sabido es en el mundo de la tele que las cámaras tienden a dar más volumen al cuerpo humano y que el azul es color favorecedor a la hora de ponerse ante una cámara. Esto en lo que se refiere al aspecto físico; en el de carácter cada espectador hace una recreación de lo que ve, e imagina el cómo de una persona fijándola en el tiempo. Viene a cuento esto por la sobreactuación a la salida de prisión, de Luis Bárcenas, golfo mayor del reino, mientras no se demuestre lo contrario, que hizo de la retasada salida, momento narrativo del día con pasmosa seguridad y prestancia.
La imagen de un Bárcenas, crecido en su amor propio, liberado de casi 20 meses de cárcel, seguro en el andar y firme en excepcional trabajo ante las cámaras, que hace no mucho no quería ver ni en pintura, es la prueba superada de un personaje que quiere ganar la batalla mediática y lo conseguirá. Cuidado rostro, peinado campo de canas, ágil y nervioso en el andar, embutido en traje azul rematado con jersey rojo, el golfo-golfante de Bárcenas mantuvo en vilo al país y a sus agentes transmisores, las teles que se volcaron en el asunto, a pesar de que solo La Sexta pudo hacer directo de la salida de un tipo que ha conseguido caer bien frente a sus jefes populares que luchan por quitarse el chapapote que Bárcenas les echa y seguirá echando. ¿Qué país es éste con todas las teles, radios y prensa esperando horas y horas a que se hiciera el paseíllo de un acusado de graves delitos con peticiones de más de 40 años de prisión y que ha sabido aprovechar su salida temporal de prisión, traspasando el capirote de trilero al jefe de la banda gaviotera? ¡Este tipo tiene que jugar al mus, de cine! Lejos del abatimiento, seguro del momento ante las cámaras, el golfo, antaño confianza de Rajoy, comenzará en breve su periplo televisivo, tras el arranque triunfal de su salida de Soto del Real.