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El árbitro mete siete goles

-¿Podéis prestar a Pottoka como mascota para la Real? -dice Galtzagorri a modo de saludo a Aristide Labarthe-. Total tiene los mismos colores y ya conoce Anoeta”. Labarthe no se encuentra de buen humor hoy que le toca preparar la comida a la cuadrilla, le veo peinar una trufa con cuidado, creo que hace como si no hubiera oído nada. Al acabar el rallado del suculento hongo, dice:

- “Quizá habría que cambiar la regla de los ensayos de castigo: que el árbitro pueda meter siete puntos es demasiado a veces”.

- “A veces, sobre todo cuando se equivoca en contra de nuestro equipo -dice Galtzagorri que ha comprendido la cuita del bayonnais-, pero las alternativas son peores. Esa sanción impide que se acuda a la trampa para evitar ocasiones de ensayo del contrario, ya que si lo haces el árbitro le da un ensayo bajo palos a la víctima de la infracción”.

- “Pero a veces podría ser un golpe, solo tres puntos. ¿En qué deporte el árbitro mete siete tantos a favor de un equipo?”.

- “En rugby, y a mí me parece esencial que se conserven estas reglas del arbitraje, esta forma de arbitraje activo -El Barón de La Florida ha sido árbitro mucho tiempo no solo de rugby-, que el árbitro advierta al jugador infractor que está en fuera de juego en un ruck, que se deje agotar la ventaja ostensiblemente, que se explique la decisión, que se arbitre con los capitanes, que se rectifique el error? Los errores del árbitro se asumen en el rugby y hay que saber aprovecharlos, como hizo el Aviron, para compensarlos”.

- “Sí pero, como dijo un abogado francés, que un juez sea tonto es inevitable, que un tonto sea juez es una catástrofe, y hay árbitros que nadie quiere ver porque son una catástrofe con dos patas”.

- “Pero pasarnos a Pottoka para la Real, por favor”.