Acudo hoy a mi cita semanal con el programa Egun On Euskadi de ETB, informativo conducido por Odei Esnaola. Es posible, por lo tanto, que algunas personas simultaneen la lectura de esta columna con la visión del citado informativo matinal. Me avisó el martes Oihane Malkorra que, terminado el directo, vendrían a grabarme algunas tomas para un reportaje que emitirán mañana viernes en torno al histórico libro Xabiertxo, que este año alcanza su centenario. Lleno de añoranza, acudí a la estantería donde guardo mi ejemplar como oro en paño, aunque no sin los lógicos borrones perpetrados por un crío de unos cinco años.

Y es que Xabiertxo supuso para nosotros mucho, muchísimo. En una época en la que en las incipientes ikastolas, a falta de libros en euskera, se tiraba de multicopistas y encuadernaciones manuales, poder tener un ejemplar de aquel método para aprender a leer y escribir en nuestra lengua significaba un gran motivo de orgullo. Además, esto lo supimos más tarde, Xabiertxo nos conectaba con los pioneros de la enseñanza en euskera de décadas atrás, cuyos esfuerzos se vieron cercenados por la llegada del fascismo.

Rescatar la memoria de Xabiertxo nos permite volver a reivindicar, honrar, homenajear a grandes figuras de nuestra patria, permítaseme utilizar este término tan desatendido en estos tiempos en los que parece avergonzarnos pronunciarlo. Nos referimos, cómo no, a Ixaka López Mendizabal, su creador, amén de una de las grandes figuras del nacionalismo vasco de aquella época. Pero también al padre de este, Eusebio López, navarro de Lodosa, quien una vez en Tolosa se hizo cargo de la imprenta familiar de su esposa, que ya venía publicando libros en euskera desde hacía mucho tiempo. Sin olvidar a Jon Zabalo, Txiki, magnífico dibujante e ilustrador cuya portada de Xabiertxo se ha convertido, transcurridos ya cien años, en emblemática, mítica. Ciertamente, hacía mucho tiempo que no recibía una llamada tan evocadora como la de Oihane del martes.