"De Mauthausen al Vaticano pasando por Normandía", por José Manuel Etxaniz
Es decir, fue más decisiva que el desembarco en Normandía. La falacia de Trump queda desmontada
Seguimos protestando contra las limitaciones para prescribir determinados fármacos y la obligación de registrar electrónicamente los tratamientos con antibióticos a través de la plataforma Presvet, desde julio de 2023, para animales de producción, y desde el 2 de enero de 2025 también para animales de compañía, impuestas por la restrictiva interpretación de una disposición europea, a diferencia de otros países de la Unión.
Entre los profesionales rurales, su aplicación ha llegado a provocar jubilaciones anticipadas de algunos veteranos, en absoluto dispuestos a inversiones en equipos informáticos y a convertirse en funcionarios gratuitos, incrementando la desatención veterinaria en el medio rural. Pero la situación sólo ha trascendido a los medios cuando su exigencia se ha extendido a los veterinarios de mascotas, mayoritariamente en el medio urbano, que disfrutan de una superior proyección y capacidad de presión social porque casi en la mitad de los hogares conviven con un animal “que es un miembro más la familia”, aunque, por el momento, sin derecho a voto.
El principal partido de la oposición ya hace bandera de la reivindicación veterinaria. No es bueno haber llegado a esta situación y dice poco de la capacidad de diálogo del ministro plano y sus colaboradores, porque las protestas no tienen visos de finalizar y los ánimos están muy enconados.
Mauthausen
Hace unos días, con retraso, con mucho retraso, el Gobierno Vasco recordó en Irun a los 253 vascos que fueron deportados a los campos de concentración nazis entre 1940 y 1945, principalmente a Mauthausen-Gusen (Austria), de los que 113 perdieron allí la vida.
Con el homenaje he recordado al veterinario aragonés D. Julio Felipe Casabona y Gracia, nacido en Monegrillo (Zaragoza) el 22 de mayo año 1882, que en junio de 1902 egresaba como veterinario de la Escuela zaragozana y que ejerció en Sariñena (Huesca).
Iniciado el golpe del 18 de julio de 1936, Julio Casabona se ofreció al Ejército leal a la II República española, actuando como capitán veterinario. Finalizada la contienda, huyó con sus hijos Antonio y Julio a Francia, comenzando el peregrinaje de tantos perdedores que los llevó del campo para refugiados a orillas del Mediterráneo a una Compañía de Trabajo Militarizada, la detención por los nazis. A diferencia de lo que ocurría con los combatientes de otras nacionalidades que caían prisioneros, los españoles, calificados como apátridas por indicación de Franco y Suñer, fueron enviados al campo de exterminio de Mathaussen.
Gracias a la red de apoyo del grupo español de prisioneros consiguió un destino en las porquerizas, donde el comandante del campo, Franz Ziereis, El Pavo, criaba una piara que luego vendía a los carniceros de la comarca o a la misma administración del campo para consumo de la guarnición. Más tarde, don Julio y otro preso español apellidado Cabezas consiguieron sacar a los dos hijos de la cantera de granito y llevarlos a trabajar a la granja. Gracias a la actividad que desarrolló este cuarteto en la organización clandestina española del campo, muchos compatriotas pudieron sobrevivir. Los Casabona salieron vivos de Mathaussen tras cinco años de internamiento.
D. Julio falleció en Montevideo (Uruguay) el 20 de diciembre de 1961.
Falsificaciones
El pasado jueves se cumplieron 80 años de la derrota nazi y Trump aprovechó la ocasión para recordar que los Estados Unidos y, si apuramos un tanto, los británicos, fueron quienes inclinaron la balanza para lograr la victoria de la Segunda Guerra Mundial. La industria propagandística de Hollywood se encargó de que así nos lo creyéramos.
Otra mentira de dimensiones colosales. Es cierto que EEUU ganó la guerra en el Pacífico contra Japón, pero en Europa fue la Unión Soviética la que aplastó a la Alemania nazi, con la colaboración de los aliados occidentales. De cada diez bajas nazis, 7,5 se produjeron en el frente oriental, es decir, en el frente soviético. Ese dato indica dónde se decidió la guerra.
Nos han vendido la idea de que el desembarco en Normandía en agosto de 1944, por cierto, ensayado en Alhucemas en 1925, fue el momento clave de la guerra. Falso. Fue muy importante, pero no el decisivo. Un sencillo cálculo matemático aclara la situación.
En Normandía intervinieron 160.000 soldados aliados. En Stalingrado, febrero de 1943, la batalla más sangrienta en la historia de la humanidad, se produjeron unas dos millones de bajas entre soldados y civiles. A partir de ese momento, las fuerzas nazis iniciaron su retroceso para no recuperar nunca más la iniciativa. Es decir, fue más decisiva que el desembarco en Normandía. La falacia de Trump queda desmontada.
En el conflicto, según las fuentes más verosímiles, murieron unos 180.000 soldados de EEUU frente a nueve millones de soviéticos. Además, también murieron unos 23 millones de civiles soviéticos. Es fácil deducir dónde se decidió la guerra. El frente del Este fue de una brutalidad no vista en ningún momento en el frente Oeste.
Asesor
Acaba de acceder en condición de asesor a las Juntas Generales un experto en autovías y movimientos pacifistas, en cuyo bagaje figura sus óptimas relaciones con el papable cardenal Matteo María Zuppi. Una apuesta política de altura por la que debemos felicitarnos y que, con un poco de suerte, puede colocar nuestra institución territorial en una posición inmejorable en las futuras relaciones con el Vaticano.
Lo recordaba el matador Manuel García Espartero: “Más cornás da el hambre”. Y de tal guisa murió con 29 años, en la plaza de Madrid el 27 de mayo de 1894, cuando un miureño apodado Perdigón le infligió una cornada al entrar a matar.
Hoy domingo
Espárragos de Olite. Ensalada de tomate con queso de Idiazabal Baskaran de Markina-Xemein y Cabrales. Merluza frita. Fresas. Tinto Luis R de Lanciego. Agua del Añarbe. Café. Petit fours de Gasand, mi pâtisserie de confianza, frente a los cines del Antiguo.