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Ni perdidos ni muy repetidos

No crean que es fácil escribir a diario sobre televisión. Para empezar porque te obliga a verla más o menos todos los días. Ver la tele ha sido hasta ahora un relativo y barato entretenimiento. Algo que está cambiando poco a poco. Los chavales que serán los futuros consumidores que puedan permitirse estar cuatro o cinco horas delante de la pantalla cuando se jubilen, hoy ven la tele en Internet. De momento ver parte de la tele por aquí es gratis. Pero ese chollo se acabará tarde o temprano. Vemos que el negocio televisivo asume grandes gastos de producción y resulta que la cantera que viene no va a estar dispuesta a pagarlo. No hay más que fijarse en el fútbol (la F 1 y el motociclismo ya han anunciado que su futuro pasa por que el espectador les confíe el número de su tarjeta de crédito). Ahora es el tiempo de planificar qué espacios soportarían que se pague o no por ellos. Que tiemblen los realitys y los programas de cotilleos del corazón. El otro día salían noticias en los periódicos de la apuesta de la BBC por programas culturales. Qué lejos estamos aquí de este modelo. Y que equivocados. Este modelo italiano -el mandamás de Telecinco es italiano- desde luego no garantiza el futuro de la televisión. Se está inventando una realidad que no existe y se están creando modelos entre los presentadores, tertulianos y concursantes que no alcanzarían el aprobado en cualquier plataforma social.

No crean que es fácil escribir contra esta manera de hacer televisión y hacerlo sin aburrir. El personal encima apuesta por ver lo que más se critica. He decidido que, a partir de hoy, puede que también escriba para la televisión. Algo así como una historia de un avión que desaparece de los radares y por motivos desconocidos se estrella en los confines del océano Índico. Más que todo contar las peripecias de los supervivientes que han ido llegando a nueva dimensión en una isla desconocida. ¿Tendrá futuro si le pongo el nombre de Perdidos? Ya veremos.