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El futuro es femenino

Encima de la mesa del centro del vestuario están las últimas publicaciones de rugby, una en inglés, un par en francés y una en español. Esta es una revista en colores con una portada en la que están dos jugadoras y un jugador, los tres de las selecciones españolas de seven que hicieron un buen papel en los Juegos.

-El rugby es una actividad humana, quienes juegan a rugby son personas que no dejan de serlo cuando viven el rugby. -Aristide Labarthe coge el mensual español-. Y no somos perfectos como dioses, siquiera del estadio.

-Ser rugbier es lo más parecido a ser perfecto, -le dice Jon Galtzagorri imitando una pose de calendario-, dependiendo del concepto filosófico que se tenga de la perfección, claro.

-En serio, ¿creéis que el rugby sirve para mejorar a la persona? -Labarthe, viejo profesor, pregunta algo de lo que él está convencido-. Yo lo dudo. No conseguimos llevar los valores del rugby ni a los propios jugadores, la imagen pública que se da a base de incidentes es pésima y no me interesa si en otros deportes se dan iguales o peores incidentes, si se perdonan o no.

-Las mujeres nos están dando el ejemplo. -El Marqués de Altamira coge la revista y la exhibe a todos y cada uno-. Las leonas se habían hundido hasta el ridículo como equipo competitivo y han sabido reconstruirse, clasificarse, llegar a los Juegos, disputar todos los encuentros y dar la mejor imagen de este deporte.

-La experiencia de todos nosotros es que las mujeres han aportado mucho al rugby actual, que su participación ha supuesto un buen salto adelante en su aceptación social. -Labarthe, como su accidentada biografía sentimental lo acredita, está muy inclinado a alinearse en el lado de las mujeres. -¿Qué aporta el rugby a las mujeres?