El amigo Richard arregla guitarras en El Infiernito. Cuando todos nos gastábamos la tela en el tripartito piso-coche-Punta Cana, él se llevó sus ahorros a Canadá y allí aprendió a arreglarlas a base de meses, horas de cena a cena y dedos pelados. Le llevé mi vieja guitarra ayer. No sabía que tenías una guitarra. Yo tampoco, es que de los 80, cuando giraba con Roy Buchanan, no recuerdo casi nada, ja-ja. ¿Qué hacemos con ella? No sé, sólo quiero que quede dura. ¿Dura sonido serrín Keith Richards, dura Jimmy Page o dura Paul Kossoff? Dura, Richi, dura, que suene a hueco. ¿Mark Knopfler? No, ya sabes que adoro a Knopfler, pero no es eso. No sé, algo entre Bloomfield y Hendrix, que te reverbere la cabeza, lo sabes mucho mejor que yo. Entendido, ¿para cuándo la necesitas? El bolo está por cerrar. ¿Qué hago con el clavijero? Déjalo como si se pudiera invadir Polonia con él. Hay ganas, ¡eh! Adolf Domínguez lo merece, ¿no crees? ¿El que ha dicho que tiene que haber despido libre, como poco? Ése. Ya lo creo que sí. Igual entonces mejor te refuerzo el puente. Tú eres el artista, me interesa que cuando le dé en la cabeza con ella fuera como si se escuchara el riff del "All Right Now". Ya, como húmedo, como gallego, serrería pero no industrial. Ahí le has "dao", que se note que hay mucho amor puesto. Aquí amor nos sobra. Y minuciosidad. Por eso he venido, no se deja la guitarra en manos de cualquiera. Pero si llevabas 25 años sin mirarla. Es que algunos me han recordado que quieren hacernos retroceder a hace 25 años. O más. Tú no te preocupes, que para mañana la tengo. No tengo prisa fenómeno, que la arruga es bella, ¿no? La cicatriz es bella. Bellísima. Gracias. Oye, tú de pianos, ¿cómo vas? ¿Tipo Rychard Clayderman? Más Jerry Lee Lewis. Aún no me he puesto. Igual hace falta. Pinta tiene.
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