El anuncio de una nueva licencia para la construcción de otro hotel en el barrio de Gros, junto a los numerosos rumores de proyectos, a añadir a los ya construidos últimamente, me origina una reflexión, sobre el futuro al que la política consistorial nos puede conducir, convirtiendo a Donostia, en un destino turístico, vacío de residentes.A pesar de que, la pandemia le ha dado un respiro a la ciudad, como destino turístico, observo con gran preocupación, la gran pista de aterrizaje que se va preparando para cuando termine la emergencia sanitaria, en forma de construcción masiva de nuevos hoteles y reconversiones de pisos en alojamientos turísticos, de modo que los jóvenes, poco a poco, van a ser expulsados al extrarradio por la subida sin freno del precio de los pisos y los alquileres, y por otro lado, los pequeños comercios locales se pueden ver irremediablemente obligados a su cierre.A este goteo constante de traslado de vecinos hacia el extrarradio, motivado por la presión especulativa con fines turísticos, se une el continuo abandono de los residentes de sus lugares habituales de ocio, forzado por la masiva afluencia turística a los mismos. Siendo constatable, ya antes de la pandemia, el fenómeno de la sustitución por parte de muchos donostiarras, de la Parte Vieja, por ejemplo, como lugar de encuentro y ocio, por otros barrios de la ciudad.A esta situación, podemos añadir actuaciones como la última ocurrencia de nuestro Consistorio de implantar una escultura en el faro de la Isla, con un fin exclusivamente turístico, que va a suponer un importante plus en la enorme presión medioambiental originada por la visita indiscriminada de turistas.Históricamente, el turismo ha sido un sustento importante para la economía de nuestra ciudad, pero las nuevas tendencias de masificaciones turísticas, basadas en los vuelos de bajo coste y en la mejora de las comunicaciones, unido a la inoperancia y falta de visión de nuestro Consistorio, está originando que el control de la ciudad quede en manos del lobby turístico, llevándonos, con la implantación de sus exigencias, cuesta abajo y sin frenos, hacia el precipicio de un turismo masivo, que termine con el bienestar y la identidad de esta ciudad.Confío que, esta época de respiro, originada por la pandemia, que nos ha permitido que recuperemos parte de nuestra tranquilidad, no nos haga olvidar la realidad de la situación.Debemos de reclamar de forma firme y decidida, un cambio de postura radical en nuestros políticos, de manera que implanten leyes y medidas que pongan fin a las operaciones especulativas y a los alquileres turísticos, priorizando el bienestar de los vecinos de la ciudad, de los cuales dependen, no se olviden, sus votos.Antes de que sea tarde, debemos de evitar una ciudad que ya no nos pertenezca, en la que la mayoría de los inmuebles esté en manos de propietarios externos y que nos lleve a una dinámica imparable, de tener que aumentar día a día el número de visitantes, porque sea el modo más sencillo de rentabilizar sus inversiones.Angel Arruti