Copias y perfumes
La televisión rusa estropeó el final de la serie de la BBC Sherlock. Lo que en principio se tomó como una afrenta nacional ha pasado a otra de mosqueo con los rusos que últimamente se apuntan a la comedia y se lo están pasando muy bien a costa del resto, incluido, claro, Donald Trump. Resulta que como excusa dicen los rusos que un operario colgó sin querer en la web el último capítulo de Sherlock y, ya se sabe, una vez en Internet el capítulo fue literalmente descargado por millones de espectadores. Me temo que descifrar este caso sería muy difícil incluso para el mismísimo detective inglés. Y los que van a tener que descifrar sus patrocinios son los de la Academia del Cine que organizan los Premios Goya. Ahora resulta que su principal patrocinador, Saphir Parfums, no gusta a todo el mundo. Dicen que copia descaradamente las marcas de Puig, que son esas que concentran sus anuncios en Navidad. Ya ven que siempre hay tiquismiquis que defienden la marca en lugar de la copia más o menos conseguida. La historia del cine y la televisión está repleta de copias descaradas. Pero también de reinvenciones, que nunca se sabe lo que es peor. ¿Vieron la serie Reinas en TVE? Ahí la historia no es que se reescriba es que se la inventan de arriba abajo. Vaya obsesión tienen algunos con reeditar la vida de viejos reyes. No hace mucho se atrevieron a sacar Isabel y luego, de seguido, Carlos emperador, dos series históricas que inventaban buena parte de los sucesos para arrimar el ascua a su sardina. Pero lo de Reinas de José Luis Moreno no tiene nombre. Dicen que cada capítulo cuesta dos millones de euros y que los guiones los ha escrito algún fantasma desde el más allá que no era digno de aparecer en los títulos de crédito y que Moreno solo tuvo que transcribir las cacofonías. Qué mal trata la tele a sus guionistas. No me extraña que acaben copiándolo todo. La copia huele igual y total para el caso que les hacen.