Arrimar hombro
Yo me ofrezco, como buen ciudadano que soy, amigo de sus amigos, y persona preocupada por el bienestar ajeno, a llevarle los ahorros a Chaves. Y no le cobro nada, para que ahorre de verdad. Si en su día ya nos ofrecimos a llevar a cabo una colecta para que la pobre Esperanza Aguirre llegara a fin de mes -"no es que haga números a fin de mes. ¡Es que muchas veces no llego!", escribió en 2006. Ahora ya está mejor, ha abandonado las marcas blancas, al menos en los lácteos-, qué menos que hacer ahora lo propio con nuestro vicepresidente. Porque, según se desprende de la recién aparecida declaración de patrimonio de los miembros del Gobierno, está más tieso que un carámbano, ya que después de nada menos que 20 años como presidente de Andalucía y el tiempo que lleva como vicepresidente apenas acumula un activo de 68.000 euros, 47.000 de los cuales son del valor catastral -está el valor catastral, el real y, el más extendido y que tanto ha triunfado, el genital: le pongo el precio que me sale de los huevos- de su casa y 21.000 de otra clase de bienes. Según Chaves, esa cifra tan chocante en una persona que lleva media vida cobrando bastante más que bien -y de dinero público- se debe a que les ha ayudado a sus hijos con colegios caros, las casas, los coches, etc. Mal ejemplo. Ahora ya tiene una nieta y, como le dé por ayudarle también, cuando acabe de ministro va a estar en la bancarrota, como el resto de españoles. Y eso no podemos permitirlo. Si ya cooperamos a que la banca recuperara la liquidez que nunca debió perder, a que la España del cemento a diestro y siniestro siguiera respirando con el Plan E, es hora de ayudar en estas horas sombrías a nuestro vicepresidente. Por lo menos hasta que pille a Garmendia. Y si la nieta tiene que estudiar en Suiza, que estudie.