EL baloncesto es un deporte más de los que sufre duros agravios comparativos con el fútbol. Cada dos años tiene su momento dependiendo de si hay olimpiadas o se juega el campeonato de Europa o el Eurobasket, como es el caso, ya que ayer la selección disputó su primer encuentro en el torneo que se juega esta vez en Lituania.

Una vez más La Sexta se ha hecho cargo de las retransmisiones en las que francamente echaremos mucho de menos la chispa de Montes. Entre otras cosas porque ya en el partido de ayer contra Polonia se vio el lado con toques de forofos y mucho aburrimiento en las aportaciones que ofrecían los especialistas. Un Ramón Trecet que no termina de dar con su personaje (ni es gracioso ni sus conocimientos de baloncesto suelen dar en el clavo) y un Juanma López Iturriaga cuyo sentido del humor no compensa el desacierto de sus aportaciones técnicas, que apenas descubren nada a los no entendidos. Con estos invitados el papel de los periodistas Mel Otero encargado de la conducción y de los comentarios generales y de Carlota Reig como apoyo desde la grada, es verdaderamente difícil. Por un lado, porque tienen que hacer de esparrin de los numerosos ocurrencias que lanzan Iturriaga y Trecet, luego porque la sombra de Montes recorre en muchos momentos el set cuando el ritmo de los comentarios marca encefalograma plano y da la impresión de que hace falta tres triples seguidos para que le pongan un poco de entusiasmo.

Y por otro lado, mucho tiene que cambiar el juego de los protagonistas, los chicos de Scariolo, para ilusionar. Su papel de favoritos hace que cualquier victoria no tenga el premio de la ilusión que despierta en los espectadores. Y los presentadores desde luego no ayudan a que esta pasión traspase la pantalla.