Nunca lo tuvo fácil el país centroamericano. Una dictadura a modo y manera de la auspiciada y ejercida por Anastasio Somoza deja máculas imperecederas. La revolución sandinista de 1979 protagonizada, entre otros, por Daniel Ortega, pareció insuflar en un principio nuevos tiempos de esperanza, alegría y libertad, pero todo fue un espejismo. Más pronto que tarde comenzaron las disensiones dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Con todo, Ortega se mantuvo en el poder hasta 1990, fecha en la que, tras unas nuevas elecciones, resultó elegida presidenta Violeta Chamorro. En 2017 volvió al poder Daniel Ortega, esta vez acompañado de su esposa y, a la vez, vicepresidenta, Rosario Murillo, liderando, y esta es la gran rémora, una de las hégiras más dictatoriales, corruptas y sanguinarias de la historia de Nicaragua, con media oposición en la cárcel y el resto en el exilio.Acabo. Y en esas estamos. ¿Tanta lucha para llegar a esta ominosa situación? ¿Tantas alforjas para llegar a esta descalabrada meta?