Síguenos en redes sociales:

Más madera

con pertinaz empeño y extremo celo, los responsables de Tele 5 programan semana tras semana y, van tropecientas, las hazañas, aventuras y desventuras de una nueva edición de Gran Hermano a la que han subtitulado con numérico 12+1, que uno ya no sabe si hace referencia al número de ediciones o la cantidad de concursantes que entran y salen del chalecito de la sierra madrileña, buscando más marchita sensacionalista en el caladero de las audiencias que salven la continuidad del reality más sobado, repetitivo y cansino de la mundial tele. Bajo amparo y conducción de la más astracanesca hada madrina, los actuales concursantes viven inmersos en una compleja red de relaciones, afectos, edredonings y visitas desmadrada al programa hermano de tierras brasileiras, donde una canaria ha marcado hito de desmadre sexual y encoñamiento , dándole al programa un aire caliente que debe de levantar las cifras de audiencia de asombrosa manera, vistas las repeticiones de las escenas y planos más tórridos, para asombro de encornados novios, compañeros de vida o matrimonios varios. Restregar una buena sesión de cuernos por los ojos atónitos del otro miembro de la pareja se ha convertido en seña de identidad de esta nueva edición del folletín nacional empeñado en incesante campaña para romper parejas, desarreglar noviazgos y mosquear al personal. La locuacidad parlanchina de M.M. permite ampliar el juego con la puesta en práctica de la redundante manipulación de la otra excelente profesional del periodismo convertida en bambola vasile con su ejercicio de teleanimadora reprimida y agresiva. Sacerdotisa de la extravagancia, le queda llegar al súmmum: entrar de concursante y refocilarse hasta el hartazgo haciendo realidad los calentones verbales que sufre cada noche. Alíviate, reina y mientras tanto, más madera y que no decaiga la fiesta.