Ander Imaz vive el domingo su segunda final seguida del Parejas con Unai Laso. El gladiador de Oiartzun busca su primera txapela ante Elordi-Zabaleta tras un campeonato “duro y complicado”.
¿Cómo ha sido el Parejas para usted?
Ha sido complicado. Empezamos con menos juego que el año pasado, pero logramos algún punto que nos dio confianza. Tuvimos una racha bonita en la que enlazamos varios partidos ganados. Justo entonces me vino el mal de manos en la derecha que me tuvo un mes parado. Me costó darle la vuelta. Salí al play-off en Amorebieta con un solo entrenamiento, con miedo. Valoro mucho esta final.
Han sabido sufrir.
Hemos estado en el alambre mucho tiempo. Al principio sacamos varios puntos igualados que valen mucho al final de la liguilla. Nos costó coger el juego y el dolor en la derecha nos frenó en esa progresión. Entró Iosu Eskiroz en mi lugar, que ha hecho un gran trabajo, pero yo perdí el ritmo y la confianza. Un mes fuera de la cancha genera muchas dudas. El punto de inflexión fue la repesca. Ganar a Peio Etxeberria y Rezusta tal y como íbamos (19-21) fue un chute de moral.
Y llegan a la final.
Contra Altuna III y Tolosa empezamos mal, pero luego estuvimos a gran nivel. Ganar a Elordi y Zabaleta en el segundo partido fue ya la leche.
El año pasado fue todo rodado. ¿Valoran más esta final después de haber vivido un torneo tan duro?
En 2022 hicimos un buen campeonato en líneas generales. No teníamos presión ninguna. Este año, al ser el segundo Parejas seguido, queríamos alcanzar de nuevo la final. Es algo muy complicado, porque hay muchos altibajos tanto físicos como psicológicos. Es muy complicado llegar dos años seguidos a la final.
Cuando empieza el campeonato, la gente les puso el cartel de favoritos.
Todas las parejas eran complicadas y aspiraban al título. Sabíamos que si queríamos estar arriba teníamos que hacer las cosas bien. Unai y yo somos los que más nos exigimos. Somos conscientes de que en un torneo de estas características hay momentos buenos y malos. En los malos nos hemos sabido apoyar el uno al otro. Por eso estamos aquí.
A Unai Laso no le importa tirar del carro. ¿Cómo le ha visto?
Tengo mucha confianza en él. Está haciendo un Parejas muy completo. Me ayuda mucho y me deja muchas pelotas buenas. Jugar con él siempre es más fácil. Esté mejor o peor, siempre está motivado y celebra los tantos. Eso se transmite al compañero. En los partidos igualados, salga bien o mal, se la juega y arriesga. Eso demuestra lo ganador que es.
¿Le gusta jugar junto a un delantero que arriesga?
No es sólo eso. También me refiero a la motivación que transmite. Me da confianza y veo que está metido.
En la segunda vuelta de la liguilla de cuartos jugaron contra Altuna III-Tolosa en Eibar y cayeron 8-22. Usted se lesionó en la mano en los primeros tantos. ¿Fue un golpe?
Sí. Era un partido muy importante, porque el ganador estaba muy cerca de la segunda plaza. Hice un entrenamiento ese jueves –se jugó el domingo 5 de febrero– y no me vi mal. En el tanto cuatro se me metió una pelota y ya me di cuenta de que la derecha no estaba bien. Sinceramente, tal y como tenía la mano, estaba deseando acabar el partido. Después de eso, tienes que afrontar un mes parado y ciertos comentarios. Se decía que no estaba bien para ir al Astelena, pero en un partido no puedes controlar cuándo te entra una pelota. Fue duro.
¿Le dio muchas vueltas a la cabeza?
Estuve un mes parado, pero los primeros quince días apenas mejoré. Pasé momentos complicados. Probé diferentes tacos y fui a diferentes masajistas. Le di todos los días a la máquina de ultrasonidos que tengo en casa. Pero, más que nada, tuve que probar diferentes tacos. Soy un pelotari que juega con poca protección y no sufro mucho de manos. Este Parejas he puesto más taco que de costumbre. Acerté y salí a entrenar a Zorno-tza en un todo o nada, porque si no estaba bien, igual me tocaba renunciar al campeonato.
Fue partido duro de 801 pelotazos. Se podía haber fastidiado de nuevo.
Y tienes la tensión de toda la semana. No sabes si la mano te va a responder. Había muchas dudas. Cuando ganamos, el subidón fue grande. Empezamos de nuevo y reseteé.
De cabeza, sobre todo.
Sin duda. Estás en casa, haces tacos nuevos y vas al frontón para probar del dos al dos. Le daba, sentía dolor y me volvía hundido a casa.
Es mentalmente más fuerte.
Si comparas el Imaz que debutó con el de ahora, el cambio en ese aspecto es muy grande. Al debutar, cualquier comentario afecta. Hoy en día, en cambio, paso más de esas cosas.
¿En algún momento ha recordado la final perdida del año pasado ante Altuna III-Martija (22-20)?
Ni la he visto ni tengo intención de verla hasta que me retire. Me quedo con los momentos que viví. Que 3.000 personas griten tu nombre es especial. Quieras que no, alguna vez sí que te vienen recuerdos de ese día y piensas en si deberías haber hecho esto o lo otro.
¿Eso le pasa únicamente con los partidos perdidos?
No veo ninguno. Durante una época los veía y escuchaba comentarios que no me venían bien. Lo único que acabas haciendo es castigarte a ti mismo. Decidí dejar de verlos. Eso sí, tantos específicos sí que veo para mejorar cosas.
Se juegan la txapela ante Elordi y Zabaleta.
Es la pareja que más diferencias ha marcado. Han estado dos peldaños por encima del resto. Zabaleta siempre es favorito para todo. El pelotazo de José Javier no lo tiene nadie. Aitor le ha acompañado mucho. Forman una combinación casi perfecta.