Chicos que se miran al espejo
Decía ayer el entrenador Mourinho que los jugadores del Madrid "hacían cola para mirarse al espejo" antes de salir al campo. Seguramente su ego -el de los jugadores, aunque el del entrenador portugués no se queda atrás- es comparable al conjunto de las estrellas, planetas y agujeros negros de la Vía Láctea. Y mira por dónde no toda la culpa de creerse tan guapos y divinos la tienen ellos. Seguramente algo se hará mal desde los medios para que estos muchachos talentosos del balón adopten posturitas como de actor de Hollywood. Nadie se explica que reciban de los medios un tratamiento tan desorbitado. Tanto es así, que las multinacionales les siguen y hasta los programas de televisión se presentan con ellos. Ayer el estreno de Antena 3 A bailar! contó con la presencia de algunos componentes de la Selección Española, incluido alguno de los que se mira en el espejo. Uno de los suyos, Santi Cañizares, participa en el concurso, el eterno rubio de bote parece indicarles el camino que deberán seguir en el futuro.
Estos chicos del fútbol tienen tan interiorizado su protagonismo que piensan que el planeta entero los sigue en cada uno de sus gestos, en cada una de sus frases, en cada uno de sus retoques capilares, en cada uno de sus tatuajes. Y puede que tengan razón. Cada año se suceden los premios que otorgan a los jugadores, estaquillas que tienen que recoger, paseos triunfales ante muchedumbres que tienen que realizar. El Sistema Solar hace tiempo que se les quedó pequeño. Pero si se fijan, el gesto es ridículo. Una fila de jugadores haciendo cola para mirarse al espejo tiene poco de futbolístico. En el futuro, los vestuarios contarán como en los camerinos de los teatros, con esas espejos rodeados de bombillas para el maquillaje. Detendrán los partidos, no solo por las lesiones, si no para cortar el sudor que da brillos incompatibles con la cámara, fijarles la base del maquillaje y, de paso, reafirmarles la raya de ojos. Al tiempo.