene. Para nosotros era Doña Juliana. ¿Sabes de quién hablo? Entonces, como era tiempo de la dictadura de Primo de Rivera nos tenía que dar las clases en castellano, pero en el recreo por supuesto nos pasábamos al euskara”, sonreía.

Antes de estallar la guerra, la educadora jugó un papel “destacado” –valora San Sebastián– en la Sociedad de Estudios Vascos y en la Comisión de Enseñanza Primaria impulsada, nada menos que, por el poeta José María Aguirre Egaña, es decir, Xabier de Lizardi. En aquella sociedad participaban, asimismo, Juan Aranguren, Eli Echeberría –miembro del EBB de Euzkadi y director de Euzko Anaitasuna–; José Gondra, Juana Mendizabal y Dolores Arbilla.

Euskaltzaindia

En 1975, el mismo año que moría el dictador Franco que tanto perjudicó al euskera, cultura vasca y represalió entre otras incontables personas como Julene Azpeitia, Euskaltzaindia nombraba a Azpeitia miembro honorario de la Real Academia de la Lengua Vasca. Fue tan querida y reconocida a día de hoy que existen concursos literarios que la recuerdan, así como, por ejemplo, una guardería con su nombre en Durango, villa en la que residió.