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¿Cerrado por puente?

Antxon se crió bajo el mandil de suaita y su ama en la carnicería. Hoycon 59 años sigue con el negocio yjunto a Maite, su mujer, han criado a doshijas. Ellas lo tenían claro: “Nosotras no queremosseguir con la carnicería”. Así queAntxon contrató a Hamsa. Carnicero marroquí.Trabajador incansable y con gran tratoal cliente.

Mikel recuerda desayunar viendo desde sucocina a Antxon y Maite trabajando entrecuchillos. A sus 35 años y funcionario delGobierno Vasco, admira a esta pareja. Cuandoél madrugaba a las 6 para preparar lasoposiciones, Antxon ya encendía la luz delnegocio. A las 20.30, cuando Mikel salía alpintxo pote, estaban cerrando. Y los sábadosigual. Y muchos festivos también paraluchar contra las grandes superficies.

El pasado 2 de noviembre, Antxon y Mikel,se miran en silencio frente a la puerta de suayuntamiento que está cerrado. Mikelcomenta a Antxon: “Claro, han cerrado porpuente”. Antxon le mira perplejo: “¿Cerradopor puente el Ayuntamiento? Eskerrak queestán al servicio de la ciudadanía? Al menosunos servicios mínimos”. Mikel quiere darcon algún argumento para defender lopúblico y a los funcionarios, pero no loencuentra. Le gustaría explicar que otrasadministraciones hoy están abiertas, que ély sus compañeros organizan las vacacionespara que siempre atiendan a la gente. “Ahoraentiendo por qué mi hija quiere dejar suinvestigación en microbiología y hacer oposiciones”,dice Antxon. Mikel sigue sin palabras.“Y tú, hoy de fiesta en la universidad,¿verdad?”. Mikel no se atreve a decir que yadejó aquel trabajo. Opta por bajar la miraday mentir, “sí, claro, hoy de fiesta”. Antxon,sin perder la sonrisa termina: “Pues yo acurrar que hay que pagar, entre otros, losimpuestos municipales”. Mikel, triste, sienteque hoy muchos como Antxon habrán dejadode creer en lo público.