-Pues un nuevo año empieza -dice Galtzagorri ganduleando por la rue Mazagram de Biarritz, en un día soleado y frío - el año del Campeonato del Mundo en Japón que supongo que veremos por la televisión porque la coyuntura financiera es la que es?
-Lo hemos empezado con más azúcar en sangre que glóbulos rojos- prosigue el Barón de la Florida, contemplando sus abdominales convexos reflejados en un escaparate-, si empezamos una dieta ahora, quizá podamos ahorrar algo pero la verdad es que por televisión no se ven mal.
-Además ya tendremos partidos de preparación, test matchs y, sobre todo, el Torneo de las VI Naciones- Hiruntchiverry añade mientras ojea los periódicos que ha comprado-, que empieza en menos de un mes para improvisar alguna escapada más abordable.
-Me parece que este año, ni eso- proclama la Marquesa de Altamira que, asustada por algún precio, encabeza la huida de las mujeres de una de las boutiques-. ¡Que todos empezamos con números rojos el ejercicio fiscal!
-Va a ser una suerte que la selección española no se haya clasificado- el Marqués suspira al margen-, pero, al menos, si Hernani juega la final de Copa o el Ampo las fases finales de la Liga, tendremos que ir a animar, se jueguen en Valladolid o donde se jueguen.
-O si el Olympique o el Aviron juegan el ascenso fuera de casa- comenta la señora Labarthe reuniendo la tropa para dirigirla hacia la pizzería-, también nos apuntaremos todos al autobús. ¿No?
-No, solo si el Aviron se clasifica, yo voy- corta Aristide Labarthe tajante-, si tan solo los otros se clasificasen, que no va a pasar, yo no salgo de casa.
-¡El último que llegue a la pizzería, paga los chupitos!-, lanza Hiruntchiverry, que sabe que los chupitos son gratis en el restaurante, y todos los chicos, menos él, corren como delanteros de un equipo de rugby detrás de una patada seguir.