upone uno que si el PNV o EH Bildu propusieran en Zumarraga al PSE unas primarias de cara a una candidatura conjunta en las elecciones municipales, y los socialistas las aceptaran, estos últimos las perderían, aunque pocas dudas caben de que, a día de hoy, estarían más legitimados que los otros para encabezar esa hipotética candidatura. Y es que las primarias son procesos para dilucidar contiendas internas y no para avasallar partidos ajenos. El hecho de tener distinta cultura de militancia o diferentes criterios a la hora de incorporar afiliados o inscritos en su seno no hace a unos mejores respecto a otros.

Viene ello a cuento por la extraña manera en la que Pablo Iglesias ha ofrecido a Más Madrid un proceso tramposillo de primarias, revestido de falsa humildad, ya que, planteado así, era prácticamente imposible que no fuera él el elegido para encabezar la lista. En realidad, lo extraño ha sido todo el aterrizaje del aún vicepresidente español en un escenario en el que, a priori, no estaba llamado a actuar. Pero no se trata aquí de valorar el acierto o desacierto de su paso al frente, de refutar a quienes lo califican como magistral o de discutir a los que lo consideran una temeridad. Ni mucho menos de desdeñar a uno de los grandes líderes de las últimas décadas, al que debemos no pocas conquistas.

Se trata de censurar sus formas, esas que tanto daño le han hecho ya a su partido y al propio Iglesias. Pretender aparecer de repente anunciando candidaturas propias y ajenas, reemplazos y nombramientos futuros, proponiendo coaliciones a quienes nada saben de ello, sin que a muchos de los que aún no han sucumbido a la política espectáculo, incluida parte de su propia gente, les parezca un ejercicio de caudillismo no digno de la nueva política que se nos anunció, es persistir en el error que él mismo reconoció tras un batacazo electoral. Hay veces en las que fallar en las formas supone un leve paso en falso subsanable; otras en las que tales desaciertos terminan por enraizar de tal manera que causan daños difícilmente reversibles.