Toca sacar la tarjeta
Hay una idea de que la competencia hace la calidad. Pero en el mercado televisivo que tenemos nada más lejos de la realidad. Tras la reunificación de las cuatro grandes cadenas privadas en dos se les nota como más relajados. De golpe se han quitado el 50% de la presión. No hace mucho los ascensos de La Sexta se miraban con un recelo espantoso. A ver si después de todo los últimos se van a convertir en los primeros. Pero luego vino la anexión a Antena 3 y ya todo cambia. Hasta los chistes de El Gran Wyoming parecen haber perdido precisión y fuerza. Y desde el otro lado lo mismo. Telecinco y Cuatro se han convertido en un ente extraño. Para empezar Cuatro pierde toda su personalidad. Ya no se sabe si es una cadena de series norteamericanas o si además pretende abrir algún hueco que ilusione a los espectadores inquietos. La suma en televisión se convierte en resta. Y ya le pasó a Buenafuente. Su nuevo desembarco en Antena 3 fue frío y algo desafortunado. Durante unos meses antes del parón del verano estuvo el hombre ahí como calentando al público para que se riera con todo el arsenal de chistes fáciles de su club de la comedia particular. Ahora tiene otra oportunidad y más vale que sea así porque estamos hablando de uno de los pocos espacios nocturnos donde uno se puede encontrar con informaciones culturales o lúdicas de cierta calidad. Algo que debería ser normal, en pocos años lo hemos convertido en una rareza. La tele de verano con una calidad ínfima sólo ha hecho despachar a miles de espectadores hacia la oferta privada de los canales de pago. A otros los ha mandado a curiosear fotos y perfiles a Facebook y Twitter. Los espectadores de la tele convencional cada vez metemos más horas, pero cada vez somos más viejos. Es hora de que también los ancianos tomemos el mando. Esta televisión que viene es insoportable: habrá que sacar la tarjeta. No queda otra.